Una epidemia oculta: el suicidio adolescente - RED/ACCIÓN

Una epidemia oculta: el suicidio adolescente

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Los paradigmas en relación al suicidio han cambiado y hoy los expertos coinciden en que la mejor manera de prevernirlos es no escondiendo esta realidad.

Una epidemia oculta: el suicidio adolescente

Intervención: Marisol Echarri.

¡Buenos días! Los paradigmas en relación al suicidio han cambiado y hoy los expertos coinciden en que la mejor manera de prevernirlos es no esconder esta realidad.

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Intervención: Marisol Echarri.

Todos los días vivimos una epidemia. En nuestro país, cada día, ocho personas se suicidan. Es una epidemia oculta: no solemos hablar de eso.

De estas ocho muertes diarias, cinco son suicidios de menores de 24 años. Esta epidemia oculta tiene muchas razones. Lo primero que dicen quienes saben es que en estos tiempos en los que la mirada con el suicidio ha cambiado, lo primero que hay que hacer es hablar del tema. No hay motivo para no hablar de las estadísticas de suicidio. Y sacar el tema a la luz es un primer paso para buscar soluciones.

Antes se pensaba que un suicidio generaba un efecto contagio. Pero, en realidad, lo que ocurría era que al producirse el suicidio muchos lo relacionaban con otros casos que habían ocurrido. El supuesto contagio en realidad significaba que el tema adquiría visibilidad: contar un caso invitaba a que se contaran otros que habían ocurrido.

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Las razones del suicidio son complejísimas. Cada vez se tiene más misericordia de la persona que se quita la vida. Se entiende que las razones son múltiples, varias de ellas inexplicables. Pero se entiende que quien se suicida no es un culpable, sino una víctima.

La sociedad ha evolucionado mucho en trabajar en la prevención. Ya no solo los psicólogos y psiquiatras pueden advertir síntomas de una persona que sopesa el suicidio, sino que lo pueden percibir las familias y el entorno cercano. Comenzaron a desarrollarse talleres en clubes, escuelas, universidades. Hemos entendido que el rol que juegan quienes están cerca de una persona con pensamientos suicidas es clave.

En estos tiempos aparecen, por suerte, un montón de organizaciones que avanzan sobre el tema. Muchas han tenido un gran éxito. Se ha probado en muchísimos lugares de la Argentina y el mundo que abordar la temática, hablar, reunir a las comunidades, hace que la tasa de suicidios baje. Es una gran noticia.

Dicen los especialistas que la mayoría de quienes piensan en quitarse la vida lo hacen durante mucho tiempo y que dan señales de esta idea. Los cambios de comportamiento, el abandono de la apariencia personal, cambios en los hábitos de dormir, comer, profundos aburrimientos, dificultades para concentrarse, anuncios extraños sobre el futuro, la poca tolerancia. Muchas veces se mencionan a sí mismos como personas no amables o desagradables. El empleo de frases fuertes (como “no se preocupen, ya no voy a ser un problema”). La sintomatología es muy variada.

Algunos expertos en suicidio juvenil dicen que las razones profundas, verdaderas y claras por las cuales alguien se quita la vida no las sabe nadie (incluso a veces ni la propia persona que se quita la vida). Esto debe generarnos dos cosas. Primero, mucha compasión para quienes toman esa decisión. Y, por otro lado, tener mucha más atención. Es una epidemia y hay que hacer algo como comunidad. Es una tarea de prevención, en la cual no podemos aflojar.


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El pasado sábado, como cada 1° de junio desde 2021, en Chascomús fue el Día del Suicidio Adolescente. La fecha es la del cumpleaños de Tadeo, un joven que se quitó la vida en el 2020. Su mamá, Milagros Larraula, decidió convertir el dolor en ayuda.

Así creó el grupo Tade Es, desde donde trabajan en la prevención del suicidio, acompañando a adolescentes que atraviesan dificultades. Podés contactar a Tadeo Es a través de su cuenta de Instagram.

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Una charla con Milagros Larraula, la mamá de Tadeo y creadora de Tade Es.

