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El Laboratorio de Experimentación Periodística será el puente entre RED/ACCIÓN y los estudiantes avanzados de periodismo de Argentina. Un espacio para la exploración de múltiples expresiones narrativas.

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La mujer que encontró en el río Paraná su propia historia

“Si no tengo agua cerca, me ahogo”. Ese es su lema. Vive por el río. Una mujer que contagia a todos su amor por el Paraná. Ella tiene una pasión particular por el agua, por salir de su casa y que lo primero que vea sea el río. Un amor especial hacia algo que considera como si fuera parte de su familia. Y que por su historia, lo es. El río Paraná, el complemento de su vida.

Alejandra Lovrincevich está cerca de los 54 años. De niña no recuerda otra cosa más que el río. Su historia no comienza con ella sino con sus antepasados. Y su historia no terminará en ella sino que perdurará en el tiempo a través de un legado que ella misma dejará plasmado. Un locura personal por el río Paraná.

Su vida fuera del río

Alejandra se casó a los 22 años, tuvo tres hijos a los cuales dedicó su vida, y actualmente tiene una nieta de 8. Al terminar la secundaria empezó una carrera universitaria. Cursó un solo año y debió dejar por problemas económicos. Es así que comenzó sus estudios “de grande”, pero en el transcurso de su vida realizó numerosos cursos como de aromaterapia, estética, masajes con piedras entre otros de su interés. En marzo del 2018, después de haber cursado varios años, se recibió de acompañante terapéutica, y en octubre de asistente en el arte de cuidar. Este año tiene planeado comenzar la carrera de counselor.

Admite que no tuvo una vida sencilla y que debió empezar de cero luego de su divorcio catorce años atrás. Pero que de todas formas no perdió sus ganas de realizar sus sueños y eso fue lo que la impulsó a llegar a ser la persona que es hoy en día. “Hoy soy una mujer feliz, me perdí y me encontré muchas veces lo cual es parte de la evolución, y mi querido y amado siempre estuvo ahí incondicional para llevarse mis penas y traerme las respuestas”, expresó con orgullo Alejandra.

Actualmente trabaja de su profesión. A mediados de 2018, cuando se hizo esta entrevista, cuidaba a un hombre de 76 y a dos mujeres, una de 81 años y la otra de 90. Ella destacó que es muy buena escuchando y conteniendo, que de su profesión le gusta la rama psicológica donde asiste tanto al paciente como a los familiares que se encuentran en crisis por no entender lo que le sucede a su familiar, más en casos de demencia o de alzheimer.

Lo que la impulsó a dedicarse a esta profesión fueron las experiencias de su adolescencia, donde decidió que ella iba a lograr todo lo que se propusiera y que ayudaría a todo aquel que lo necesitara. Y así fue, hoy Alejandra se encuentra cumpliendo todos sus objetivos. Siempre a la par del Paraná, su eterno acompañante.

Alejandra Lovrincevich. / Foto: Gentileza Alejandra Lovrincevich

Su vida dentro del río y la historia de sus antepasados

María Alejandra Lovrincevich, amante del enorme raudal, de su color y de su aroma; afirma que sentarse en la arena al lado del agua es su terapia. Se siente como si estuviera con un psicólogo al aire libre. El río Paraná de la ciudad de Rosario es usado por muchos ciudadanos como un medio de relajación, de meditación, un momento para pensar y analizar la situaciones de su vida desde otro punto de vista. No solo funciona como una actividad para la salud psíquica sino que además esa devoción por el agua del río puede llevar consigo una herencia familiar de importancia, un vínculo que las personas forman con él que no todos tienen. Estas personas tienen sobre esta agua marrón un afecto particular como si el mismo formará parte de su propia familia, lo tratan como otro ser querido, le dan amor, devoción y sobre todo respeto.

La historia de Alejandra tiene su origen con su abuelo el croata, Nikola Lovrincevich, quien llegó a la Argentina en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, que comenzó en 1914 y finalizó en 1918. Ddurante esos años se produjeron masivas inmigraciones desde Europa hacia otros países, uno de sus principales destinos fue Argentina.

