Vasectomía, un método anticonceptivo del que no se habla lo suficiente y muchos hombres desconocen

Vasectomía, un método anticonceptivo del que no se habla lo suficiente y muchos varones desconocen

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Es una cirugía que consiste en anudar los conductos que transportan los espermatozoides. Se hace en pocos minutos y los hospitales públicos, las obras sociales y las prepagas deben ofrecerla gratis. ¿Cuáles son los mitos sobre este método y por qué son tan pocos los hombres que lo toman como una opción?

Vasectomía, un método anticonceptivo del que no se habla lo suficiente y muchos varones desconocen

Ilustración: Pablo Domrose

Este contenido contó con la participación de lectores y lectoras de RED/ACCIÓN

Es curioso. Si bien los hombres son fértiles todos los días del año y las mujeres solo unos pocos días al mes, el control de la natalidad y casi la totalidad de los métodos anticonceptivos, exceptuando el preservativo, están dirigidos a las mujeres. Las pastillas, los parches, el anillo vaginal, las inyecciones hormonales, el DIU, alteran el sistema hormonal y el aparato reproductivo femenino, son invasivos y no pocas veces causan estragos en el organismo, sumado a que métodos como el DIU (dispositivo intrauterino) implican introducir un objeto extraño, de plástico y metal, en el cuerpo de la mujer por largos períodos de tiempo. 

No es extraño que cuando se lleva una relación de pareja estable y una vez realizados los estudios que indican que es seguro mantener relaciones sexuales sin preservativo, la que asuma la responsabilidad de la planificación familiar y la anticoncepción sea la mujer, aunque esto le traiga diferentes complicaciones. Sin embargo hay otra opción que, si bien parecería que de a poco va ganando terreno, todavía es muy poco difundida: la vasectomía. 

¿Qué es? ¿Es reversible? ¿Qué consecuencias trae? ¿Cuántas personas la consideran como una opción para prevenir embarazos no deseados? Le preguntamos a nuestros lectores en las diferentes redes y plataformas cuánto saben de vasectomía, si alguna vez la consideraron, y cómo se cuidan, más de mil personas participaron y esto fue lo que nos respondieron: 

  • En el 36% de los casos, la que se cuida para prevenir embarazos no deseados es la mujer, mientras que el hombre se hace cargo de la anticoncepción en un 25%, y en un 39% se cuidan los dos.
  • Los métodos anticonceptivos utilizados por excelencia son el preservativo y las pastillas.
  • Casi un 40% de las mujeres tuvieron que dejar las pastillas porque les traía efectos secundarios tales como dolores de cabeza, vómitos, desequilibrios hormonales, cambios de humor, falta de lubricación, descenso del deseo sexual, colesterol, sobrepeso, entre otros.
  • Más del 80% nunca consideró la vasectomía para sí o para su pareja. Entre los motivos más repetidos se encuentra el deseo de tener hijos como argumento principal, pero también se mencionan la ignorancia y el miedo. 
  • A la pregunta “qué sabés sobre vasectomía”, muchos respondieron “poco” y “nada”.
Respuestas a la pregunta: ¿Qué sabés sobre la vasectomía?

¿En qué consiste la vasectomía?

La vasectomía es un método anticonceptivo que se realiza a través de una cirugía sencilla en los conductos deferentes, que son lo que transportan los espermatozoides de los testículos al pene. Lo que esta operación hace no es que el hombre deje de eyacular sino que cuando lo haga, en su líquido seminal no expulse espermatozoides. Hay dos maneras de hacerla: la convencional o con bisturí y la que se realiza sin bisturí.  

Alejandro Silva Garreton, médico urólogo del Hospital Italiano, especializado en andrología y reproducción, esclarece varias cosas sobre este procedimiento:    

“La vasectomía tiene dos aspectos: uno el de la eficacia y otro el de la seguridad. La vasectomía es eficaz cualquiera sea la técnica que se utilice para realizarla. Cuando se analiza la seguridad de los métodos anticonceptivos se habla de tasa de fallo, eso se llama índice de Pearl, que básicamente es la probabilidad de embarazo utilizando ese método anticonceptivo, teniendo relacioes sexualse frecuentes. Para la vasectomía la tasa es del 0,05%, es decir, siendo sexualmente activo la chance de que no funciones equivale a tirar un dado de 2000 caras y que te salga fallo: es prácticamente imposible”.

