"En la vida después del trasplante, se agradece cada momento que podemos compartir juntos" - RED/ACCIÓN

"En la vida después del trasplante, se agradece cada momento que podemos compartir juntos"

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Natalia y Ariel son la madre y padre de Emma Zippan, una bebé que fue trasplantada del corazón hace 15 meses y hoy hace una vida normal. "Esperando el corazoncito para Emma aprendimos que la salud lo es todo, descubrimos otro mundo, que nadie quiere mirar", dicen en esta entrevista.

"En la vida después del trasplante, se agradece cada momento que podemos compartir juntos"

Emma Zippan, una niñita de Garupá, Misiones, fue trasplantada del corazón en octubre del 2022 con siete meses, a raíz de una miocardiopatía dilatada severa congénita descubierta cuando tenía solo cuatro meses fuera de la panza. Un año después del trasplante festejó su nuevo cumpleaños con una caminata simbólica para agradecer por la vida. Esa vida que fue posible gracias al corazón donado por una familia solidaria.

Hablamos con Natalia y Ariel, la madre y padre de Emmita.

—¿Cómo evoluciona Emmita? ¿Hace vida normal?
—Emmita evoluciona bien gracias a Dios y a todo el trabajo de un gran equipo médico que hace el seguimiento de su trasplante en Buenos Aires y en Misiones. Cumpliendo con todas las recomendaciones médicas, tomando la medicación diaria en los horarios establecidos y con el cuidado en la alimentación su evolución y desarrollo para su edad (1 año y 9 meses) va por buen camino. Lleva, gracias al trasplante, una vida normal. Hoy puede jugar con sus hermanos, correr, reír, le gusta mucho escuchar música.

—¿Qué aprendieron como familia durante el tiempo en el que esperaban un corazón y se dio el trasplante?
—Esperando el corazoncito para Emma aprendimos que la salud lo es todo, descubrimos otro mundo, que nadie quiere mirar, en el que nadie se imagina estar. La vida de los niños que esperan trasplante es muy dura, porque hay angustia, incertidumbre, los días y horas de espera son eternas, pero sobre todo hay dolor y sufrimiento. Cómo familia (junto con nuestros hijos Máximo de 14 y Constanza de 11) nos mantuvimos unidos siempre y fue nuestro sostén para estar fuertes y poder cuidar de Emma. En la vida después del trasplante, se agradece cada momento que podemos compartir juntos. Se aprende a vivir un día a la vez, a valorar las cosas simples.

—Suele hablarse de un segundo nacimiento o un segundo cumpleaños en el caso de personas trasplantadas. ¿Lo viven así?
—Sin duda es una fecha muy especial, para nosotros es conmemorar ese gigantesco acto de amor, recordar a nuestro héroe anónimo y su familia donante. En su primer año de trasplante recorrimos los medios e hicimos una caminata junto a Emma, familiares, amigos y personal de salud de Misiones dando a conocer el caso. Sentimos muy necesario nuestro aporte para ayudar a las familias que aún esperan.

—¿Qué creés que es necesario para que adoptemos una cultura de la donación de órganos?
—Es necesario seguir hablando de donación, llevar la información precisa a la comunidad derribando mitos, pero ayudaría mucho dar a conocer los casos en los cuales se demuestra que gracias a ella se puede salvar vidas y mejorar la calidad de vida de muchas personas. El acto de donar es el mayor acto de solidaridad y empatía que existe.

—¿Qué sentís cuando pensás en las familias que deciden donar?
—Respeto, admiración, gratitud. Imposible dimensionar lo que pasan las familias donantes en ese momento tan duro y triste en la perdida de su ser querido. Pensamos en la segunda oportunidad que dieron a nuestra hija de vivir.


Esta entrevista fue publicada originalmente en la newsletter OXÍGENO del 16 de enero de 2024. Podés suscribirte acá.