Un debate con ganador - RED/ACCIÓN

Un debate con ganador

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Independientemente de la performance de los candidatos en los debates electorales, que no parece incidir demasiado en la decisión del voto, el ganador es siempre el ciudadano: los políticos se exponen a la lupa de la opinión pública y el sistema político gana en calidad y transparencia.

Un debate con ganador

Intervención: Marisol Echarri.

¡Buenos días! Independientemente de la performance de los candidatos en los debates electorales, que no parece incidir demasiado en la decisión del voto, el ganador es siempre el ciudadano: los políticos se exponen a la lupa de la opinión pública y el sistema político gana en calidad y transparencia.
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Intervención: Marisol Echarri.

Arena política. Todo empezó en 1960, cuando John Kennedy y Richard Nixon se enfrentaron en el primer debate televisado de candidatos presidenciales de la historia. La reacción de la opinión pública resultó sorprendente: la mayoría de quienes lo siguieron por radio daban por ganador a Nixon —que había resultado más sólido en sus argumentos—, mientras que los que lo vieron por televisión estaban cautivados por el aplomo hollywoodense y el bronceado perfecto de JFK. Desde entonces quedó confirmado que los debates mezclan seriedad y espectáculo. Y que las audiencias quieren algo más que propuestas sólidas y bien argumentadas.

Treinta y tres son los países que cultivan la tradición de los debates entre candidatos. El espectro va desde democracias modelo como Suecia, Nueva Zelanda o Canadá, hasta otras menos reputadas como Guatemala o Irán. En la Argentina es ley desde 2016 y ya vamos por la tercera edición (segunda obligatoria) en las que nuestros próceres se lucen delante de las cámaras. La dinámica va perdiendo acartonamiento de a poco, a medida que la Cámara Nacional Electoral consigue que los equipos de campaña de los candidatos acepten tomar más riesgos. Nadie más temeroso que un político que cree que puede perder votos.

La abundancia de columnas analizando la performance de los contendientes del domingo pasado aconseja ensayar acá otro enfoque. El de la audiencia:

·   Televisión. Picos de 44 puntos de rating, lo que equivale a casi 5 millones de personas. Mucho, si se compara con cualquier programa televisivo, incluso a niveles de los partidos de la Selección durante la Copa del Mundo. Pero poco si se lo mide contra los 61.3 puntos que alcanzó la edición 2019. O sea, consistencia con el 31% que este año decidió no votar en las PASO. Apatía.

·   Redes. Una multitud hiperpolitizada se lanzó a las redes sociales a compartir sus miradas sobre el debate: escasos comentarios sobre las propuestas de los candidatos y mucho sobre el aspecto humorístico de la contienda. 39 millones de usuarios impactados, con memes y sarcasmos cruzados. Según la consultora Taquión, el más atacado, Milei, con 37% de mensajes negativos. La más elogiada, Bullrich, con 50% de positivos.

·   Ventaja. Se lleva más rédito quien hace más diferencia en términos de conocimiento y valoración positiva, si se compara con la situación previa al debate. Schiaretti, por lejos, el más beneficiado. Sobre él fueron la mayoría de las búsquedas de Google. Fuera de su Córdoba natal, no eran tantos los que lo conocían hasta hace una semana. Ahora, comparte podio con la Mona Jiménez y Rodrigo.

·   Análisis. Periodistas, analistas políticos y ciudadanos comunes redundan: pobreza de argumentos, oportunidad perdida, omisión de temas clave. Cómo es que no le pegaron a Massa por el Insaurraldegate y “Chocolate” Rigau. Ni por su alianza con el kirchnerismo. Por qué no le preguntaron a Milei sobre la dolarización. O sobre la venta de órganos. O sobre sus diálogos con el espíritu Conan, su perro muerto... La audiencia quería sangre. Y no hubo. O no suficiente.

·   Perlas. Al final, los debates se cifran en lo que la gente recuerda, no en los argumentos rigurosos ni los datos certeros. El “en qué te has convertido, Daniel” con que Macri supo chicanear a Scioli en 2015 son el “el rincón del vago” y el “gatito mimoso” con los que ahora Bregman, suelta de lengua, domestica a Massa y Milei. La explosión de memes lo confirma.

¿Quién ganó el debate? Ninguno de los candidatos. O los cinco. En todo caso ganaron los millones de argentinos que pudieron ver cómo son Bullrich, Milei, Schiaretti, Massa y Bregman cuando se suben a un escenario y tratan de mostrarnos su mejor versión. Si se mira con cuidado, ya dejaron a la vista lo que necesitamos para decidir. El próximo domingo, la parte dos del show. Por si alguno estaba distraído.

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Tres preguntas a Rachel Nuwer. Es una periodista estadounidense, especializada en temas científicos, que escribe regularmente en Scientific American, The New York Times y National Geographic, entre otros medios.

—¿Cuál es la influencia de los debates en la decisión del voto en las elecciones?

