COP27: ¿por qué el financiamiento es el corazón de esta conferencia climática? - RED/ACCIÓN

COP27: ¿por qué el financiamiento es el corazón de esta conferencia climática?

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En vísperas del inicio de la COP27, analizamos el tema central, transversal y de mayor dificultad que deberán discutir los países en Sharm El-Sheikh, Egipto.

COP27: ¿por qué el financiamiento es el corazón de esta conferencia climática?

Intervención: Victoria Guyot

Presentado por

Mientras viajo a Egipto, he aquí la cuarta y última edición sobre los temas clave que los países disputarán en las próximas negociaciones en cambio climático. Sí, el tema de hoy es ese que venimos conversando y repitiendo hace rato: financiamiento. 

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Intervención: Victoria Guyot

Escribo esta edición de PLANETA desde el avión. Estoy sobrevolando algún lugar entre Argentina y Reino Unido, en lo que es el primer largo tramo de un viaje que me llevará a 11.949 kilómetros de distancia de Buenos Aires: Sharm El-Sheikh, Egipto. Poder llegar allí no ha sido una tarea fácil. Y no me refiero al cansancio de hacer tantas conexiones de vuelo… 

Me refiero a cuánto cuesta para periodistas, representantes de la sociedad civil e incluso delegaciones de países en desarrollo poder llegar a un lugar creado especialmente para un turismo premium, de difícil conexión con otros lugares del mundo y cuyos precios de hospedaje ascendieron locamente en los meses previos a la conferencia. Me pregunto cuántas de todas estas preocupaciones tuvieron periodistas, representantes de la sociedad civil y delegaciones de otros países. Me pregunto cuán atados o cómodos estuvieron sus presupuestos. Me pregunto por las desigualdades de recursos. Me pregunto si no es una mínima representación de eso que ocurre en la arena de la política climática internacional. 

Desde el año pasado les vengo insistiendo con este tema. Este año particularmente, al menos una vez al mes, he dicho put the money on the table. Las tres ediciones anteriores de PLANETA fueron sobre otros temas en discusión para la conferencia, pero terminaron siendo ediciones sobre dinero. Esta edición recopila mucho de todo eso para profundizarlo, para no perderlo de vista, para que conversemos sobre eso que muchos no quieren conversar y que muchos otros necesitan. 

Bienvenidos a la esperada edición sobre financiamiento climático

Ya el consultor en políticas climáticas que sigue las negociaciones desde 2004, Enrique Maurtua Konstantinidisnos los había dicho unas ediciones atrás: “Toda la conversación sobre cambio climático es una conversación sobre financiamiento”. Los temas centrales que se ponen sobre la mesa en esta próxima conferencia están vinculados, directa o indirectamente, con el financiamiento. Egipto, como país que preside la COP27, lo subraya como EL tema sobre el cual debe haber avances concretos. Los países del Sur Global lo llevan como prioridad en sus agendas de trabajo. Yo lo tengo como uno de mis focos de cobertura y la especialista en financiamiento climático, Sandra Guzmán, le otorga una valiosa calificación para la conferencia en Sharm: esta COP27 tiene el corazón en financiamiento.  

Veamos por qué. 

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Acción en la COP26 en noviembre de 2021. Glasgow, Reino Unido | Foto: AFP

Los famosos (e incumplidos) 100.000 millones de dólares. “En el contexto de una labor significativa de mitigación y de una aplicación transparente, los países desarrollados se comprometen al objetivo de movilizar conjuntamente 100.000 millones de dólares anuales para el año 2020 con el fin de atender a las necesidades de los países en desarrollo”. Esto dijo la decisión final de la COP15 que se realizó en 2009, la conocida COP de Copenhague que tendría que habernos dado un acuerdo y terminó en fracaso. 

Esto tenía como argumento detrás el principio de responsabilidades comunes, pero diferenciadas. Ese según el cual todos los países son responsables de actuar ante el cambio climático, pero hay diferencias históricas respecto de cuánto han contribuido algunos países y son estos (los más emisores, los desarrollados) los que deben ayudar —por ejemplo con financiamiento— a los otros países (los menos emisores, los en desarrollo) para que puedan implementar sus políticas de acción climática, para que no se queden atrás.

