En qué consiste la propuesta de combatir el dengue en Latinoamérica con mosquitos portadores de una bacteria (y por qué no sería tan fácil implementarla en la Argentina) - RED/ACCIÓN

En qué consiste la propuesta de combatir el dengue en Latinoamérica con mosquitos portadores de una bacteria (y por qué no sería tan fácil implementarla en la Argentina)

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Más de 500 millones de personas están en riesgo de contraer la enfermedad transmitida por el mosquito en las Américas. Por eso, Médicos Sin Fronteras lleva adelante un plan de prevención enfocado en el control del vector (el insecto) en Honduras; estrategia que ya ha sido implementada en otras partes del mundo. Sin embargo, una científica especialista en el parásito aclara que el mosquito argentino es raro, por lo que para aplicarla acá haría falta mucha ciencia.

En qué consiste la propuesta de combatir el dengue en Latinoamérica con mosquitos portadores de una bacteria (y por qué no sería tan fácil implementarla en la Argentina)

Intervenido por Marisol Echarri.

No todas las bacterias son malas. De hecho, dejando de lado su connotación ligada a enfermedades, ahora sabemos que podemos usarlas a nuestro favor. Sobre este paradigma se sienta el método Wolbachia: una intervención diseñada para el control del vector del dengue que ha dado buenos resultados en zonas endémicas. “Además del aumento de casos este año, nos hemos dado cuenta de que hay una falla en las medidas de control; por ejemplo, los insecticidas se utilizan mal, generan resistencia y matan a otras especies que son importantes en esta crisis del cambio climático”, dice Adriana Palomares, coordinadora de Médicos Sin Fronteras (MSF) para Centroamérica y una de las profesionales que lideran la implementación de este método en América Latina.

La Wolbachia (cuyo nombre completo es Wolbachia pipientis) es una bacteria que se encuentra en 6 de cada 10 insectos del mundo, pero que no tiene la capacidad de enfermar a las personas. El mosquito Aedes aegypti (el que transmite el dengue), por su parte, no es un portador natural del parásito. Sin embargo, cuando lo tiene dentro de su cuerpo se vuelve incapaz de transmitir los virus que causan dengue, zika y chikungunya. Por eso, aliados con el World Mosquito Program (WMP), MSF comenzó a implementar en agosto de este año la estrategia en Honduras, cuyos brotes de dengue son cada vez más graves, y liberaron en el ambiente mosquitos inoculados con el microorganismo. 

Como explican desde la organización sin fines de lucro, si los machos de Aedes aegypti con Wolbachia se aparean con hembras silvestres que no tienen la bacteria, los huevos no producen crías, mientras que las hembras infectadas tienen descendientes infectados que además están inmunizados y terminan desplazando a los insectos que transmiten enfermedades. Esta alternativa sanitaria de prevención a largo plazo no es nueva, de hecho, la comenzó a pensar en la década del 80 el profesor Scott O’Neill en la Universidad de Queensland, Australia. Con la expansión de los brotes, el apoyo económico de la Fundación Bill y Melinda Gates y la creación del WMP en 2017 el enfoque se ha probado en varias partes del mundo.

En las Américas, aproximadamente 500 millones de personas están en riesgo de contraer algunas de las enfermedades transmitidas por la picadura de este mosquito. El dengue particularmente se ha incrementado en las últimas cuatro décadas, pasando de 1.5 millones de casos acumulados entre 1980 y 1989, a 16.2 entre 2010 y 2019, según un informe de este año de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Aunque hay avances en el desarrollo de vacunas, su uso masivo como medida de salud pública aún no es viable y tampoco existen fármacos específicos disponibles en el mercado. Es decir, las intervenciones para el control del vector siguen siendo la principal herramienta para proteger a las poblaciones en riesgo.

