Las urgencias de las y los trabajadores informales durante la pandemia- RED/ACCIÓN

Las urgencias de las y los trabajadores informales durante la pandemia

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Hacen changas, limpian casas, trabajan por su cuenta o cuidan personas. ¿Cómo impacta en su frágil economía las medidas de distanciamiento social? ¿Por qué afecta más a las mujeres? ¿Qué medidas anunció el Gobierno y cuáles instrumentaron otros países?

Las urgencias de las y los trabajadores informales durante la pandemia

Intervención: Pablo Domrose

“¿Y qué vamos a hacer ahora?”, es la pregunta que circula entre vecinos de distintos barrios populares, trabajadores informales y cuentapropistas que ya observan que por el distanciamiento social sus ingresos se ven disminuidos.

En la Argentina, la mitad de los trabajadores son informales. A todos ellos, una medida de aislamiento generalizada les provoca un gran temor porque dependen de ingresos diarios: la mayoría vive el día a día. No tienen la espalda económica para detener su trabajo por 15 días o más. La incertidumbre que están viviendo los inquieta y asusta.

“Escuché en la tele que no vamos a poder hacer más ferias”, le dijo una vecina a Fernanda Moyano cuando se cruzaron por el barrio. Ellas viven en Haras Trujui, un asentamiento en Moreno. Muchas mujeres de este barrio popular se dedican a la venta de cosas usadas, nuevas o artesanales en ferias, mientras sus maridos salen a hacer changas o juntar cartón. Estas parejas tienen trabajos inestables y dependen de los ingresos diarios. Frente a este contexto, las mujeres de este barrio están pensando en vender por redes sociales o WhatsApp y pautar un punto de encuentro.

El coronavirus no hace otra que cosa que evidenciar la fragilidad de las condiciones laborales de la mitad de los trabajadores argentinos. Mientras que un trabajador en relación de dependencia se ve respaldado por licencias y derechos laborales, los trabajadores de la economía popular si un día no hacen su trabajo, ya sea por enfermedad, trámites o nacimiento de un hijo, ya ven limitados sus ingresos. Y pierden en lo inmediato calidad de vida.

Los recicladores urbanos también se ven afectados por el distanciamiento social.

Las medidas anunciadas por el Gobierno

Ante la emergencia provocada por la pandemia, ayer el Ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, anunció medidas para sostener el ingreso de los más vulnerables:

  • Las 556.000 personas que reciben planes sociales (Hacemos Futuros y Salario Social Complementario) van a recibir un refuerzo adicional de $ 3000.
  • Darán un refuerzo presupuestario a comedores y merenderos.
  • Se establecerán precios máximos por 30 días (prorrogables) para un conjunto de productos alimenticios, de higiene personal, medicamentos e implementos médicos.
  • Entregarán un bono extraordinario de $ 3000 para los jubilados que cobren la mínima.
  • Se otorgará un pago extra de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y Asignación Universal por Embarazo (AUE) por $ 3100 .
  • Quienes pidieron créditos de la Anses estarán eximidos del pago en abril y mayo.
  • Se reforzará el seguro de desempleo.

Las personas que viven en la pobreza o cerca de ella suelen carecer de dinero en efectivo y no pueden acopiar alimentos fácilmente. Por eso no pueden darse el lujo de dejar de trabajar. “Para nosotros es difícil ir al supermercado y comprar cosas para varios días. No tenemos una cuenta en el banco con guita. Hay días que ni me alcanza para el pan. Y vemos negocios que ya están especulando con los precios. Ayer compré un jabón en pan a $ 90 pesos. El mes pasado estaba a $ 40. Una botellita de alcohol en gel la venden a $ 300. Es muy descabellado pagar eso”, explica Moyano.

Moyano, de 34 años, vive con su marido, que trabaja en una fábrica, donde cobra un sueldo básico y con eso solventan los gastos fijos. Hasta el momento, él sigue yendo a trabajar. “A las cinco de la mañana se toma el colectivo que va recontra lleno”, dice Moyano.

Otro problema de los barrios populares es que no todas las familias tienen agua en la casa. “Yo tengo agua porque pagué la perforación, pero antes le pedía agua a mis vecinos. Algunos juntan agua en una palangana y toda la familia se lava ahí las manos. Ahí se necesita alcohol”, dice Fernanda. Ahora, ella está armando una red de vecinos para conseguir jabones y alcohol para repartir. Además, en su casa, ella organiza un merendero para 70 chicos, que todavía no pudo suspender.

