El arte de irse a tiempo - RED/ACCIÓN

El arte de irse a tiempo

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

La renuncia de Jacinda Ardern como primera ministra de Nueva Zelanda y de Reed Hastings como CEO de Netflix recuerdan la importancia de que los líderes políticos y empresariales sepan dejar su lugar a sus sucesores cuando llega el momento, por el bien de todos. Incluidos ellos mismos.

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La renuncia de Jacinda Ardern como primera ministra de Nueva Zelanda y de Reed Hastings como CEO de Netflix recuerdan la importancia de que los líderes políticos y empresariales sepan dejar su lugar a sus sucesores cuando llega el momento, por el bien de todos. Incluidos ellos mismos.

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Intervención: Marisol Echarri.

Lucio Quincio Cincinato. Así se llamaba el agricultor al que acudían los romanos del siglo V AC para que se hiciera cargo del gobierno cuando estaban en apuros. El campesino —un genio político y militar de proporciones épicas—, resolvía los mayores entuertos en cuestión de días y se volvía a su finca sin demoras, a pesar de que sus compatriotas le rogaban que se quedara: prefería sus árboles frutales y su yunta de bueyes que el poder. Siglos más tarde, en su honor George Washington fundaría la logia de los Cincinatti, y por él lleva ese nombre la ciudad de Ohio, cuna de Doris Day, Steven Spielberg y otros próceres.

Cincinato hacía un culto del arte de retirarse a tiempo. Jacinda Ardern, la primera ministra de Nueva Zelanda, parece haber aprendido de él: según sus propias palabras, deja su cargo porque, a pesar de su juventud, ya no le queda “nada en el tanque”. Tiene sólo 42 años. Además de haber sido madre durante su mandato, le tocó lidiar con tres monstruos: el peor atentado terrorista de la historia de su país, la tragedia del volcán White Island y la megacrisis del COVID-19. “No me voy porque crea que no podemos ganar las elecciones (de octubre) —dijo Adern, palpando su propio límite—, sino porque creo que necesitamos una nueva persona para ese desafío”. Burnout y humildad. Así de simple.

El caso de Ardern, igual que el de Reed Hastings, CEO y cofundador de Netflix que renuncia a su cargo después de 15 años al frente de la compañía, son un buen pretexto para desmenuzar qué hay detrás del retiro de los líderes, cuando saben hacerlo a tiempo:

  • Humildad. En la política, como en el mundo de la empresa, lo que permanecen son las instituciones: las personas pasan. Nadie es imprescindible, ni siquiera los grandes fundadores, que saben —o deberían saber— que vendrán otros que también sabrán hacerlo bien. Quizá hasta mejor que ellos mismos. Para muestra, Ted Turner, fundador de CNN, también oriundo de Cincinatti.
  • Sabiduría. Cada época necesita de un tipo distinto de líderes. Churchill condujo como nadie al pueblo británico durante la Segunda Guerra Mundial pero, ya en tiempos de paz, hacían falta otros talentos. Igual hoy: no es lo mismo liderar a ejecutivos de la Generación X que a Millenials. No son iguales la era digital y la analógica. Nuevos tiempos, nuevos líderes.
  • Visión de futuro. Capacidad para generar sucesores: transmitir know how, delegar, dejar madurar. Ojo aguzado para detectar el talento y generar condiciones para que crezca y esté listo para tomar la posta. Y así mantener vivo el legado. Lo contrario de Atila, de quien se dice que no volvía a crecer el pasto donde hubiera pisado su caballo.
  • Balance. La identificación de la persona con el rol la mutila. La vuelve unidimensional. Ignora que además de CEO o líder político, se es otras muchas cosas: padre o madre, abuelo, amigo, aficionado al golf, a los policiales suecos o al tango. Sin ese equilibrio, el personaje público se come a la persona y el retiro se convierte en una muerte anticipada. Aunque queden 20 años en el calendario.

Ni Jacinda Ardern ni Reed Hastings son Cincinato, ni pretenden serlo. Pero tienen algo en común con el campesino romano que una y otra vez volvía a su arado y su yunta de bueyes: la conciencia del propio límite, el convencimiento de que parte de su grandeza quizá esté en saber entregar la posta a tiempo.

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Tres preguntas a Victor Küppers. Es un profesor y conferencista español, Doctor en Humanidades y socio fundador de Küppers & Co. Es profesor de la Universidad de Barcelona y de la Universidad Internacional de Cataluña.

—¿Qué te parece importante recomendar a tus hijos para sus vidas?
—A mis hijos siempre les he dicho tres cosas: la primera es desarrollar la bondad. En la vida, tu trabajo es importante, pero es mucho más importante ser buena persona. Es incompatible ser buen profesor y mala persona, o buena pareja y mala persona. Si no te conmueve el dolor ajeno, te vuelves insensible. Me impactó mucho una frase de Martin Luther King: lo peor no son las cosas que hacen los malos, sino el abrumador silencio de los buenos. La segunda es no perder nunca la alegría. Esto se aprende, se desarrolla. Cuando uno ve lo positivo antes que lo negativo, las relaciones con los demás funcionan mejor, se generan menos conflictos. Hay gente que sonríe, está alegre, ve lo bueno de la vida y es feliz, y otra que en las mismas circunstancias es antipática, amarga, mustia. La tercera, sobre todo pensando en su trayectoria profesional, es: no se trata de hacer nada extraordinario, se trata de hacer de manera extraordinaria las pequeñas cosas ordinarias. Ahí se ve la diferencia entre las personas grandes y las mediocres.

