Derecho a entender - RED/ACCIÓN

Derecho a entender

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Un grupo de organizaciones propone incluir a la “comunicación clara, ética y responsable” como uno de los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Un catalizador del resto de los ODS.

Derecho a entender

Intervención: Marisol Echarri.

¡Buenos días! Un grupo de organizaciones propone incluir a la “comunicación clara, ética y responsable” como uno de los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la Agenda 2030 de Naciones Unidas. Un catalizador del resto de los ODS.

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Intervención: Marisol Echarri.

Entendimiento. Según se milite en las filas de los idealistas o de los escépticos, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 son una brújula con impacto positivo y tangible para la legislación mundial o una mera declaración de buenas intenciones ideada por un grupo de burócratas. La realidad seguramente esté en algún punto intermedio. Como sea, desde enero de 2016 —cuando entraron en vigor—, en los parlamentos de los 193 países que adhirieron se impulsan leyes que toman como referencia los famosos ODS. Para bien o para mal, no son papel mojado.

En estos días, se inició una acción de advocacy para que las Naciones Unidas incluyan el ODS número 18 a la lista: la Asociación de Directivos de Comunicación (Dircom) de España, la consultora Prodigioso Volcán y la Fundación Gabo se unieron para proponer que la “comunicación clara, ética y responsable (se convierta en) un nuevo objetivo global por el derecho a entender”, asumiendo que “la Agenda 2030 es una oportunidad para proteger nuestro planeta y sus 17 objetivos suponen un llamamiento mundial a la acción. Pero si el mundo no entiende esa llamada, ¿quién actuará?”.

En definitiva, la comunicación se propone como un potenciador de los 17 ODS ya aprobados y la propuesta del ODS 18 podría resumirse de esta manera:

  • Desde ahora. Una contribución consciente y activa a la comunicación de los 17 ODS que están vigentes, que no necesariamente se conocen en profundidad. Las iniciativas de hambre cero, mayor inclusión, igualdad de género, educación de calidad y cuidado del ambiente quedan en el nivel declarativo si no se comunican de modo que lleven a la acción. O, peor, se identifican con un bando ideológico, generando detractores. Grietas.
  • Antes de 2025. Se propone trabajar para que los mensajes de las instituciones y empresas se vuelvan más claros y sencillos; aumentar la conectividad de todas las personas, especialmente en las zonas más despobladas; y mejorar las habilidades digitales de la gente, a la vez que se proporcionen alternativas analógicas cuando sea necesario. O sea, mayor inclusión. El desafío: bajarlo a acciones concretas con indicadores.
  • Antes de 2030. Se plantea trabajar por el respeto y la escucha activa; incorporar el derecho a entender de las personas mayores y otros públicos vulnerables, así como desarrollar un código de buenas prácticas sobre algoritmos éticos y privacidad; establecer indicadores de confianza contra las fake news; asegurar la claridad sobre la autoría de los textos, sobre todo a partir de la explosión de la IA, entre otras. O sea, algo más de inclusión y planes de transparencia.

Hacer que el mundo se entienda. En su doble sentido: que se comprenda —se haga inteligible—, y que la gente llegue a acuerdos constructivos. Si hay un propósito para la comunicación, probablemente sea ese.

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Tres preguntas a Ramón Oliver. Es un periodista y consultor español, especializado en temas de sustentabilidad. Es uno de los socios de Cambio Verbal, una organización dedicada a la generación de contenidos para el cambio social.

—A pesar de sus metas loables, la Agenda 2030 está todavía bajo sospecha. ¿Por qué?
—Aunque su grado de aceptación no ha dejado de crecer desde su elaboración en 2015, la iniciativa sigue generando multitud de voces discordantes. Algunas cuestionan su alcance, otras echan por tierra sus formas y las demás rechazan sus propósitos y objetivos por completo. La pregunta sobre si la Agenda 2030 es alcanzable y sus objetivos son realistas es una de las que más debate ha generado desde su formulación. Gregorio Martínez, director de Relaciones Institucionales y responsable del Proyecto ODS de la Universidad Nebrija, admite que se trata de una hoja de ruta muy ambiciosa, pero también posible, si se toman las medidas necesarias a nivel global y de forma coordinada entre los distintos agentes que intervienen en ella. Martínez cree que las críticas son inevitables, y si bien recuerda que esta puede ser “mejorable”, también señala que es imprescindible “contar con un instrumento como este que nos ayude a intervenir sobre los fenómenos que amenazan al planeta”.