Por eso, el World Mosquito Program lleva adelante la aplicación del método Wolbachia y asegura que:

  • Es autosostenible a largo plazo.
  • Ha tenido resultados positivos en otros lugares del mundo. 
  • Es un método seguro para la salud de las personas, animales y el ambiente. 
  • En zonas con altos niveles de Wolbachia no se evidencia transmisión del dengue. 
  • Es una medida alternativa de control avalada por las entidades de salud gubernamentales. 
Nora López, voluntaria de Médicos Sin Fronteras. Ella coloca un frasco con huevos de mosquitos inoculados con Wolbachia en el patio de su casa. (Crédito: Martín Cálix. Intervenido por Marisol Echarri)

En Honduras

El proyecto que está llevando adelante MSF en algunas zonas de Tegucigalpa junto con el Ministerio de Salud de Honduras, el World Mosquito Program  y la Universidad Nacional Autónoma de Honduras consiste en que los voluntarios que reciben vasitos con mosquitos y larvas inoculados con el parásito los liberan cada semana por seis meses. Este proceso comenzó en agosto y se estima que en tres años se podrán realizar las pruebas para determinar su eficacia. “Luego de capacitar a las comunidades, son los voluntarios los que liberan los mosquitos en sus casas, en sus vecindarios, en donde a ellos les parece, según aprendieron antes, para que los mosquitos puedan reproducirse”, detalla Palomares, que es colombiana y trabaja con la organización hace 20 años.

Xenia Fonseca vive en La Canada, Tegucigalpa, trabaja desde su casa y cuida de sus tres hijos. En medio de su jornada habitual también es voluntaria de MSF. “Participo para probar algo diferente porque hay demasiado dengue, la gente se está muriendo por eso. Yo conocí a MSF por medio de una charla sobre Wolbachia y pues acepté, me pareció buena la idea. Coloqué el vasito en un garaje pequeño que tengo y hemos visto más mosquitos, pero no me ha afectado nada. Creo que con probar este proyecto no le afecta a nadie”, cuenta.

Julia López es una de las voluntarias que accedió a colocar en su casa el frasco que contiene la cápsula con huevos del mosquito con Wolbachia. Julia le explica a Alex, promotor de salud de Médicos Sin Fronteras, que un árbol sería el lugar ideal para colocar su frasco. (Crédito: Martín Cálix. Intervenido por Marisol Echarri)

Por su parte, la investigadora argentina especialista en Wolbachia Marcela Rodriguero, del Grupo de Investigación en Filogeografía y Filogenias Moleculares del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (FCEN-UBA), ubicado en Ciudad Universitaria de CABA, explica: “Lo que produce la bacteria es que los machos que están infectados, al aparearse con hembras que no están infectadas, las vuelven estériles. Mientras que, si la hembra está infectada, ese cruzamiento prospera incrementando las hembras infectadas. Para lograr eso, hay que tener una cepa del insecto que produzca esa alteración reproductiva y, concomitantemente, tiene que dar inmunidad contra el dengue. En efecto, muy rápidamente se logra desplazar a las que no están infectadas. Tal es así que en el valle Central de California se cuantificó que la expansión de insectos infectados con Wolbachia era de 100 kilómetros por año. Es un método rápido, hace que desaparezcan los mosquitos que no tienen la bacteria al poco tiempo. Por ende no son susceptibles al dengue, por ende no te pueden pasar el dengue a vos”.

La evidencia científica del método Wolbachia

El dengue es una infección viral que se da sobre todo en zonas urbanas de climas tropicales. Puede ser asintomática o manifestarse con síntomas que incluyen fiebre, dolor de cabeza, dolores corporales y náuseas, y puede progresar a formas graves. La hembra de Aedes aegypti es responsable de la transmisión de enfermedades porque necesita sangre humana para el desarrollo de sus óvulos y para su metabolismo. Por su parte, el macho no se alimenta de sangre, explica la OPS.

Según el informe de la organización sanitaria, algunos municipios de Brasil (Rio de Janeiro, Niterói, Belo Horizonte, Campo Grande y Petrolina) vieron efectos favorables luego de medir los efectos del método Wolbachia, aunque se esperan los resultados de las investigaciones más sustanciales recién en los próximos años. En Colombia, el WMP publicó un informe en el que afirma haber encontrado una relación de costo y beneficio favorable. En México, por otro lado, se han realizado estudios desde 2019 mediante la liberación de mosquitos infectados con Wolbachia en el municipio de La Paz, pero aún no hay datos disponibles. Otras investigaciones realizadas en países no endémicos —como Australia— y endémicos —como Indonesia, Brasil y Vietnam— sugirieron también la reducción en la transmisión del dengue gracias a la estrategia.