En los primeros años de la guerra, él fue uno de los primeros hombres en ser reclutados para combatir. Una parte importante de su juventud la vivió en Croacia mientras se desarrollaba este hecho trascendental hasta que logró escapar en un barco rumbo a la Argentina, país que le salvó la vida. De esta manera, llegó a la ciudad de Rosario.

Lo primero que le sucedió al llegar a la ciudad fue enamorarse profunda y enormemente del río, esto se debió a que en su país natal se encontraba en constante contacto con el mar al ser pescador. Aquí mismo conoció a una mujer criolla que se convertiría en su esposa y el amor de su vida, Emilia Palavecino, abuela de Alejandra. Juntos tuvieron cuatro hijos, uno de ellos Héctor Lovrincevich,el padre de dos hijos, las más chica Alejandra; quién afirma que toda su familia posee una “relación con el río casi piel a piel”.

El placer por el río es una herencia familiar. María Alejandra nació en el río, se crió en el río, y aprendió  a nadar en ese mismo lugar. Su padre la lanzó al agua por primera vez cuando tenía tan solo 3 años de edad. Él y su madre se conocieron en el río ya que ambos remaban desde muy jóvenes en el Club Romero, antiguo club ubicado al lado del Paraná. Toda su familia estuvo siempre en el río.

Sus abuelos, luego de sus jubilaciones, solían tejer medios mundos, redes redondas tejidas con hilo de cobre y una aguja naveta, que son utilizadas para la pesca; era su pasatiempo favorito. “Se pasaban horas y horas tejiendo”. Un día, una mañana bien temprano, Nikola el abuelo de Alejandra fue a pescar como solía acostumbrar. Al volver a su hogar a descansar, se acostó a dormir y jamás despertó; pero se fue contento de haber ido al río esa mañana como todos los días.

Paz, armonía y libertad

“Yo siempre digo que si no tengo cerca agua me ahogo, es una contradicción, pero sinceramente si yo no tengo esto me ahogo”. Este amor que Alejandra siente desde muy pequeña por el río se convirtió en tradición en su vida cotidiana y que de la misma manera que su padre hizo con ella, transmitió su devoción y admiración por el Paraná a sus dos hijas, quienes reman en Kayak y nadan desde pequeñas. María Alejandra considera a la arena, al agua, al río en su todo: como su templo, el cual le proporcionó las respuestas que necesitaba en los momentos más difíciles de su vida.

"El río es mi templo, es mi lugar, es el patio de mi casa, donde puedo venir a descargar mis angustias, a proyectar, a soñar, a hacer amigos, a tomar mates, a charlar, a lo que sea. Es una locura total porque yo siento que esto es mío. Paz, armonía y libertad, son las tres palabras que usaría para definirlo, y también un poco de locura”, así describe esa relación tan estrecha que la une al río..

A razón de la conmovedora historia de Alejandra, sobre su pasado, su herencia, su presente y su futuro, de la relación íntima que tiene con el río, se puede ver que no todas las personas tienen a la costa, a la arena, y al agua del Río Paraná como un lugar meramente de trabajo, o de distracción para los momentos de ocio, o de espacio físico para realizar ejercicio. El río genera vínculos irrompibles, vitales como es el caso de Alejandra, entre las personas y su paisaje. Así, el Paraná de Rosario no solo es un punto geográfico más marcado en un mapa, es “una bendición”.

Nota del editor: La crónica fue realizada en agosto del 2018.

Esta es una de las tres producciones periodísticas realizadas en el marco del primer taller del Laboratorio de Experimentación Periodística de RED/ACCIÓN. Se desarrolló en la Universidad Abierta Interamericana de Rosario en 2018 y se denominó “Una ciudad y un río: Rosario, historias del Paraná”. El taller fue dirigido por Juan Mascardi y Aníbal Rossi.

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Cómo son las normas de convivencia y navegación en el río más extenso de la Argentina

En el río hay prioridades. Reglas que alguien escribió para que primero pasen unos y después otros. En el río, la prioridad no depende del tamaño, sino de la capacidad de maniobra. El kayak tiene prioridad ante las lanchas, pero no ante los veleros. Y los buques tienen paso prioritario en el canal comercial.

