"Escuchar, acompañar y no juzgar": cómo ayudar a mujeres víctimas de violencia - RED/ACCIÓN

"Escuchar, acompañar y no juzgar": cómo ayudar a mujeres víctimas de violencia

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Darío Witt es miembros fundador de la Casa Abierta María Pueblo, una organización que desde hace 26 años abre los brazos para mujeres que escapan de tragedias en su hogar. "Atender a víctimas de violencia es acompañar un proceso circunstancial y transitorio en la vida de una persona y aquí acompañamos las luchas que están dispuestas a dar las mujeres, y niñas y niños", explica.

"Escuchar, acompañar y no juzgar": cómo ayudar a mujeres víctimas de violencia

La Casa Abierta María Pueblo nació en La Plata en 1997. Allí llegan mujeres (muchas veces con sus hijos e hijas) que atravesaron situaciones límite de violencia, cuyas vidas corren riesgo. Que escapan de una tragedia. Y en ese lugar, alguien les abre las puertas, las espera con los brazos abiertos.

El equipo de la Casa Abierta María Pueblo está conformado hoy por aproximadamente 22 personas que trabajan ad honorem en distintas áreas como asistencia social, legal, de seguridad, contención psicológica de víctimas, interacción con hospitales y centros de salud, interacción con centros educativos, equipo de rescate de mujeres, niñas y niños y acciones de riesgo, talleres de capacitación y guardería, entre otros.

“Hay un espíritu de ayuda, amor al prójimo y búsqueda de justicia social que es fundamental para ser parte del equipo de Casa Abierta María Pueblo”, señala Darío Witt, abogado y miembro fundador de este lugar.

—¿Cuáles son las premisas que tienen para recibir a mujeres violentadas?
—Casa María Pueblo se transformó en una organización bastante conocida en nuestra región, así como en la provincia e, impensadamente, en distintos lugares del país. Esto hace que recibamos más pedidos de ayuda de los que estamos en condiciones de dar respuestas de manera efectiva. Por eso, nuestra premisa general es tratar de atender a todas las personas que podamos, pero a la vez sin autolastimarnos emocionalmente cuando no pudimos dar las respuestas temporalmente adecuadas a una víctima que se intentó comunicar con nosotrxs y luego se agravó su situación. Las personas que se crean batichicas o supermanes no pueden tener espacio de acción en Casa María Pueblo por la propia dinámica de nuestras intervenciones. Atender a víctimas de violencia es acompañar un proceso circunstancial y transitorio en la vida de una persona y aquí acompañamos las luchas que están dispuestas a dar las mujeres, y niñas y niños (en su inmensa mayoría son quienes nos piden ayuda), esto implica respetar siempre lo que decidan, estemos o no de acuerdo. Nuestra tarea consiste en aconsejar, plantearle alternativas, pero siempre la última palabra la tomará la víctima y su palabra debe ser respetada.

—Tienen más de 26 años de trayectoria y en ese tiempo cambió mucho la conciencia social sobre la violencia. ¿Como impactó eso en la tarea que realizan o en su crecimiento?
—Aprendimos que para realizar esta tarea de la mejor manera debemos bajar nuestros niveles de omnipotencia. Estos fueron necesarios para comenzar y darnos el impulso inicial, pero luego la realidad nos enseñó que íbamos a tener que prepararnos para meternos en líos de manera organizada. Cuando comenzamos no sabíamos el riesgo real de vida que existía para las víctimas y sus niñas y niños, que vivían situaciones de violencia y solicitaban ayuda, así como los riesgos que podían existir para quienes intervenían brindando esa ayuda misma.
Aprendimos también que para hacer el bien no basta con ser bueno, sino que tenés que organizarte. Ahí apareció la necesidad de crear una metodología de intervención, de investigar más el tema, de conocer cómo funcionaban los refugios y el abordaje de la violencia en otros lugares del mundo, a aprender y tratar de compartir experiencia con otras personas y organizaciones, tanto a nivel nacional como internacional.
Seguimos siendo una organización de mediana a chica, que no recibe ninguna ayuda económica del Estado nacional, provincial o municipal (a pesar que ha sido declarada de interés nacional, provincial y municipal). Con el hecho inusitado de que hemos podido atender a muchas miles de personas de manera gratuita en estos 26 años, pero que debido a la inmensidad de la problemática abordada muchas veces sentimos que somos una baldosa en la gran vereda que deberíamos construir.

—¿Qué más aprendieron a lo largo de los años asistiendo a mujeres y familias violentadas?
—Para intervenir en esta problemática (o casi en cualquiera) se debe tener un muy buen humor (a veces hasta humor negro), ya que las cuestiones que abordamos son lo suficientemente serias, demasiadas vidas en riesgo, para que además se le agregue mal humor. La mentalidad positiva y la alta tolerancia a la frustración son virtudes para afrontar la vida en general, pero especialmente para el abordaje de esta problemática estas se transforman en prácticamente en esenciales.
También descubrimos que la violencia intrafamiliar y de género parece ir de la mano de un sistema de resolución de conflictos enmarcado en la cuestión del abuso de poder de lxs más fuertes sobre lxs más débiles a nivel mundial. Por eso es que estamos convencidxs que la desigualdad de derechxs entre los géneros es la desigualdad basal que legitima a todas las demás.

—¿Cuáles son los desafíos más grandes que enfrentan al ayudar a familias?
—Lo primero es ayudar a resguardar la vida de las personas; nunca se debe minimizar una amenaza de muerte en casos de violencia de género. Una vez que está resuelta la situación de riesgo de vida todo lo demás es posible de charlar y ayudar a generar proyectos para que las víctimas circunstanciales puedan retomar sus vidas libres de violencias. Cada proyecto tendrá que ver, como siempre, con la particular situación personal y de vida de cada mujer, niñas y niños de quienes se trate.

—¿Cómo podemos ayudar a las mujeres que sufren violencia?
—Ayudar a mujeres sufren situaciones de violencia intrafamiliar o de género es acompañar desde ese primer pedido de ayuda (que puede ser comunicándose con nosotrxs, con una escuela, con un centro de salud, un centro comunitario, una primer denuncia en una comisaría, etc.). Posiblemente transcurra un período de tiempo más largo entre que esta violencia comienza y se denuncia que en relación a otros tipos de violencia como robos (por factores afectivos y culturales). Escuchar, acompañar el proceso, no juzgar, informar y respetar las decisiones son las reglas generales a seguir ante una mujer que nos plantea este tipo de problemas de violencia.

—¿Cuáles son los logros más valiosos en estos 26 años?
—Haber ayudado a que muchas mujeres, niñas y niños a recomenzar sus proyectos de vida, colaborar a que muchos de ellos sigan con vida. También colaboramos en la detención de más 450 agresores intrafamiliares, miles de exclusiones del hogar de violentos, cientos de rescates de niñas y niños, y colaboramos en la condena de más de 80 abusadores sexuales de menores. También participamos en la sanción y cumplimiento de la primera Ley de Protección Contra la Violencia Familiar, promulgada en enero de 2001.


Esta entrevista fue publicada originalmente en la edición de OXÍGENO del martes 5de septiembre de 2023. Podés suscribirte a la newsletter acá.