Primer aniversario - RED/ACCIÓN

Primer aniversario

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Se cumple un año de la tercera Copa del Mundo de la Argentina. Un hito que marcó el inconsciente colectivo de manera profunda, con consecuencias todavía desconocidas.

Primer aniversario

Intervención: Marisol Echarri.

¡Buenos días! Se cumple un año de la tercera Copa del Mundo de la Argentina. Un hito que marcó el inconsciente colectivo de manera profunda, con consecuencias todavía desconocidas.

En el envío de hace unos minutos olvidamos hacerte una aclaración: esta es la última edición de COMMS de la semana. Vas a volver a recibir la newsletter el miércoles 3 de enero. Te deseo una feliz Navidad y un gran cierre del 2023.

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Intervención: Marisol Echarri.

Campeones. Los griegos eran unos genios. Además de llevar la filosofía, las ciencias y las artes a un nivel extraordinario, supieron sublimar el impulso de la guerra para convertirlo en una competencia deportiva pacífica, con códigos de honor propios de espíritu elevados. Así nacieron los Juegos Olímpicos. Y siglos después, el mundo inventaría la FIFA World Cup, que es eso mismo pero multiplicado por mil. Por algún motivo misterioso, en algún momento del siglo XX el fútbol se convirtió en una pasión universal y los hinchas de todo el mundo esperan que, cada cuatro años, llegue el Mundial como si no hubiera nada más importante en esta vida.

La Argentina es la tierra donde todo se lleva al extremo. José Ortega y Gasset, con un dejo de benevolencia, pensaba que se debía a nuestra condición de “pueblo joven”. Otros, más etnicistas, han teorizado sobre nuestra circunstancia de tanos trasplantados a este lado del Atlántico. Como sea, el argentino entiende la pasión futbolera en los términos de Pablo Sandoval, el personaje de Guillermo Francella en El secreto de sus ojos. Además, separa la historia en ciclos: hasta 1978 (prehistoria), del 78 al 86 (Kempes), del 86 al 94 (Maradona), del 95 hasta la Copa América del 2021 (la sequía), y desde entonces hasta el fin de los tiempos o hasta que ganemos otra Copa del Mundo (la era Messi). Todo lo demás es anecdótico.

El primer aniversario de la gloria de Qatar recuerda algunos aspectos que trascienden el fútbol. Son el pretexto para parar la pelota, levantar la cabeza y mirar con atención:

  • Ambición. Los argentinos, nostálgicos de una Edad de Oro imprecisa que algunos ubican en los años del Centenario, otros en el despertar democrático de Alfonsín y otros en algún tramo de los Gobiernos peronistas, volvemos una y otra vez al convencimiento de que estamos llamados a algo grande. A más premios Nobel, a volver a ser el granero del mundo, a engendrar un campeón de Fórmula 1 o un multiganador de Grand Slams. La Scaloneta vino a confirmar que sí, que somos unos elegidos.
  • Talento. Por alguna razón misteriosa, el potrero es un laboratorio que produce genios. Tocados por alguna fuerza sobrenatural, chicos pobres y con hambre desarrollan habilidades extraordinarias que no existen en los clubes del primer mundo. El argentino lo cree firmemente, y sospecha que algo parecido pasa con las escuelas y universidades públicas, de donde cada tanto salen científicos que brillan en Oxford, el MIT o la NASA. Un guiño de Dios, que es argentino.
  • Trabajo. El talento puro tiene algo de azaroso. En el fondo, es suerte. El trabajo, en cambio, otorga algún control sobre el éxito: es esfuerzo sostenido, a pesar del dolor, el cansancio y el desánimo. Rompe el prejuicio de que —adolescentes al fin— somos inconstantes. Por eso nos gusta pensar que nuestros jugadores nacen genios, pero que es el esfuerzo lo que los convierte en campeones. Y que el resto de los argentinos estamos hechos de la misma madera y por eso, si nos lo proponemos, no hay quien nos pare.
  • Mística. Se puede atribuir la victoria en la Copa del Mundo al talento y al esfuerzo. Incluso a la suerte. Pero el argentino le agrega todavía un plus: convierte el triunfo en poesía. La AFA difunde un video que asegura que el campeonato “estaba escrito en el cielo” y TyC Sports juega con las dos estrellas de un hotel mediopelo, que de pronto sube a tres, y ahora sus dueños se llenan de orgullo. Y se suman a la galería de comerciales premiados de otros años que ensalzaban, con tono heroico, “lo glorioso, lo groso de ser argentino”.
  • Unidad. La Argentina es el país de la división, del desacuerdo, de la rivalidad. De los unitarios y los federales, los porteños y los confederados, los peronistas y los radicales. De Boca y River. Y aún así, persiste un anhelo de unión, de amistad. El festejo de la multitud que salió a recibir a la Selección campeona, hace un año, ignoró diferencias sociales y políticas. Una sola camiseta, la celeste y blanca. Sin más distinciones.

Los procesos sociales profundos, esos que dejan huellas permanentes, se producen en algún lugar recóndito del inconsciente colectivo. Quizá estamos viviendo un nuevo ciclo que empezó, sin que lo supiéramos, el 18 de diciembre de 2022, cuando la gente salió a la calle a festejar, más que un campeonato, que había vuelto a nacer.