En el río, como en la calle, las prioridades no siempre se respetan. Así como el peatón frena para que el auto pase, los kayaks dejan paso a las lanchas por miedo a que los choquen. Gustavo Correu es nadador aficionado y asume que “la gente, como se comporta en la calle se comporta en el río”. Hay un orden de prioridad establecido y ante la duda, debe primar la razón, el respeto y la cortesía, dice el manual de buenas prácticas.

Convivir el río quizás solo sea una cuestión de comportamiento.

El nadador que no regresó

El Turco salió a nadar a eso de las dos de la tarde de un miércoles de noviembre, cuando recién empezaba la temporada. Era un regalo que se hacía. Amaba el contacto con las aguas marrones del Paraná y aunque el río nunca es el mismo, parecía que después de tantos años se conocían. Entrenaba para una travesía junto con dos compañeros y los tres llevaban su torpedo reglamentario, un cono naranja fosforescente que los hacía visibles. Marcelo “Turco” Abram, periodista del diario La Capital y padre de Lucía, nadaba paralelo a la costa en la zona norte de Rosario, cuando una lancha lo pasó por arriba. Tenía 51 años.

Los números del agua

El Paraná es una de las principales reservas de agua dulce del mundo. Es el río más extenso de Argentina y el segundo más caudaloso de Sudamérica, después del Amazonas. Nace en los estados brasileños de São Paulo y Minas Gerais y no pasa desapercibido: moviliza un caudal de 16 mil metros cúbicos de agua por segundo, algo así como 480 millones de botellas de un litro volcadas en un contenedor cada minuto. Luego, baja por Paraguay y atraviesa el norte argentino hasta el Río de la Plata. En ese recorrido baña la costa de la ciudad de Rosario con un frondoso corredor de 116 metros de ancho. Durante el 2017, el sector rosarino del Paraná albergó a 5 mil buques comerciales y 35 mil barcazas y en los meses de verano sumó 31 mil  embarcaciones, entre motor y remo que junto a nadadores y bañistas confluyeron para disfrutar, desafiarse y sentir la naturaleza.

El remedio que llegó tarde

La falta de un protocolo de cruce y de un sistema de seguridad adecuado, sumado a la tragedia de Marcelo, convirtieron el cruce a nado del Paraná en una postal del pasado. Gustavo, un nadador aficionado, cuenta que antes del accidente, las prácticas se hacían en aguas abiertas y muchas veces los nadadores frenaban para dar paso a una embarcación deportiva. Después, se prohibió el cruce del canal y se habilitó el carril exclusivo. Como la mayoría de las veces, la sociedad y sus jefes llegaron tarde.

Claudio González, periodista de La Capital y compañero de redacción del Turco considera que la solución está “en hacer campañas de concientización hasta que la gente cumpla” o implementar la fórmula que rima pero parece imposible de alcanzar: educación, prevención y sanción. Hoy, cruzar el Paraná, implica sortear un flujo indeterminado de objetos y personas que circula en todas las direcciones. En ese escenario de desprotección, el compromiso y la responsabilidad de los involucrados parece ser el único norte.

La empatía, una habilidad que se aprende

Para convivir en el río, es urgente ponerse en el lugar del otro. Que el kayakista sepa qué va a hacer la lancha y, a su vez, que el timonel entienda cómo va a reaccionar el kayak. Pero para eso hay que formarse. “El río es muy lindo cuando está planchado, hay sol y no hay viento, pero en los días que el clima cambia de repente, hay que saber qué hacer”, dice Francisco Gerominez, instructor de kayak y profe de la escuelita Al otro lado del río. Francisco trata de no enojarse pero le molesta mucho el oleaje que generan las lanchas. Cree que es una desconsideración muy grande para los que van a remo y que es un poco de inconsciencia y un poco de ignorancia.

En Rosario, quien lo desee puede alquilar un kayak y salir a navegar porque no se exige ningún carnet. Algunos dicen que ahí está el problema y otros, que ese carnet solucionaría poco. En la calle, todos lo tienen, pero como en el río, las infracciones crecen, los accidentes ocurren y la convivencia se rompe.