Poco se concretó desde Copenhague. Mucho se siguió enunciando la cifra. Es más, en la COP21 histórica del Acuerdo de París de 2015 las partes redoblaron el compromiso de continuar la meta de movilizar 100.000 millones de dólares anuales hasta 2025. 

Poco se concretó desde París. La pandemia fue en 2020 una excusa perfecta al tiempo que demostraba que no parecía haber un problema de escasez de recursos sino de elección de su distribución en función del grado de emergencia con el que se consideraba cada problema. Algo así como eso a lo que la activista sueca Greta Thunberg se refiere cuando dice que los tomadores de decisión no toman a la crisis climática como tal. 

Un reporte publicado esta semana por la Convención Marco de Naciones Unidas en Cambio Climático (CMNUCC) dice lo que, bueno, ya sabíamos: la meta de financiamiento no fue cumplida en 2020. La de los años siguientes mucho menos.

Cuando preparaba la valija y pensaba en esta edición, se me vino a la mente la expresión en inglés the elephant in the room (el elefante en la habitación). El Diccionario de Cambridge explica esta expresión metafórica del siguiente modo: “Si dices que hay un elefante en la habitación, quieres decir que hay un problema obvio o una situación difícil sobre la cual las personas no quieren hablar”. La promesa de los 100.000 millones anuales es el elefante en la habitación de la COP. No porque ninguna de las las partes quiera discutir sobre él, sino porque algunas — las que deben aportar el dinero— no tienen la más mínima intención de que el tema tenga avances concretos. ¿Podrá la COP27 romper con esto?

Ese teóricamente era el propósito de la conferencia anterior y… aquí estamos, haciéndonos la misma pregunta. “Tenemos que recordar cómo llegamos a esta COP27. En Glasgow terminamos con un acuerdo muy frágil en lo que hace a financiamiento”, subraya Eddy Pérez, director de Diplomacia Climática Internacional de CAN Canadá.

Cuando les pregunto a los expertos en financiamiento climático sobre qué debe ocurrir concretamente sobre los 100.000 millones de dólares, las respuestas reflejan los grises que tiene el tema en sí mismo, la escasa claridad que hay al respecto y el pobre (por no decir nulo) avance que se ha realizado en estos años. En palabras de Guzmán: “Hay un gran vacío sobre la metodología”. 

Algo es cierto, de Sharm El-Sheikh deberíamos irnos con algo de claridad, lo mínimo aunque sea respecto de cómo se empezará a cumplir con la promesa y cuándo se pondrá el dinero sobre la mesa. Con ello como primer enorme paso, luego vendrá otra cuestión difícil: a quién se destinará ese dinero, qué se considerará como “acción climática” para recibirlo (¿Vaca Muerta o renovables?) y con qué rapidez, eficiencia y transparencia el dinero llegará a destino. 

El embajador de la COP27 Mohamed Nasr se mostró contundente al respecto: “Las partes están planeando y planeando y planeando y nada está pasando en el territorio. Lo que se ha prometido, debe ser entregado”. 

Los 100.000 millones de dólares adquirieron —por su ausencia— protagonismo durante los últimos años, Pérez nos advierte: “La agenda de financiamiento climático va más allá de los 100.000 millones. Estos son la llave que abrirá la puerta, que expandirá la agenda de financiamiento a los otros temas”. 

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Foto: AFP

Los otros dos números. ¿Y después de 2025? ¿Qué hacemos? La COP27 tendrá el desafío de avanzar en la definición de una nueva meta de financiamiento. Algo que, como seguramente deben estar pensando, resulta un poco tragicómico si aún no se ha cumplido lo anteriormente prometido. Eso de lo que venimos hablando desde hace unas ediciones: el problema de la confianza. ¿Cómo los países en desarrollo van a confiar en una nueva promesa si aún no se han cumplido las anteriores?

Bueno, con el desafío previo de reconstruir la confianza —y ver claridad sobre los 100.000 dólares—, Sharm será el espacio también para determinar —o empezar a hacerlo— cuál será el rumbo de las finanzas climáticas. Guzmán no es muy optimista respecto de los avances que se puedan lograr al respecto en estas próximas semanas: “No creo que se resuelva en esta COP. Se tiene que definir en 2024 para entrar en vigor en 2025”.