Los espacios recomendados para colocar los frascos son aquellos donde no hay luz solar y no están al alcance de niños o mascotas. (Crédito: Martín Cálix. Intervenido por Marisol Echarri)

Un ensayo aleatorio grupal que incluyó la liberación de Aedes aegypti infectados con Wolbachia para el control del dengue en Yogyakarta, Indonesia, encontró que la medida fue efectiva para reducir la incidencia del dengue sintomático y resultó en menos hospitalizaciones por la enfermedad entre los participantes. Para llegar a este resultado, se asignaron aleatoriamente a 12 grupos geográficos en los que se llevó a cabo el método y otros 12 que no hicieron el despliegue y funcionaron como grupos de control. Todos los sitios siguieron practicando las medidas locales de control de mosquitos como de costumbre. En paralelo, también se hizo un seguimiento médico de diagnósticos confirmados de dengue, se detalla en la publicación disponible en The New England Journal of Medicine.

Según Palomares, MSF, que se sustenta con donaciones, cubre el 100 % de los costos del plan llevado a cabo en Honduras. Pero antes de llegar a este punto se basaron en los estudios sobre el método publicados por WMP que “fueron leídos por nuestros epidemiólogos”. Y agrega: “Sumado a que implica trabajar con la comunidad y que es más amigable con el ambiente que otros métodos, tomamos dos parámetros antes de decidir implementarlo: la seguridad para la población y la efectividad en las zonas urbanas particularmente (porque en Honduras hay dengue rural y urbano, aunque es más que todo del segundo tipo el que preocupa)”.

Los mosquitos argentinos, un gran “pero”

El método Wolbachia propone una solución a los recurrentes y cada vez más grandes brotes de dengue. Sin embargo, sumado a los costos que implica, la Argentina tiene una particularidad que la distingue de Honduras y de otros países en los que ya se implementó. Acá, los mosquitos “son raros”, describe Rodriguero, bióloga, docente e investigadora del CONICET especializada en genética evolutiva y pionera en el estudio de Wolbachia en la Argentina. Y explica: “Cuando el mosquito salió de África colonizó todo el mundo. Aedes es el género y aegipty es la especie, pero tenés dos subespecies: una que nunca salió de la selva (Aedes aegypti formosus) y otra que es cosmopolita (Aedes aegypti aegypti) y se expandió por todo el mundo. Bueno, acá tenemos unas poblaciones que son híbridas entre dos formas, una mezcla”.

Esta rareza encontrada en los insectos de nuestro país y documentada en una investigación publicada en Molecular Ecology con muestras de Córdoba, La Plata, Misiones y Salta, entre otros lugares, es un gran ‘pero’ a la batería de beneficios que promete el método Wolbachia. “Si no tenemos los datos de competitividad en el campo, no sabemos qué esperar al implementar algún tipo de técnica de control, podemos no tener los resultados deseados”, señaló Rodriguero. En este sentido, precisó que, antes de aplicar esta técnica “que es muy costosa porque implica montar biofábricas”, es necesario hacer pruebas. Por ejemplo, corroborar que los mosquitos infectados con Wolbachia logren aparearse con los mosquitos híbridos argentinos y establecerse. Todo esto, sumado a la estabilización de una cepa capaz de transmitir la bacteria, “es un desarrollo que lleva años, no se hace de la noche a la mañana”, asevera la experta.

En la misma línea, la OPS resalta que esta tecnología tiene varios desafíos para su implementación a gran escala, entre ellas, el costo y complejidad de infraestructura necesaria para la producción de mosquitos.

Larvas del mosquito inoculado con el parásito. (Crédito: Martín Cálix. Intervenido por Marisol Echarri)

Como reflexiona Palomares, “hay que poner un poquito más de lógica para que las medidas sean más efectivas a largo plazo porque, lamentablemente, cada vez que hay una epidemia se empieza a fumigar, que es lo más fácil. Por eso invito a los Gobiernos de países afectados a que conozcan la tecnología, porque creo que es una muy buena alternativa de control, que es duradera y que es biológicamente compatible con el ambiente. Creo que tenemos que mirar hacia esta iniciativa y ver cómo juntamos esfuerzos todos para poder prevenir el dengue, la chikungunya y el zika”.

No obstante, en el camino, Rodriguero destacó que “es importante darnos cuenta en un tiempo como el que vivimos de que, para poder llegar a que el método sea efectivo, necesitamos muchos estudios previos, tenemos todavía mucha ciencia básica por hacer”.


Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.