Las reglas del juego

Cada actor juzga las fallas desde su perspectiva y busca proteger a su colectivo, pero todos coinciden en que el respeto por las reglas es otra de las claves de la convivencia. Jorge Suprun es práctico, y después de una larga trayectoria arriba de barcos de todos los tamaños, décadas de formación profesional, cientos de horas de entrenamiento y varios exámenes rendidos, conoce el Paraná como a él mismo. El práctico es un marino experimentado que asesora a los capitanes de los buques para entrar y salir en las máximas condiciones de seguridad. Jorge cree que solo se convive respetando las prioridades de paso, las zonas de prohibición de cruce y las zonas de fondeos. Para Jorge, el río es su mejor amigo, y como en toda relación, hay reglas.

Uno de los dos compañeros de Marcelo avanzaba concentrado cuando escuchó un ruido, vio una lancha acercándose y enseguida, los gritos de auxilio. Socorrió a su amigo junto con un guardavida y otras personas que ayudaron en la costa. La ambulancia nunca llegó. El Turco fue trasladado en una camioneta hasta el hospital Eva Perón, pero no fue operado. La hélice de la embarcación le había hecho demasiado daño. “Uno de los redactores hablaba con alguien por teléfono y nos dimos cuenta que era una mala noticia. Cortó y nos dijo a todos que el Turco había sido atropellado y que estaba muy grave. A la hora y media supimos que había fallecido”, recuerda Claudio, su compañero de La Capital. La causa se caratuló como homicidio culposo.

La estructura del control

En el tercer piso de un edificio antiguo de color blanco, ubicado en la avenida Belgrano, está la Oficina de Control de Tráfico de Prefectura. Al entrar, un ventanal gigante deja ver al río de fondo. Seis pantallas muestran datos, varias personas chequean sus computadoras, un capitán de barco comunica su ubicación por radio. Ahí adentro, donde el silencio se escucha, pocos gestos alcanzan para comunicarse.

Es como un mundo aparte, donde todos saben lo que hacen. Supervisan su jurisdicción a través de radares durante las 24 horas y recolectan la información necesaria para prevenir a los capitanes de embarcaciones, a los clubes náuticos, a los muelles y a las guarderías. Alertan sobre las condiciones meteorológicas y el tráfico fluvial y prohíben la circulación cuando hay vientos fuertes o nieblas espesas. Ellos son el peaje que decide quién entra y quién no. Pedro Vila es el Jefe del Centro de Control de Tráfico y cuenta que ante la noticia de un accidente y aunque parezca evidente, lo primordial es ir al lugar del hecho y rescatar a la persona que esté en riesgo, el resto es administrativo y de esa segunda parte se desentienden.

En los meses de temporada alta, la Prefectura aumenta los controles para verificar que todos estén cumpliendo. Sin embargo, Pedro cree que más allá de las reglas, hay que apelar a las personas.

Oficina de Control de Tráfico de la Prefectura Naval Argentina en Rosario.

Cinco años y medio después de aquel miércoles 14 de noviembre de 2012 se dictó la sentencia definitiva: el timonel a cargo de la lancha que arrolló al periodista de La Capital fue condenado a realizar trabajos comunitarios durante dos años en el merendero “Centro de Buenas Noticias", a servir el desayuno en el barrio Quom y a asistir a un programa de reeducación para condenados por delitos viales. Graciela Chatlos, expareja del periodista y madre de Lucía, la hija de ambos, agradeció por las redes sociales a todos los que la acompañaron en estos años de lucha y espera, y le pidió a Marcelo que descanse en paz. Ya era hora.

Hoy, en el lugar exacto donde fue atropellado Abram, hay un corredor exclusivo para nadadores que lleva su nombre. El Turco dejó la vida para que sus compañeros puedan nadar más protegidos. Todavía faltan medidas de seguridad y de control, pero sobre todo conciencia y compañerismo, para dejar de ser una sociedad dormida que solo se despierta con rigor. En el río, como en la calle, ponerse en el lugar del otro sigue siendo un desafío pendiente.

Nota del editor: La crónica fue realizada en agosto del 2018.