—Durante años, los investigadores han sospechado que los debates presidenciales tienen una influencia mínima o inexistente en los resultados electorales. Sin embargo, la mayoría de los estudios se centraban en un solo debate o elección, hasta que en 2019 los profesores Vincent Pons y Caroline Le Pennec elaboraron un documento que analizaba la influencia de 56 debates televisivos en 31 elecciones en los Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Canadá y otros tres países. Los datos incluían a 94.000 personas que fueron entrevistadas antes y después de una elección para ver por quién planeaban votar y a quién terminaron eligiendo en realidad. Las encuestas se llevaron a cabo en los dos meses previos a las elecciones, y cada día se entrevistó a un grupo diferente de personas. Este enfoque permitió a los investigadores determinar el porcentaje de personas que habían decidido su elección final a medida que se acercaba el día de las elecciones y probar cualquier efecto inmediatamente antes y después de un debate. En contra de lo que podría pensarse, en todos los sistemas de votación y tipos de elecciones, Pons y Le Pennec descubrieron que los debates no ayudaban a los votantes indecisos a tomar una decisión ni hacían que aquellos que ya habían tomado una decisión cambiaran de candidato.

—¿Cuál es la razón de esa falta de impacto de los debates en la toma de decisiones?

—Es probable que una variedad de factores contribuya a la ineficacia de los debates presidenciales para ayudar a las personas a decidir cómo votar. Para empezar, muchas de las personas que se toman el tiempo de ver los debates son personas muy involucradas en la política, por lo que ya se han comprometido con un candidato en particular. Especialmente en los Estados Unidos, cuando realmente se celebran elecciones, los candidatos han estado haciendo campaña durante meses, lo que les da a los estadounidenses tiempo suficiente para haber tomado una decisión. E incluso si sucede algo sensacional en un debate y causa un revuelo más amplio, los efectos tienden a ser pequeños y desvanecerse en el momento de las elecciones. Los debates son eventos de corto plazo, por lo que tienen menos efecto en las decisiones de las personas. Estas actuaciones simplemente se añaden a esta gigantesca pila de información. Además, a diferencia de muchos otros países desarrollados, Estados Unidos tiene sólo dos partidos políticos importantes, una dicotomía que contribuye a profundas divisiones ideológicas y una fuerte mentalidad de nosotros contra ellos. En comparación con los ciudadanos de otros países, los votantes estadounidenses tienen muchas menos probabilidades de cambiar su decisión en los dos meses previos a una elección.

—¿Para qué sirven entonces los debates? ¿Por qué la gente los ve?

—Según Jay Van Bavel, profesor asociado de Psicología y Neurología en la Universidad de Nueva York, la mayoría de las personas que ven los debates no lo hacen para ser persuadidos sino para ver cómo su candidato va a dominar, difamar o avergonzar al otro candidato. Independientemente de lo que realmente suceda en un debate, la evidencia también indica que muchos espectadores filtran lo que ven de una manera que se alinea con sus objetivos e identidad. El mismo Van Bavel también descubrió que, dependiendo del partido político al que pertenezcan, las personas a las que se les mostraron clips de un debate de 2016 entre Hillary Clinton y Donald Trump prestaron atención selectivamente a diferentes partes y recordaron lo que sucedió de manera diferente. Cuando se tiene un sesgo ideológico, la gente casi siempre confirma lo que ya creía antes de que comenzara el debate, sin importar lo que hayan visto u oído.

Las tres preguntas a Rachel Nuwer se tomaron del artículo publicado en Scientific American en 2020 bajo el título “Presidential Debates Have Shockingly Little Effect on Election Outcomes”. Para acceder a la nota completa podés hacer click acá.

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Debate. “Los debates tienen la finalidad de dar a conocer y debatir ante el electorado las plataformas electorales de los partidos, frentes o agrupaciones políticas. El Debate Presidencial es un derecho de la ciudadanía que permite conocer en un mismo momento y en un mismo lugar las propuestas de aquellos que aspiran a ocupar la presidencia de la Nación”. Así reza la página de la Cámara Nacional Electoral, que explica además el reglamento, quiénes son los miembros del Consejo Asesor y demás detalles definidos por la Ley 27.337, que es la que hizo obligatoria en la Argentina esta práctica democrática. Cinco minutos útiles para cualquier ciudadano.

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Academia. Aunque muchas investigaciones sobre debates presidenciales indican que estos eventos en general sólo refuerzan las preferencias de los ciudadanos por los candidatos y muy ocasionalmente llevan a las personas a cambiar su elección de presidente, este artículo cuestiona esta visión tomando como base tres estudios encargados por CBS/New York Times. Los resultados muestran que las preferencias de muchos individuos se vieron reforzadas, pero que también había espacio para que los debates cambiaran las preferencias de los ciudadanos, especialmente entre quienes estaban indecisos o estaban débilmente comprometidos con uno de los candidatos. Una posible consecuencia de estos hallazgos es que los debates podrían tener un efecto mayor en el resultado de las elecciones de lo que se pensaba anteriormente.

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Oportunidades laborales

Accenture Argentina activó la búsqueda de Thought Leadership Research Manager.

Edelman Argentina mantiene abierta su búsqueda de Head of Digital Comms

Hasta acá llegamos esta semana. ¡Hasta el próximo miércoles!

Juan

Con apoyo de

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