En cuanto al procedimiento quirúrgico también existen muchas dudas: si es o no reversible es, quizás, una de las principales. También se cree que de las dos técnicas que existen para la operación, con o sin bisturí, una es reversible y la otra no. Silva Garreton echa por tierra estas suposiciones: 

“La vasectomía convencional (con bisturí) y la sin bisturí se diferencian en el posoperatorio del paciente y en las posibles complicaciones que pueden traer una u otra, no en la posibilidad de reversibilidad. Cualquiera de las dos se puede revertir, solo que la vasectomía sin bisturí es una técnica menos invasiva. En vez de hacer una incisión para la apertura, se realiza una punción del escroto, lo que preserva mejor las estructuras que rodean al conducto deferente que uno está ligando, por lo tanto, el día que vos quieras revertirla tenés estructuras más preservadas para poder hacerlo más fácilmente”. Esta técnica es la que realiza él y su equipo en el Italiano. 

Por lo tanto, independientemente del procedimiento que se utilice, la vasectomía puede revertirse en la mayoría de los casos, sin embargo, el urólogo explica que, a la hora de decidirse por este método anticonceptivo deben tenerse en cuenta algunas cuestiones. Si bien desde 2006 la vasectomía es gratuita por ley y las obras sociales deben incluirlas, puede que algunas no contemplen la técnica sin bisturí, ya que, puede decirse, es un tanto más sofisticada o novedosa que la convencional y es, a la vez, la más sencilla de revertir. Además, la operación de reversibilidad no está incluida en la ley, ni cubierta por las obras sociales y es muy costosa “porque es una cirugía que no la hacen en todos lados y utiliza, para volver a unir el conducto, unos hilos muy finitos que la encarecen mucho. Y, suponiendo que el paciente pueda costearla, no todo el mundo sabe hacerla bien, depende mucho de la experiencia del cirujano”, dice Silva Garreton.  

“De hecho —continúa— cuando uno le explica al paciente debe decirle que la vasectomía tiene que hacérsela con una intención definitiva, pero que tiene un potencial de reversibilidad. Es potencialmente reversible. Igual, si uno no quisiese revertirla o no pudiese revertirla y desea ser padre siempre hay un plan B, que es realizar una biopsia testicular —porque los testículos siguen produciendo espermatozoides simplemente no los transportan— y con eso se hace una fertilización in vitro”.

Respuestas a la pregunta: ¿Alguna vez tuviste que dejar de usar un método anticonceptivo porque te trajo efectos no deseados?

Un método poco popular

Si bien Silva Garreton afirma que en los últimos tres años la demanda de vasectomías aumentó exponencialmente —sobre todo de parte de hombres jóvenes que proyectan un estilo de vida sin hijos—, y las cifras informadas a la Secretaría de Salud de la Nación muestran que se triplicaron entre 2017 y 2018 (pasaron de 181 a 565), la cantidad de procedimientos de este tipo comparado con la cantidad de ligaduras de trompas todavía es muy inferior. En 2018, por ejemplo, se realizaron 565 vasectomías y 14.260 ligaduras de trompas.

Para visibilizar este método y revertir esta situación, algunos varones que se han hecho la vasectomía se dan a la tarea de difundir información y promoverla a través de sus redes sociales, en grupos de WhatsApp, o en sus actividades cotidianas.

Lucas Oliveira es escritor, editor, y tiene 39 años. Desde que se hizo la vasectomía, hace un año y medio, no deja de difundirla. Padre de dos hijos, Oliveira cuenta que, aunque en principio planeaban tener tres, en el segundo embarazo de Carolina, su pareja, hubo complicaciones y aunque después todo salió bien decidieron que ya no tendrían otro. Cuando se preguntaron cómo se cuidarían Carolina le dijo que ella no quería tomar más anticonceptivos. Como él tampoco quería volver al preservativo empezaron a pensar en otra opción.

Él no sabía nada acerca de la vasectomía pero justo en ese momento, uno de sus compañeros de fútbol le avisó que se ausentaría por 15 días porque se iba a operar y le contó: “Fue todo muy casual y con un timing tremendo. Mi segundo hijo tenía un año y de a poquito con Carolina empezábamos a volver a relacionarnos como pareja. Hasta ese momento también estábamos metidos en esa movida de ‘lo que hay que hacer es lo que dicen que hay que hacer’ y lo que dicen que hay que hacer es la mina pone el cuerpo y el chabón nada, se lava las manos. Pero Carolina, que es una mina piola, me pecheó y me dijo: ‘No, flaco, yo no voy a hacer más nada, fijate vos’. 

Si bien desde la primera consulta hasta que logró operarse pasaron varias semanas porque le pidieron repetir estudios y aunque él ya estaba decidido el urólogo lo obligó a tomarse una semana para pensar si efectivamente quería realizarse la operación, después todo fue muy sencillo: “A los 45 minutos [de la operación] ya estaba en un bar tomando un café y a las dos horas ya estaba en mi casa. De hecho me hice un tatuaje en el hombro y me dolió más. El dolor es apenas una molestia porque incluso ni siquiera te cortan, te hacen como un pellizco y la piel se abre un poquito y después es un solo punto por lado. El conducto deferente, que es el que cortan, es chiquitísimo así que tampoco necesitan abrir para trabajar”.