Esta es una de las tres producciones periodísticas realizadas en el marco del primer taller del Laboratorio de Experimentación Periodística de RED/ACCIÓN. Se desarrolló en la Universidad Abierta Interamericana de Rosario en 2018 y se denominó “Una ciudad y un río: Rosario, historias del Paraná”. El taller fue dirigido por Juan Mascardi y Aníbal Rossi.

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República de La Sexta, el barrio frente al Paraná que define su existencia

Hace cuatro años que Rosario existe en el mundo Street View. Gracias, Google. Es 2018, y todavía no hay registro de la calle Beruti– a la que todos llaman Berruti, con el sonido vibrante característico de la doble erre.  Estoy en medio de ese barrio llamado República de La Sexta, en Rosario, provincia de Santa Fe.

Un anciano en bicicleta saluda con un ademán de cabeza. En la vereda, un grupo de mujeres se reúne en una peluquería a cielo abierto. El ritmo de los pasillos es el reguetón de moda; el pulso, la pelota que pega en la pared. La Sexta es una yuxtaposición de elementos casi barroca, un barrio incrustado en medio del Distrito Centro, que se prolonga en un balcón hacia el río Paraná. Una presencia que inquieta, precisamente porque su existencia no puede terminar de definirse.

Avenida, ¿de la Universidad?

En 2018 se firmó un acuerdo de cooperación entre el Gobierno de Santa Fe, la Municipalidad de Rosario y la Universidad Nacional de Rosario para desarrollar la transformación urbana integral del barrio La Sexta. Contiene una serie de proyectos de ordenamiento que prevén, en un principio, la construcción de 321 viviendas, para mejorar las condiciones de habitabilidad del barrio, y de una nueva avenida sobre calle Beruti, que delimitará el campus universitario y conectará el Parque Urquiza con Avenida 27 de Febrero. En una instancia posterior, se proyecta la creación de espacios públicos. El río, a esta altura, no tiene conexión con la costa céntrica. El fin de la propuesta es integrar los sectores sur, centro y norte linderos al Paraná con un presupuesto de mil millones de pesos.

(Proyecto de CUR, Ciudad Universitaria Rosario.)

Un número en cada puerta

Mi presencia aquí es disruptiva. La inscripción que reza Universidad Nacional de Rosario sobre la pared de la Ciudad Universitaria –popularmente conocida como La Siberia– marca una distancia insalvable con el mundo del otro, al que algunos llamarían villero, y al que yo llamaré vecino. Me observan. También ellos me han leído a mí: un extraño en territorio desconocido.

Algunas breves charlas con la gente me van guiando en dirección a La Rigoberta. Los números en rojo en cada casa marcan un recorrido. Tras cuatro o cinco cuadras, llego al pasillo donde vive Mónica Montenegro.

– Un día volví de trabajar y estaba ahí – me dice Mónica, en referencia al veinticuatro pintado en su puerta.

Entre enero y febrero del 2018, personal del Instituto Municipal de Salud Animal (IMUSA) se presentó en el barrio con el argumento de “la esterilización de mascotas”: ¿Cuánto ganás? ¿Cuántas personas viven en tu casa? ¿Tenés documento? En las mismas semanas, el Plan Abre desembarcó con un censo poblacional en La Sexta.

Mónica, como fundadora de la asociación civil La Rigoberta, asiste periódicamente, desde hace más de un año, a una mesa de negociación barrial con autoridades municipales. Sin embargo, se enteró, al igual que el resto de sus vecinos, del proyecto de transformación del barrio por un número pintado en su casa.

La Rigoberta existe desde 1989. Nació a raíz de la crisis económica, como una asociación de mujeres que se reunían para hacer ollas populares. Cuando los maridos que trabajaban en el puerto quedaron desempleados, las mujeres del barrio se agruparon con un objetivo común: hacer frente a la situación. A ellas se sumaron un grupo de antropólogas persiguiendo una militancia más comprometida. Su propósito permanece intacto hoy en día, dando copas de leche, apoyo escolar y desarrollando actividades culturales.

"No a los desalojos, sí a la titularidad"

Estoy caminando por Beruti, a la altura de Cerrito. Al este, veo la universidad. Abajo, el río Paraná, presencia implícita en el imaginario colectivo. Avenida Pellegrini, al norte. Al sur, Avenida 27 de Febrero y, más allá, periferia. Al oeste, se acercan la regularidad y el orden urbano, insignias de una clase media que se percibe como tal.