—¿Cómo nace Tade Es?
—Nace después de que el 15/09/2020, a los 16 años, Tadeo se suicidó. Él hacía freestyle en las plazas con sus amigos, competía. Después de su muerte, Alexia Fontana, una de sus amigas, de 16 años, se acerca a mi casa con una valentía enorme. Fue increíble cómo me acompañó visitándome. Veíamos que venía el cumple de Tadeo, el 1° de junio. “Hay que hacer algo”, dijimos. Pensamos en algo que tuviera que ver con el freestyle, pero enfocado en la prevención del suicidio, un problema que ya era recurrente en Chascomús. Aunque no se pudo hacer la competencia por la pandemia, nos llevó a convocar a los amigos de Tadeo. Y pensamos que teníamos que armar un espacio de acompañamiento. Se sumó Carlos Tisera, un psiquiatra infanto-junveil. Nos comienza a acompañar el Centro de Día y Consumos Problemáticos.

—¿Cómo nace el nombre?
— Desde que Tadeo se suicidó pensé que yo no había parido un hijo para que ese fuese el final de la historia. Había muchos chicos suicidándose o pensando en eso. Dije voy a hacer algo. En el cementerio vi un montón de tierra amontonada. 16 años se convierten en tierra revuelta. Mi hijo no es eso. Tadeo Es las risas, el freestyle. Es mucho más que eso. Ahí nace el nombre Tade Es…

—¿Buscan replicar lo que hacen en otras ciudades?
—Fuera de Chascomús hemos ido a varias localidades de la provincia de Buenos Aires, como Dolores, Labardén, Sarandí, Castelli, Lezama, General Belgrano. También al Precongreso de Niñez y Adolescencia en la Universidad de Lanús. Nos invitaron al Congreso en Córdoba, pero no pudimos asistir por falta de apoyo económico.

—¿Qué actividades comenzaron a hacer?
—Tisera nos decía que daba charlas en colegios cuando ya había alguien suicidado. Le dije que teníamos que hacer prevención y él me dijo que no lo dejaban entrar a los colegios. Lo logramos luego de mucha lucha.

Por otro lado, nos juntamos los martes en un restaurante de Chascomús, cuyo dueño nos cedió amablemente el espacio. Antes nos juntábamos en las plazas de los barrios, porque en este trabajar para la salud mental creí que había que ir a buscar a la gente. Avisábamos por las redes sociales. La gente se acercaba y tenía la primera charla con el psiquiatra o psicólogo en un lugar más ameno, el banco de una plaza. Pero luego buscamos trasladarlo a un lugar cerrado por el frío en invierno y el calor del verano. Este espacio es una escucha informal con un profesional de la salud mental, para que cada uno luego siga su trabajo en un Centro de Día o con el profesional que considere.

También se acercan mamás y las invitamos que “hagan hijos suyos” a los hijos del otro. Quizás ese otro hijo no se anima a hablar con su propio papá o mamá (no porque sean malos padres). Hay mamás de chicos con intentos de suicidios. Pero la tarea va más allá de la juntada para charlar en el restaurante, sino que luego queda el contacto y acompañamos a las personas que se nos acercan.

—¿Por qué es tan difícil hablar en escuelas y otros espacios sobre el suicidio?
Es difícil en la sociedad hablar de suicidio porque se cree que eso lleva a que quien está mal se suicide. Pero es todo lo contrario. Hablar de suicidio es un compromiso enorme. Creo que la gran mayoría de la sociedad minimiza el dolor ajeno y no quiere comprometerse con la tristeza y el dolor del otro. Hablamos de suicidio para prevenir. Eso sí, hay que tener cuidado de cómo hablar.

—¿En qué sentido?
Jamás tenemos que hablar de métodos de suicidio. Por ejemplo, logramos que en Chascomús se sacar a una reglamentación que prohíbe contarlo en medios de comunicación. Tampoco hay que hablar de situaciones personales, porque las señalan como los motivos del suicidio y se culpan personas. El suicidio es multifactorial, no es responsable una persona vinculada con lo último que le pasó. Una persona no se suicida porque lo dejó la novia o porque el jefe lo dejó sin trabajo.