—De todas maneras, la Agenda 2030 genera también haters. ¿Qué explicación puede tener esto?
—Seguir al pie de la letra los ODS implica derribar algunos de los cimientos sobre los que se han levantado los modelos productivos de las sociedades modernas, lo cual no es un plato fácil de digerir. Prescindir de los combustibles fósiles, apostar por las energías renovables, acabar con los residuos, revocar la cultura del consumo exacerbado o incorporar criterios éticos —y no solo económicos— a la gobernanza empresarial y a los mercados financieros son medidas que hoy pueden ser percibidas como algo de sentido común por parte de la ciudadanía, pero también son un ataque a la línea de flotación del capitalismo más clásico (y nostálgico). Es lógico, por tanto, que este se revuelva y trate de desacreditar esa amenaza que no solo cuestiona sus métodos, sino que pretende extirparlos para siempre del tablero económico. Donald Trump, durante su mandato al frente de Estados Unidos, fue el epítome de esta corriente de exacerbado escepticismo climático y social, un legado que ha sido recogido por los actuales críticos a la corriente woke, un grupo caracterizado por su combatividad —excesiva, según sus detractores— frente a los problemas de racismo o de desigualdad social.

—¿Cómo afecta la politización al debate sobre la sustentabilidad?
—Hacer de los 17 ODS una cuestión de izquierdas o de derechas es algo difícil de sostener, ya que estamos haciendo referencia a grandes retos globales que nos afectan como seres humanos, más allá de nuestras ideas. Acabar con la pobreza, lograr la igualdad o luchar contra el cambio climático están estrechamente vinculadas con los derechos humanos y nuestra capacidad de adaptación y supervivencia en el planeta. Alberto Andreu, especialista en sostenibilidad y comportamiento organizacional, coincide en el peligro de que la sostenibilidad haya entrado en las trincheras partidistas. Dice que la han convertido en arma arrojadiza entre los dos márgenes del espectro. Unos porque la tachan de responder únicamente a los requerimientos de una agenda “progre”. Y otros porque la tratan como si fuera el único modelo posible. Desde los extremos no hay forma de ponerse de acuerdo.

Las tres preguntas a Ramón Oliver se tomaron del artículo publicado en Ethic bajo el título “Quién quiere acabar con la Agenda 2030”. Para acceder al texto completo podés hacer click acá.

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Thought leadership. Escribir (o grabar podcasts o videos) para compartir es una forma de liderar proponiendo en qué pensar y cómo hacerlo. Para eso son los blogs. Este artículo propone una serie de tips para optimizar esta herramienta: diseñarla desde el principio pensando en una audiencia amplia, definir los criterios de medición clave, elaborar contenido que no solo atraiga lectores sino que fomente la interacción, definir el papel de la IA en la creación del contenido —y dejarlo claro a la audiencia—, establecer una estrategia de redes para generar más tracción. Eso, para empezar.

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Academia. Las políticas de uso de redes sociales pueden convertirse en papel mojado si nadie las lee. Este artículo, ya mencionado antes, releva una revisión sistemática de estudios hechos en varios países en relación al uso de internet. La revisión encontró que la mayoría de los empleados encontraron las redes sociales como una herramienta valiosa en su productividad y rendimiento en el trabajo. Y que ha hecho que su trabajo sea más satisfactorio, ya que pueden llegar a más personas sin límites de tiempo y lugar. Son todavía pocos los estudios que pongan en evidencia que las redes sociales se convirtieron en una distracción en el trabajo. Las investigaciones también revelan que es alta la conciencia entre los empleados de los pros y los contras del uso de las redes sociales en el trabajo, por el posible impacto en la reputación de las empresas para las que trabajan.

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Oportunidades laborales

Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a [email protected]

¡Hasta el próximo miércoles!

Juan

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* El contenido de Comms no necesariamente representa la posición institucional del Círculo DirComs. El Círculo de Directivos de Comunicación (DirComs) es una asociación civil que busca promover el intercambio de conocimiento y experiencias entre los máximos responsables de comunicación corporativa, relaciones institucionales, asuntos públicos y gubernamentales de las principales empresas del país. *