La pared que observo es el lienzo de un reclamo: La Sexta Resiste. En 2009, tras los intentos de desalojo en Ituzaingo 60 bis, el grupo de vecinos comenzó a reunirse en una asamblea barrial bajo la premisa de pedir por la titularidad de sus viviendas. Nueve años después, la situación todavía dista de una solución.

La propiedad de los terrenos comprendidos entre el río, Av. Pellegrini, Esmeralda y La Paz es motivo de disputa desde los inicios del barrio. Estas tierras, originalmente pertenecientes al ferrocarril, fueron desafectadas de su uso original en 1958 y cedidas a la Universidad del Litoral, actualmente Universidad Nacional de Rosario (UNR).  

Geografías de la desigualdad

Los orígenes de la República de la Sexta están ligados al Paraná. En la primera mitad del siglo XIX, el puerto funcionaba como una promesa que auguraba prosperidad económica. La topografía del barrio se delimitó en base a la forma del agua. La posibilidad de “hacerse la América” en la Chicago argentina atrajo a un gran número de jóvenes esperanzados. De hecho, muchos de los migrantes se desplazaron desde Corrientes, Chaco y Santiago del Estero, en un tránsito terrestre que fluía análogo a las corrientes marrones.

–Nos acusan de estar de espaldas al río, pero de espaldas estaba la alta sociedad rosarina, que no quería que sus hijos se mezclaran con los portuarios y las prostitutas del Bajo, cuenta Rossi, uno de los tantos embarcados. Ya en esa época, se dejaba ver la cesura entre el norte paquete y el sur obrero, con Pellegrini -vía de muchos carriles, bares, edificios y bancos- trazando la frontera.

Silvia Bianchi, una de las antropólogas de La Rigoberta, rememora el mito fundante de la Sexta. Tras el derrocamiento de Perón en el 55, a manos de la Revolución Libertadora -fusiladora en sus términos- el barrio se declara autónomo: “Los rusos, los yankis y la oligarquía reconocen el gobierno de facto, nosotros no. Somos República Liberada de la Sexta”.

Es desde que el barrio se constituyó como tal que la amenaza del desalojo está latente.

–Nos sacaron de nuestra casa de material y nos metieron en cuatro chapas de cartón negro en el mes de mayo -dice Mónica-. Yo tenía 14 años y estaba embarazada. Entre el 76 y el 82, hubo dos desalojos que permanecen en la memoria colectiva por lo violento de la situación.

Hoy, la promesa de transformación integral del barrio revive viejas heridas. Los desencuentros entre las autoridades y la comunidad registran falta de diálogo y hostigamiento policial. En un intento de funcionar como un nexo entre los vecinos y las autoridades, La Sexta Resiste y La Rigoberta se constituyeron como focos de representación vecinal. La idea de resistencia, presente de forma nominal en la primera, se replica en sus acciones concretas: festivales, cortes de calles y manifestaciones. La Rigoberta, en cambio, como asociación civil, recurre al Concejo en busca de respuestas.

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Un terreno en disputa: las voces de las autoridades

Desde el 16 de mayo de 2018, el Concejo Municipal de Rosario interviene activamente en la situación, incluyendo por primera vez a las organizaciones vecinales en la revisión del proyecto. Se trabajó en una ordenanza que intenta sentar criterios para prever las futuras inversiones privadas.

“Tratamos de trabajar sin seguridad. Cuando la empresa quiso realizar la extracción de muestras del suelo hubo agresiones. Fueron ellos quienes eligieron contratarla”, sostiene Manuel Sciutto, presidente de Servicio Público de la Vivienda y Hábitat, de la Municipalidad de Rosario.

“Para extraer muestras del suelo, la Municipalidad lleva policías al barrio. Esto genera un enfrentamiento que resultó en represión; lo tuvimos que subsanar y hasta reparar desde el Concejo”, afirma Fernanda Gigliani, edil por Iniciativa Popular.