La experta destaca que esta nueva meta debe basarse en las necesidades financieras que tienen los países en desarrollo, necesidades que no todos tienen estimadas. De allí que resulta también fundamental apoyar a los países en la estimación de esas necesidades para que la nueva meta sea acorde a los tiempos de crisis climática que vivimos. Porque esos 100.000 millones, sabemos, se han quedado cortos. 

De hecho, el Adaptation GAP Report publicado ayer por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), bajo el título “Muy poco, muy despacio”, revela dramáticamente que los flujos internacionales de financiamiento para adaptación en los países en desarrollo son entre 5 y 10 veces más bajos que las necesidades estimadas y que esa brecha sigue creciendo. Y si hablamos de adaptación, esto también me lleva al “otro número” que tendrá que discutir esta COP27: cómo avanzar para que los flujos de financiamiento climático se destinen de forma igualitaria a mitigación y adaptación, el famoso 50/50. 

Ello implica lo que conversábamos en la más reciente edición sobre adaptación: incrementar el financiamiento destinado a la adaptación a los impactos ya presentes del cambio climático. El reporte de UNEP estima que las necesidades anuales de financiamiento para adaptación serán de entre 160 y 340 mil millones para 2030 y de entre 315 y 565 mil millones para 2050. De nuevo, los 100.000 millones de dólares no están aún sobre la mesa y son una cifra que se quedó corta.

Mientras, la que continuará creciendo es una cifra que aún no podemos definir, pero que imaginamos es cada vez más alta a la luz de los impactos del cambio climático…

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Foto: AFP

El dinero para las pérdidas y los daños. Fue nuestro tema de conversación la edición pasada así que seré breve. Los países más impactados por el cambio climático reclaman por un financiamiento adicional, distinto de lo ya existente para acción climática, que vaya pura y exclusivamente a pérdidas y daños. El suelo africano buscará ser protagonista de la discusión sobre cómo ello podrá ser posible, bajo qué metodología, conforme cuál esquema y arquitectura. Antes deberán resolver lo más importante: el consenso de los países desarrollados a acceder a movilizarlo.

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Financiamiento es el tema al que, en nueve años cubriendo negociaciones climáticas, confieso le he escapado bastante. Con ello, ha sido el tema en que más me he enfocado en los últimos años no sólo por el incremento de su relevancia sino también por la perspectiva latinoamericana con la que busco cubrir las negociaciones. ¿Cómo está parada América Latina en todo esto? 

Maurtua Konstantinidis lo responde con una buena comparación: “América Latina es como la clase media del mundo, no somos ni los más pobres para recibir el financiamiento ni tampoco tenemos los suficientes recursos para no necesitarlo”. Esto es lo que deja a la región en desventaja frente a, por ejemplo, África para acceder a ayuda financiera. Una disputa por quién es más vulnerable que probablemente se repita, como en cada conferencia, en el inicio de la COP27. 

Más allá de ello, o antes de ello, América Latina tiene mucho por trabajar en materia de sus finanzas. El Índice de Finanzas Sostenibles del Grupo de Financiamiento de América Latina y el Caribe (GFLAC) muestra que en la mayoría de los 21 países más emisores de la región los ingresos sostenibles (financiamiento destinado a acción climática) representan una porción limitada frente a los ingresos intensivos en carbono de actividades como exploración y explotación de hidrocarburos y minerales. Es decir, muchas economías latinoamericanas mantienen una gran dependencia de estos ingresos que van en contra de lo que la acción climática necesita y que abren el interrogante sobre cómo desarmonizar también las finanzas. En palabras de Sandra:

Si esta COP27 busca impulsar una transición justa, ello en América Latina implica cambiar la movilización de ingresos intensivos en carbono a ingresos sostenibles.

Sandra Guzmán

Termino de escribir esta edición aún desde el avión, por supuesto. El domingo inicia la COP27 con todos estos desafíos sobre los cuales venimos conversando sobre la mesa. No dejen de compartir sus inquietudes, dudas, preguntas en este formulario que preparé exclusivamente para poder responderlas durante el transcurso de la conferencia.

¿Nos encontramos recién el próximo viernes? Tranquilos, mientras recomiendo que estén atentos a las redes sociales de RED/ACCIÓN donde iremos compartiendo material. Además, al igual que el año pasado, realizaré un registro diario —sí, día a día— sobre lo más destacado de cada jornada de la COP27. Ello lo podrán encontrar actualizado cada tarde aquí.

¡Un saludo!

Tais

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