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Tres preguntas a Javier Gomá. Es un filósofo, escritor​ y ensayista​ español, ya mencionado en otra ocasión, autor de la Tetralogía de la ejemplaridad, entre otras obras. En 2012 y en 2014 la revista Foreign Policy en español lo incluyó en la lista de los cincuenta intelectuales iberoamericanos más influyentes.

—Con tanto estímulo y tanta confusión…¿cómo reconocer lo que es bueno, lo que es ejemplar?
—No hay nada en este mundo que esté exento de su manipulación o de su corrupción. En La Política, Aristóteles enuncia tres formas de gobierno: la que reside en una única persona, la que recae en una minoría de personas y la que descansa sobre la mayoría. Monarquía, aristocracia y democracia. Dice que ninguno de estos regímenes está a salvo de su manipulación y de su corrupción. De la monarquía puede pasarse a la tiranía; de la aristocracia, a la oligarquía; y de la democracia, a la demagogia. No hay posibilidad de hallar con toda claridad en el reino de la moralidad aquello que es cierto y bueno o verificable como ley física. Una de las ideas que se mantiene en mi libro es que la verdad moral no puede ser verificada, nadie ha demostrado nunca la igualdad entre el hombre y la mujer. Durante milenios, la mujer ha tenido una posición subordinada como consecuencia de una sociedad explotada o dominada por el varón, que sometía a la servidumbre a la mujer. Durante siglos era normal lo que ahora se ha convertido en indigno por evidencia. Hoy, la evidencia nos dice que ambos, hombre y mujer, tienen la misma dignidad. Lo asombroso es que no se hubiera reconocido antes.

—¿De qué manera se produce la evidencia moral?
—La manera en que funciona la moralidad no es a través de la prueba científica, sino de la evidencia social. De pronto, la igualdad es un valor, o la dignidad, o la justicia social, y eso convence a la mayoría de una sociedad. Cuando me preguntás cómo podemos captar o discernir lo bueno, creo que la única manera es la educación del corazón. Aristóteles, en un momento que para mí es muy, muy importante, da una definición hoy olvidada de lo que es la virtud: “Virtud es amar, disfrutar u odiar de manera correcta”. ¿Qué es lo correcto? Aquello que es conforme a la evidencia. ¿En qué consiste la moralidad pública, entonces? En educar el corazón de la ciudadanía para que sienta como evidentes determinadas verdades. Es muy frágil esto, no lo niego, pero no hay otra manera. Solo prosperará una civilización, y más en una democracia liberal, en la que según su naturaleza los ciudadanos se obedecen a sí mismos, si los ciudadanos están sentimentalmente bien educados. Un corazón educado sabrá discernir lo correcto.

—Entonces, lo ejemplar, la evidencia, la verdad se establecen por consenso, como la belleza…
—Y como la literatura y la filosofía. Mi tesis es que hay una diferencia insuperable entre lo científico y lo literario. Lo científico, por su propia naturaleza, es susceptible de algún tipo de verificación o demostración, pero nunca se ha demostrado o verificado a Homero, ni a Virgilio, ni a Dante, ni a Tolstoi, pero tampoco a Platón, Aristóteles, Descartes, Kant o a Nietzsche, no hay verificación posible en un terreno que no sea estrictamente científico. Entonces, si la verdad o lo correcto de lo científico se basa en alguna forma de verificación, ¿dónde reside lo verdadero o correcto en el terreno literario? La única respuesta es en el consenso que se va trenzando de manera mayoritaria. Nos gusta Platón porque es un grande, porque nos sigue conmoviendo, iluminando a día de hoy. Esto es extensible a lo moral. Aristóteles consideraba que la esclavitud pertenecía a la naturaleza de las cosas. Hoy, considerar que algunas personas de la especie humana tengan un estatuto parecido al de la cosa o el animal nos parece una aberración contraria a la dignidad. ¿Ha habido demostración sobre la igualdad de los miembros de la especie humana? No, lo que ha ocurrido es que la igualdad estricta de todos los miembros de la especie humana se ha convertido en una evidencia colectiva.

Las tres preguntas a Javier Gomá se tomaron de la entrevista que le hizo Esther Peñas, publicada en Ethic. Para acceder a la conversación completa, podés hacer click acá.

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2023. Termina el año y es tiempo de repasos. Este artículo de Allison Carter sintetiza las que, a su juicio, fueron las historias que marcaron 2023: el conflicto entre Hamás e Israel, la tensión entre culturas opuestas (pro y anti LGBTQ+), las rarezas de la economía global, los sacudones de las redes sociales y la irrupción masiva y profunda de la inteligencia artificial. Lo único permanente es el cambio: una obviedad que se repite cada año, cuando miramos para atrás.

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Academia. El de comunicación estratégica es un concepto cada vez más consolidado. Este artículo, ya comentado en otra ocasión, estudia su origen y evolución con el objetivo de potenciar su uso en las organizaciones del sector público y privado. Según su autor, Enrique Silvela Díaz-Criado, “comenzó como una expresión coloquial, luego se transformó en una idea atractiva y ahora requiere una consolidación conceptual” considerando sus aplicaciones y los actores que más lo utilizan: los países de la OTAN.

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Oportunidades laborales

Hasta acá llegamos esta semana. ¡Hasta el próximo miércoles!

Juan

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