Oliveira cree que el poco conocimiento que aún existe sobre la vasectomía se debe a que “el patriarcado es un sistema bastante sólido que no se voltea de un día para el otro, está establecido que el que toma las decisiones es el varón, y es un negocio para el que gestiona los anticonceptivos y para oprimir a la mujer para que produzca y funcione para lo que se necesita que funcione. Esto puede llegar a cambiar en dos generaciones, quizás. Pero no hay forma de explicar la ausencia de la vasectomía si no como una idiotez a cargo del sistema patriarcal porque es barato, es rápido, es casi indoloro, sin daños colaterales comparado con las pastillas y las hormonas que consumen las mujeres. La vasectomía te cambia para mejor tu forma de vincularte sexualmente con tu pareja, es otra cosa, otro deporte”.

Emanuel Rodríguez, humorista cordobés que también se encarga de promover la vasectomía en todos su ámbitos, hasta incluyéndola en un fragmento de su show de stand up, coincide con Oliveira: “Creo que [la vasectomía] tiene mala prensa porque somos muy machistas y porque hay una especie de veneración por la zona genital masculina en relación a que no pase nada por ahí y a que el hombre no participe ni ponga el cuerpo en los métodos anticonceptivos. Hay una cuestión muy fuerte, cultural, en relación a eso, en hacer cargo a la mujer casi exclusivamente de lo que tiene que ver con la planificación familiar. También me parece llamativo cómo la vasectomía cambia un poco el eje y pone al hombre en un lugar de toma de decisión cuando culturalmente parece estar más ubicado en el lugar de tener que hacerse cargo después como si fuese una especie de protagonista involuntario de un embarazo”. 

Rodríguez se vasectomizó a los 35 años. Ya había tenido dos hijos y ambos embarazos habían sido muy complicados. Si bien en los dos casos todo terminó bien, tuvieron momentos de mucho miedo. La obstetra les recomendó que no volvieran a embarazarse y les sugirió que Celina, la madre de sus hijos, se hiciera una ligadura de trompas. “En ese momento yo propuse hacerme una vasectomía. Empecé a investigar y me pareció que era la opción más saludable por motivos de igualdad y porque no queríamos agregarle a la cesárea que venía, que ya sabíamos que iba a ser complicada, una operación más. A pesar de la posición de la obstetra avanzamos en esta decisión y la verdad es que estoy muy contento, creo que fue una excelente decisión”, asegura.

“Tuve la suerte de estar rodeado por gente con la cabeza muy abierta al respecto. Mi médico de cabecera me dijo que era una muy buena opción y me recomendó un urólogo. Ahí sí me sorprendió que el urólogo que me examinó primero me dijo que por motivos religiosos él no me iba a operar sino su socio. Después me dejó muy tranquilo a pesar de eso, me dijo que era un operación sin riesgos, muy corta, sin posoperatorio. Me dieron muy buena información. Conozco muchos casos de muchos hombres a los que le dieron información cruzada, complicada y tendiente a generar un cierto miedo”.

El humorista coincide con Oliveira en que desde la operación puede disfrutar plenamente de su vida sexual: “Creo que para una pareja estable esta opción es la mejor de todas, cambian muchas cosas en relación a cómo se vive la sexualisad y ciertos temores desaparecen. Yo estoy más que contento. Puedo asegurarte que la vasectomía es una de las mejores decisiones que tomé en mi vida”.

De mitos y fakes

Como es un método del que aún no se habla demasiado, abundan los mitos, miedos y creencias falsas alrededor de la vasectomía: desde la pérdida de virilidad y de masculinidad, hasta la falta de erecciones, la eyaculación en seco o una extrema sensibilidad en la personalidad por cambios hormonales. Nada esto es cierto.

Alejandro Silva Garreton enumera los principales: “si voy a perder la erección, que es falso, si voy a eyacular menos volumen, que es falso (es, básicamente, tu semen sin los espermatozoides). No altera los niveles de testosterona, no altera el deseo sexual. Y hay otros mitos que son más de la especialidad, que es raro que se le ocurran al paciente, que son: si la vasectomía aumenta el riesgo de cáncer de testículo, que es mentira, si el testículo aumenta el peligro de cáncer de próstata, que es mentira, o el riesgo de enfermedades cardiovasculares, que es mentira también”.  

El urólogo coincide con Oliveira y Rodríguez en que lo que hay que trabajar es en la toma de conciencia, “no porque la vasectomía sea espectacular y todos deberían hacérsela, pero sí en el sentido de perderle el miedo. Somos una sociedad que todavía le tiene miedo, tanto desde el punto de vista quirúrgico como del de la fantasía, y hay que entender que no voy a ser menos hombre por eso ”. 

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