Eduardo Toniolli, concejal por el Partido Justicialista, aduce que las fallas se deben a desprolijidades. “Hubo mala inclusión de la comunidad en la discusión del proyecto. El paso por el Concejo, incorporó la visión de distintos grupos de vecinos, que quedaron conformes luego de la intervención”, argumenta.  

“Como en cualquier proceso de reubicación, es difícil que haya unanimidad. Más allá del comienzo, pese a la represión que condenamos, estoy satisfecha con lo conseguido”, se refiere a la transformación integral del barrio, María Eugenia Schmuck, concejala del bloque de la UCR.

Según el diputado provincial Carlos Del Frade, por el Frente Social y Popular, los vecinos fueron los que generaron instancias de diálogo, luego de los enfrentamientos. “Me sorprendió cuando nos dijeron que desde comienzo del año venían negociando con las familias, porque esto no había sido explicitado, ni presentado públicamente”.

“Lo único que daría duda a la especulación inmobiliaria sería este sector, que es área de reserva y, como es frentista a parque público, tiene altura libre”, dice Claudia Rosenstein, una de las arquitectas que representa en el proyecto a la UNR, en relación a la barranca a la que me enfrento.

La vista del río me hace repensar sus palabras. Aquí, en la República de la Sexta, la intimidad se vuelve calle. Un pedazo de pampa se encaja entre las antiguas vías del ferrocarril, el centro y el río Paraná. Esta es la única zona de la costa que aún conserva su tinte popular. ¿Por cuánto tiempo?

Nota del editor: La crónica fue realizada en agosto del 2018. Luego de la producción transmedia, hubo incidentes y protestas. Varios vecinos del Barrio República de La Sexta denunciaron maniobras represivas y de desalojo por parte de las fuerzas de seguridad.

Esta es una de las tres producciones periodísticas realizadas en el marco del primer taller del Laboratorio de Experimentación Periodística de RED/ACCIÓN. Se desarrolló en la Universidad Abierta Interamericana de Rosario en 2018 y se denominó “Una ciudad y un río: Rosario, historias del Paraná”. El taller fue dirigido por Juan Mascardi y Aníbal Rossi.

Presentamos el LAB de RED/ACCIÓN

El periodismo necesita experimentar en narrativas y estructuras

No es común que un medio de comunicación posea como política la experimentación. Tampoco es común que ese medio se interpele y se deje interpelar. A los medios les cuesta la autocrítica, siguen ejerciendo el poder en ese espacio de poder, mientras evitan que los flujos de información penetren y derramen en las redacciones. Pero no todos los medios son así. Suele haber excepciones y ésta es una de ellas. 

A mediados de febrero del 2018 conocí el proyecto RED/ACCIÓN cuando aún era un boceto, cuando era una idea que comenzaba a caminar sustentando sus bases en un modo de pensar, producir y distribuir la información. 

Todo lo que percibí en esa concepción tenía una coherencia absoluta con el ideario que uno posee sobre el periodismo, un periodismo humano, de acción, que no solo narre la realidad sino que brinde herramientas para transformar aquello que narramos. De aquel primer encuentro surgió la posibilidad de pensar en un ciclo de talleres que conecte a estudiantes con el medio, y que la experiencia de aquellos estudiantes sea transformadora al estar en contacto con la realidad. La idea creció. En Rosario, junto a Aníbal Rossi, le dimos forma a esa idea. Y los talleres no fueron talleres sino que se transformó en una creación: el Laboratorio de Experimentación Periodística. 

El periodismo y la inclusión

El Laboratorio de Experimentación Periodística de RED/ACCIÓN es un espacio que vincula, en esta primera etapa, a estudiantes de periodismo y comunicación con el desarrollo de un nuevo medio de comunicación donde se promueve un perfil polivalente de los asistentes. Se precisan catalizadores plenos de talento que interpreten los medios como vehículos de desarrollo e inclusión. Todas las prácticas promovidas por el laboratorio están complementadas con contenidos humanísticos, culturales y artísticos, que enriquecen la formación de estudiantes avanzados de distintas universidades y tecnicaturas ampliando su universo creativo y humano. Y así debutamos en Rosario con el primer encuentro transmedia: “Una ciudad y un río: Rosario, historias del Paraná”

Elegimos el río para escapar del estereotipo de una mirada paisajística, esa que se promueve en los folletos turísticos. Elegimos el río por el fluir potente, porque consideramos que en ese torrente que surca provincias y países podía habitar una posibilidad narrativa de los nuevos creadores. Y así, los primeros participantes de este experimento salieron a empaparse de ideas. Buscaron personajes, temas, espacios y historias que viven y laten no solo en las márgenes, sino en el adentro y en el afuera del Paraná.