—¿Cómo te ayudó este proceso?
Esta lucha y el haberme levantado cuando mi hijo se suicidó sirve para poner la bandera de que respetemos al suicida, que respetemos a los hijos suicidas, que amemos a los hijos suicidas. Me dejó poder ver que mi hijo es amor, haber sembrado algo. Llevar el mensaje de respetar y amar a los hijos suicidas y que la gente deje de tenerle miedo a hablar del tema. Me ayudó poder abrazar a otros padres y madres que pasaban por lo mismo y decirles que su hijo no es dolor, sino amor. Que se aferren al amor, que los va a sacar adelante.

—¿Qué destacás que hayan logrado?
—Destaco que se estableciera el 1° de junio para concientizar sobre suicidio adolescente; la reglamentación para medios de comunicación, ya que ha cambiado la forma en la que se refieren al suicidio; haber logrado entrar a colegios a hablar de suicidio; difundir la ley 27.130 de prevención del suicidio, que muchas familiares hayan podido acompañar a sus seres queridos en situaciones de ideación suicida. Hemos creado redes en distintas provincias.  Se logró un montón. Esto es una semilla que muchas personas van a poder cultivar.

—¿A qué creés que tenemos que estar atentos?
Cuando alguien habla de ideas suicidas, dice que se quiere morir, no desestimarlo. Perdamos el miedo a preguntarle si está pensando en quitarse la vida. Prestar atención cuando alguien repite a cada momento “estoy cansado/a de todo”. No es lo mismo estar cansado por hacer muchas cosas que repetir a cada rato que se está cansado “de la vida”. Hay que avisar cuando escuchamos que alguien advierte que se va a matar. Claro que no hay un manual. Pero los padres y madres deben prestar atención a algunas conductas, como encerrarse reiteradamente en la habitación. Muchos adolescentes están esperando que se entre y se les pregunte cómo están. Por otro lado, como padres y madres es importante dedicar tiempo de calidad a los hijos para poder comunicarse y que se expresen. Lo más importante es escuchar al otro, sin juzgar.

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Diagnóstico. Una investigación de UNICEF publicada en 2019 de alcance nacional señala que los factores preponderantes identificados para la conducta suicida en adolescentes son:

  • La ausencia o debilidad de otras personas significativas o instituciones que cumplan el rol de apoyos afectivos/instrumentales.
  • Las dificultades al atravesar las pruebas estatuidas socialmente en la transición de la adolescencia a la juventud/adultez.
  • La rigidez normativa como dificultad para flexibilizar las normas morales incorporadas.
  • El padecimiento mental no atendido.

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Cambiamos de tema. Hace algunas semanas te contamos dela iniciativa de Kikí, una mujer con parálisis cerebral que, su cuenta de Instagram @nuestropieizquierdo, organizó una campaña de recaudación con el de fin de que Néstor Fabián, un joven correntino con el mismo diagnóstico, pueda acceder a la operación que le va a cambiar la vida.

Gracias a la ayuda de más de 2.000 donantes, la cirugía se concretó ayer. “La operación será solamente el punto de partida, luego tendrá que ser acompañada por una constante rehabilitación kinésica para conseguir los mejores resultados. ¡Y es para esto que seguimos necesitando colaboración! Así que, si querés ayudar a que Néstor Fabián pueda sacar el mayor provecho de su cirugía, podés hacer tu aporte al alias nestor.100.mp o compartir esta publicación para que otros puedan hacerlo”, contó en Kikí en redes.

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Antes de despedirnos, te compartimos una linda noticia. En Misiones, cientos de micro donantes de dinero, a través de Banco de Bosques, lograron salvar el 100% del bosque Araucarias 2. 

“Para donar tierras no hace falta ser un prócer como el Perito Francisco Moreno, nuestro primer donante de tierras para parques nacionales, tampoco un gran filántropo con mucho dinero como los que tenemos la suerte de contar, sino que también es posible unirse a comunidad de cientos de pequeños de donantes de m2 que mes a mes hacen un aporte y logran cosas importantes como esta hermosa selva que hoy festejamos que se salvó”, señaló Emiliano Ezcurra, director ejecutivo de Banco de Bosques, una fundación que canaliza el aporte de pequeños, medianos y grandes donantes para intervenir el mercado inmobiliario de tierras para salvar los últimos bosques nativos que quedan en la Argentina.


Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.

Juan y David