Lo que deberían hacer y lo posible

La médica, especialista en ginecología, magíster en Epidemiología, Gestión y Políticas de Salud y directora de la asociación civil Surcos, Alejandra Sánchez Cabezas, opina que la protección contra el coronavirus es la misma para todos los grupos poblacionales, independientemente de sus ingresos.

“Las particularidades de los barrios populares son la fragilidad económica, las barreras al acceso a los servicios de salud y el hacinamiento, con las consecuencias que esto trae a la expansión del virus y a la posibilidad de infección”, detalla.

En el caso de las poblaciones que habitan en barrios populares, que por definición tienen condiciones de hacinamiento, el aislamiento siempre es más complejo. “La regla para seguir es: estar con la menor cantidad de gente, la menor cantidad de tiempo posible y a la mayor distancia posible.

La palabra mágica aquí es “posible”. Hay otros grupos poblacionales que tampoco podrán cumplir con estas normas: los trabajadores de la salud, docentes, trabajadores de comercios de comestibles y supermercados, y otros trabajadores que cumplen con tareas de primera necesidad, o las personas privadas de su libertad. Para estos grupos poblacionales se deberían tomar medidas especiales”, agrega Sánchez Cabezas.

Trabajadores informales, mujeres y encargados de cuidar otras personas

Para el coordinador del programa de Protección Social de CIPPEC, José Florito, hay tres grupos poblacionales que van a sufrir mayores efectos en sus ingresos por las medidas de distanciamiento social.

El primero tiene que ver con los trabajadores informales en su generalidad. Son aquellos que trabajan en relación de dependencia encubierta, es decir, van todos los días a trabajar y cobran un salario mensual, pero no tienen acceso a la protección social, como licencias, aguinaldo, vacaciones pagas y tampoco contribuyen al sistema de seguridad social para luego tener una jubilación; y los autoempleados, que son más vulnerables porque hacen changas y tienen mayor desprotección por tener ingresos todavía más bajos.

“Estos trabajadores expresan una disyuntiva: seguir trabajando y arriesgarse a ser un agente de contagio del virus, o quedarse en sus hogares y por lo tanto perder el ingreso que obtenían habitualmente. Son los que menos probabilidad tienen de cumplir el aislamiento y están más expuestos al contagio”, dice Florito.

El segundo grupo tiene que ver con las mujeres, en general, por la distribución desigual del cuidado y tareas no remuneradas hacia dentro del hogar. “Como los niños no tienen clases, se aumenta la carga de cuidado hacia dentro del hogar. De este modo, las mujeres de todas las clases económicas se ven perjudicadas en sus trayectorias laborales, bienestar social y salud mental. Es muy habitual que se recurra a las tías o abuelas para el cuidado. En ese caso, se pone en entredicho el potencial éxito de las medias que dispuso el gobierno para frenar la dispersión del virus”, aclara Florito.

El tercer grupo es el de los trabajadores del cuidado. Es decir, aquellas personas que se ocupan de la limpieza de casas particulares y de las instituciones. La gran mayoría de las casi un millón de personas que se dedican a este trabajo en el país no cuentan con derechos laborales básicos y casi el 98% son mujeres. “Allí se presenta un doble riesgo, por un lado el contagio, porque se siguen demandando sus servicios y por el otro, la falta de ingresos por no poder ir a trabajar”, dice Florito.

Foto: OIT

Petronila Yanayaco vive en el barrio el Playón de Chacarita y ella observa que la situación en el barrio se va a poner bastante crítica porque gran parte de los vecinos trabaja informalmente.

El riesgo de endeudarse a tasas usureras

Por las noches, Yanayaco trabaja como empleada de maestranza. Allí está en relación de dependencia, pero el ingreso no le alcanza, por eso durante el día limpia o cocina en casas de familia. “Si no voy a las casas a limpiar, me quedo sin ese ingreso. Una de las señoras donde trabajo me dijo que en estos días no vaya. En este caos es difícil llegar a fin de mes”, cuenta la mujer de 54 años. Además, su marido es electricista y esta semana le suspendieron el trabajo en varias casas.