Los primeros integrantes del LAB

El primer grupo que participó de la experiencia es heterogéneo, en edades y en recorridos. Hay estudiantes de Ciencia Política, Letras, Comunicación Social y Periodismo. También una abogada con ansias de comunicación. Eso nos permitió abordar los ejes temáticos interdisciplinariamente. Trabajamos con tres grupos y hay tres historias: una mujer que medita, un barrio que se forjó frente al río y ahora transita un eventual desalojo y una historia de convivencia y tolerancia entre todos los actores de interactúan en el Paraná. 

Ayelén Portaluppi - ISET XVIII y UNR
Lara Martina - Lic. en Letras - UNR
Sabrina Fernanda Krivocapich - UNR
Blas Rubinich - ISET XVIII y UNR
Alida Könekamp - TEA Rosario
Natali Tovares - ISET XVIII y UNR
Chiara Ibarra - UNR
Sofía López King - UNR
Luz Buchensky - Licenciatura en Ciencia Política – UNR

En la exploración narrativa también navegamos. Transitamos desde el diseño transmedia: ¿qué historias vamos a contar y de qué manera?, pasando por el diseño de la estrategia de distribución de la narrativa. 

En el plano audiovisual, diferenciamos relatos: entre la crónica diaria, el microrrelato y el vivo constante. También profundizamos sobre especificaciones del periodismo de datos, su obtención, procesamiento y visualización. Y decidimos que los textos estuvieran escritos desde el formato que nos otorga la crónica. 

Relatos sin fecha de vencimiento. Historias que pueden ser leídas hoy, mañana o pasado y que seguirán teniendo esa magia de hacerte sentir parte de la historia. Porque la crónica es un género bicéfalo: Gabriel García Márquez, la definía como “un cuento que es verdad”. En esa frase se contiene su esencia doble: a ratos informativa y periodística, pero también estética y literaria.

Presentamos el LAB de RED/ACCIÓN

El Laboratorio de Experimentación Periodística será el puente entre RED/ACCIÓN y los estudiantes avanzados de periodismo de Argentina. Un espacio para la exploración de múltiples expresiones narrativas.

El Laboratorio de Experimentación Periodística se propone tender un puente, ser un nexo entre el medio y los estudiantes avanzados de facultades e institutos de periodismo y comunicación de Argentina. Crecer en red, ser un nexo, recorrer distintos lugares del país, con el espíritu de reconocernos en experiencias innovadoras. Creemos que la tecnología posibilita la exploración en múltiples expresiones narrativas por ello este espacio propone vincular a los estudiantes con el desarrollo de un nuevo medio de comunicación destacando un perfil polivalente. Se precisan catalizadores plenos de talento que interpreten los medios como vehículos de desarrollo e inclusión.

Todos los conocimientos y prácticas promovidas por el laboratorio están complementados con contenidos humanísticos, culturales y artísticos, que enriquecen la formación ampliando su universo creativo y humano.

Dentro de los objetivos generales, la capacitación apunta a generar competencias y criterios para la producción de proyectos de comunicación orientados a una narrativa convergente. También es fundamental que los estudiantes desarrollen una conciencia crítica respecto de la realidad y entorno a la concepción de los productos de difusión masiva. Vamos a explorar estéticas y narrativas. Crearemos piezas periodísticas asumiendo un riesgo creativo: no replicar los esquemas preestablecidos por la industria de los medios.

El Laboratorio es un espacio de encuentro. Daremos un salto que es una búsqueda y un encuentro. Narrar es narrarnos. Es, ni más ni menos, un gesto sensible, noble y humano.

Si querés mantenerte al tanto de la actividad del Laboratorio o sugerir alguna propuesta, escribinos a [email protected]