El aire que respiramos está contaminado y amenaza nuestra salud, pero podemos reducir la polución (incluso en el corto plazo)- RED/ACCIÓN

El aire que respiramos está contaminado y amenaza nuestra salud, pero podemos reducir la polución (incluso en el corto plazo)

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

La OMS alertó recientemente que el 90% de la población mundial vive en entornos con aire contaminado. Esto provoca enfermedades y genera 7 millones muertes prematuras cada año. La industria, la forma en que generamos energía, cómo nos movemos y hasta lo que pasa con los bosques son factores que influyen.

Dos pulmones, en cuyo fondo se ven industrias contaminantes.

Intervención: Denise Belluzo.

Hace tres semanas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe en el que endurece los indicadores de la calidad del aire, fijando umbrales más bajos para los mínimos tolerables de las sustancias contaminantes que hay en la atmósfera.

La última vez que se habían hecho estas guías de calidad del aire había sido en 2005, hace más de 15 años. Esta actualización fija umbrales bastante más bajos de lo que se había propuesto ese año. Gracias a estudios más desarrollados y más evidencia, se encontró que hay contaminantes que aún a concentraciones muy bajas tienen el potencial de dañar nuestra salud.

Según datos de la OMS respaldados por miles de informes científicos, el 90% de la población vive en entornos con aire contaminado. Siete millones de personas mueren de manera prematura al año en todo el mundo por esta razón. Solo en Europa, por ejemplo, estamos hablando de 400.000 muertes prematuras al año. Con muerte prematura nos referimos a una persona que muere antes de la edad promedio de fallecimiento de esa población. La OMS ubica a la contaminación del aire como un problema de salud pública a la altura de la mala alimentación o el tabaquismo.

Esta nota se desprende de un episodio de FOCO, el podcast de RED/ACCIÓN.

“Desde hace bastante tiempo y cada vez con mayor fuerza se viene probando que la contaminación del aire impacta fuertemente en muchos aspectos de la salud de las personas, enfermedades respiratorias y cardiovasculares crónicas, mortalidad general, temas que tienen que ver con salud mental, diabetes, enfermedades endócrinas. Muchas afecciones están directa o indirectamente relacionadas con la calidad del aire. Esto ya está claramente demostrado, y la última guía de la OMS demuestra eso con evidencias claras y fuertes. De esta manera, el tema de la calidad del aire es un tema de salud pública que debería ser prioritario. Se habla no solo de la cantidad de muertes a nivel global sino de cantidad de años de vida perdidos y de cantidad de años de vida ajustados según calidad, o sea que tiene que ver con la calidad de vida”, dice Pablo Orellano, epidemiólogo e investigador del CONICET.

Orellano colaboró activamente en el desarrollo de estas guías actualizadas de la OMS de calidad de aire. Para esas guías se solicitaron y financiaron cinco proyectos de revisión de evidencia de distintas combinaciones de enfermedades y contaminantes, y de esos cinco proyectos él estuvo a cargo de dos.

“Hay muchas sustancias, compuestos, partículas y gases que son muy importantes porque generan daños en la salud. Muchos de ellos son específicos de determinadas industrias o fuentes de emisión, entonces no son tan generalizables, como el caso del benceno, que está relacionado a ciertas industrias. Pero hay otros contaminantes que están más globalmente distribuidos y por lo tanto son más universales, y son estos contaminantes los que la OMS prioriza para emitir recomendaciones sobre umbrales de seguridad, umbrales máximos”, agrega el investigador.

Una de las sustancias más peligrosas que hay en el ambiente son unas partículas muy muy pequeñas que pueden terminar desarrollando enfermedades cardiovasculares, respiratorias o incluso cáncer.

Néstor Rojas, profesor asociado del departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad Nacional de Colombia, alerta sobre la peligrosidad de ese material particulado, que es uno de los que tiene más impacto sobre la salud de la población.

“El material particulado está formado por muchas sustancias distintas, dentro de los que hay metales pesados, diferentes hidrocarburos aromáticos policíclicos, nitratos, sulfatos, sales de algunos compuestos. Es una variedad de sustancias químicas muy amplia”, dice Rojas. Y agrega: “También históricamente ha sido muy importante el ozono, que es un contaminante que no es emitido por las fuentes, tanto naturales como antropogénicas, sino que se forma en la atmósfera por reacciones químicas de otros contaminantes que son sus precursores en la atmósfera, como el óxido de nitrógeno y los componentes orgánicos volátiles, como los hidrocarburos de bajo peso molecular. Esos dos sí son emitidos por distintas fuentes”.