—¿Se puede aprender a ser optimistas?
—Los expertos en psicología positiva dicen que sí, que por supuesto que se aprende. Nadie nace mirando el vaso medio vacío, con una actitud negativa, pesimista. Se va haciendo con el tiempo. Lo mismo pasa con el optimismo. Antes se pensaba que la tendencia que se había consolidado de los 0 a los 5 años era inmodificable. Hoy, con las neurociencias, se sabe que no es así. La actitud, e incluso la manera de ser, se puede trabajar a todas las edades. Claro que no es fácil. Vivimos en una sociedad complicada que nos genera disgustos, pero hay que saber que si dejamos de luchar, sólo quedan la amargura y el mal humor. Hay otra alternativa: la de luchar contracorriente para vivir con ilusión, con alegría. Es más difícil, pero vale la pena. ¿Cómo se consigue? Primero, siendo conscientes de que ser alegres es una elección, y hay que comprometerse con esa elección. Lo segundo, esfuerzo, esfuerzo, esfuerzo. Al principio cuesta más, pero luego se va consolidando el hábito y cuesta menos, y al final cambia tu carácter, tu manera de ser. Es simple, lo que no quiere decir que sea fácil. Todos podemos hacerlo.

—¿Qué les dices a los jóvenes que se sienten sin futuro?
—Tenemos un problema de ánimo, de esperanza. Cuando se pierde eso, se pierde lo mejor que tienes. Me gusta una frase que dice: tú vales tu conocimiento, tú vales tu experiencia y tú vales tu actitud. O sea, tu manera de ser. La actitud multiplica. Cuando eres optimista, no pierdes experiencia o conocimientos. Y tienes el estímulo además para seguir aprendiendo. Te vuelves estratosférico. Cuando te desanimas, pasas a ser uno del montón. En todos los sentidos: en el profesional y en el personal, en el relacional. Te vuelves un mediocre. No porque lo seas (nadie lo es, por definición): te vuelves así por falta de ánimo. La vida es estado de ánimo. Uno de los trabajos importantes que tiene un profesor es ayudar a sus alumnos a no perder el ánimo, a motivarse a pesar de todos los estímulos en contra que hay. Somos responsables del ánimo que tenemos. Cuando estamos alegres, somos nuestra mejor versión. Y, por oposición, el mal humor saca lo peor de nosotros y nos convierte en nuestra peor versión. La psicología positiva lo tiene comprobado.

Las Tres preguntas a Victor Küppers están tomadas del conversatorio “El valor de tu actitud”, dado en el contexto del ciclo BBVA Aprendamos Juntos. Para acceder a la charla completa, podés hacer click acá. 

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Casio, Rolex, Twingo y Ferrari. Shakira y Piqué siguen dando qué hablar. En este artículo, María Belén Felicetti consulta a referentes de la comunicación corporativa intentando indagar los riesgos y oportunidades que significan para las marcas hitos como la ya famosa BZRP Music Session #53. Escucha en tiempo real, alerta temprana, rapidez de reacción, segmentación de mensajes, tono adecuado, uso correcto del canal, son algunos de los conceptos que destaca Alejandra Martínez, presidenta del Círculo Dircoms. Enfocarse para decodificar el contexto y entender el perfil de cada organización como si fuera el de una persona, considerando las expectativas de las nuevas audiencias, agrega Diego Campal, presidente del Consejo Profesional de Relaciones Públicos, entre otros entrevistados. Un caso de estudio que pasará a la historia.

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Academia. “Los tuits que incluyen el nombre de la marca han pasado de una media de 1.300 a 150.000 diarios en enero. El día 13 Casio recibió 6 veces más menciones que las que tuvo Adidas el día de la final del Mundial”, así abre ReasonsWhy su análisis sobre el “efecto Shakira”. La marca japonesa de relojes es la que más rápido reaccionó y la que antes sumó a Piqué a su estrategia. El principal impacto se constata en el volumen de conversación en Twiter en los primeros 15 días de 2023: el número de tuits en los que aparece la palabra Casio a nivel mundial aumentó un +11.000%. Del 1 al 11 de enero hubo aproximadamente 15.000 tuits que citaban a la marca, y del 12 al 15 la cifra saltó al millón. Rapidez de reacción, humor, audacia. Hasta ahora, todo ganancia para Casio: las marcas de ahora no lloran, las marcas facturan.

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Oportunidades laborales

Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a [email protected]

¡Hasta el miércoles que viene!

Juan

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