“Entre el dengue y el COVID-19 estamos preocupados. Ya tuvimos casos de dengue en el barrio. Hace casi dos meses que carecemos del servicio elemental que es el agua. Tenemos agua solo por la madrugada. Me levanto 4.30 para llenar baldes y palanganas”, dice Petronila.

Si bien esta es la única opción que tienen estos vecinos para higienizarse, debe tenerse en cuenta que una de las recomendaciones para evitar el dengue es descartar recipientes que acumulan agua.

“También, estamos desorientados porque hay que tener plata para abastecerse de cosas si se plantea un aislamiento social. Tenemos cuentas por pagar, es complejo”, comenta Petronila. Frente a la ausencia de ingresos, muchos vecinos de barrios populares no les queda otra alternativa que recurrir a prestamistas informales. Reciben el dinero en el día y sin requisitos, pero a cambio aceptan intereses muy altos, de hasta un 130% semestral.

Por la suspensión de clases, el sobrino nieto de Yanayaco se queda en su casa, junto a sus hijos adolescentes, porque su madre no puede faltar al trabajo. “Hay otras madres que no tienen con quien dejar a los chicos”, dice Petronila.

Frente a la crisis, otra rama de la economía popular, los pequeños productores de agricultura familiar se pusieron a disposición del gobierno para dar su aporte a la distribución de alimentos.

“De esa manera nos hacemos cargo del rol que ocupamos. En el campo se sigue trabajando. Seguimos cosechando, sembrando y distribuyendo el alimento. Tenemos por objetivo evitar las especulaciones de los precios”, dice Lucas Tedesco, productor de la Unión Trabajadores de la Tierra.

El referente del Movimiento De Trabajadores Excluidos (MTE) Nicolás Caropresi opina: “En términos sociales, ya estábamos en una situación frágil y vulnerable. El bono para los que reciben Asignación Universal por Hijo era fundamental. Es importante inyectar un dinero especial en las economías más frágiles de la Argentina porque sino vamos a afrontar la enfermedad, pero no vamos a poder enfrentar el hambre. Toda medida de aislamiento tiene que ir acompañada de ayuda económica”.

Las medidas que tomaron Brasil, Perú, Portugal, Italia y Australia

Ante la incertidumbre económica que deja el coronavirus, los países fueron tomando decisiones para que los sectores más vulnerables no se vean ahogados por la falta de ingresos. Por ejemplo, Brasil anunció el adelanto de pago de medio aguinaldo a jubilados y para la población más pobre, el gobierno fortaleció el programa Bolsa de Familia (un plan de transferencia monetaria, que entra todos los días a 14 millones de hogares y que acompaña integralmente a la familia. ). En Perú, se aprobó el pago adelantado de cuatro meses de pensiones para los beneficiarios de los programas sociales. La ciudad estadounidense Seattle proporcionará 800 dólares en cupones a más de 6000 familias para ayudarlas a comprar alimentos, artículos de limpieza y otros artículos para el hogar en los supermercados Safeway durante la pandemia de coronavirus.

En Portugal, los empleados que tienen que quedarse en casa para acompañar a sus hijos de hasta 12 años recibirán el 66% de la remuneración básica, la mitad pagada por el empleador y la otra mitad por el Estado. Además recibirán apoyo financiero excepcional los trabajadores independientes por un monto de un tercio de la remuneración promedio, aproximadamente 430 euros, durante seis meses.

En Italia, el país más afectado de Europa se prevé que los trabajadores independientes o temporales pueden solicitar un pago especial de 600 euros en marzo, y los padres y madres pueden reclamar hasta 600 euros para pagar el servicio de cuidado de sus hijos. En Australia, se pagan bonos 750 dólares australianos a grupos de riesgo, fundamentalmente adultos mayores y personas de bajos ingreso.

“El coronavirus pone en evidencia las fallas de un sistema económico que deja afuera a gran parte de la población. Nadie debe morir de hambre, por eso es importante pensar en economías que distribuyan los recursos a toda la población”, comenta Osvaldo Battistini, sociólogo e investigador del Conicet.

Ser veloces con medidas que protejan a los más vulnerables evitará que el virus se vuelva otra fuente más de empobrecimiento para la economía popular. Como ya se mencionó, el coronavirus solo pone en evidencia la falta de protección que tienen los trabajadores que están fuera de la formalidad. Una vez que esto pase habrá que pensar medidas para el largo plazo.


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