El problema de los combustibles

La quema de combustibles fósiles y el transporte particularmente despiden una mezcla de partículas sólidas, gotas líquidas y gases nocivos. Un hallazgo de este último informe fue que el umbral aceptable de los niveles de dióxido de nitrógeno es más bajo de lo que se creía. Y este dióxido de nitrógeno es en gran parte emitido por los autos a nafta o gasoil.

“Estos contaminantes tan importantes se emiten por muy distintas fuentes, algunas son naturales como el caso de los incendios, los incendios forestales o las emisiones volcánicas, pero una gran cantidad son emitidos por fuentes antrópicas, relacionadas al ser humano, como ciertas industrias más contaminantes, y el tema del transporte porque los motores a combustión emiten tanto material particulado como dióxido de nitrógeno, que son particularmente estos contaminantes que la OMS estudia porque afectan a la salud de las personas”, agrega Orellano.

El problema de la contaminación del aire varía ligeramente entre naciones desarrolladas y otras en desarrollo. En los países en desarrollo la calidad del aire se deterioró por la urbanización  y un crecimiento económico basado en combustibles fósiles y un uso ineficiente de los combustibles en los hogares. En estos países hay un mayor uso de combustibles sólidos, uso de queroseno en estufas de calefacción y cocinas sin ventilación.

“Es cierto que en las ciudades hay una mayor densidad de población y en América Latina tenemos una urbanización muy alta, más del 75% de la población en promedio en el continente vive en ciudades. Entonces, la contaminación en las ciudades afecta a mucho mayor población que en zonas rurales. En los ambientes rurales hay más que nada un problema de contaminación intramural porque hay un mayor consumo de combustibles sólidos, como leña por ejemplo, y en algunos lugares se consume incluso estiércol como combustible, entonces es un problema un poco diferente”, sostiene Rojas.

Orellano, por el otro lado, plantea que la contaminación ambiental es un problema global que no es exclusivo de ningún sector en especial, sino que afecta a todos por igual, aunque opina que esta problemática es más importante en las ciudades porque “hay más fuentes de emisión cercanas a las ciudades, es el caso de algunas industrias periurbanas o el tránsito vehicular, que emite sustancias contaminantes. Entonces, esas fuentes de emisión están más cercanas a las personas cuanto más grande es la ciudad.

¿Cómo reducir la polución?

En 2013, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, un órgano de la OMS, llegó a la conclusión que la contaminación del aire es cancerígena, especialmente para tipos de cáncer como el de pulmón, el de vías urinarias y de vejiga.

Y a la hora de reducir esta polución, la pelota está principalmente del lado de los gobiernos.

“En el transporte, las decisiones gubernamentales son críticas. Un gobierno que promueva un transporte público eficiente, una infraestructura de movilidad activa, por ejemplo para bicicletas, movilidad eléctrica, hace que se dependa menos del transporte basado en combustibles fósiles y se pueda hacer un uso más eficiente de la energía y del espacio público dedicado al transporte. Y por otro lado, también las decisiones asociadas al consumo de bienes y servicios. Normas más estrictas o la creación de un ambiente propicio para la economía circular”, opina Rojas.

“Los gobiernos tienen distintas alternativas para mitigar los efectos de la contaminación del aire. Ninguna de estas alternativas es económica, pero en el mediano y largo plazo los beneficios van a superar a los costos. Estas medidas son muchas, pero por ejemplo con respecto al transporte se puede fomentar el transporte público, tener un buen sistema de transporte público para que las personas no usen tanto los autos particulares y entonces se reduzca la cantidad de motores a combustión que están funcionando. Con respecto a industrias contaminantes, reforzar el tema de leyes y hacer cumplir las leyes relativas a lo que son los límites de los contaminantes. Hay que entender que los contaminantes no solo vienen de las grandes ciudades, sino que hay contaminantes vinculados a la agricultura o actividades rurales”, asegura Orellano.

Más allá de esto, hay acciones a nivel individual que, si son empleadas de forma colectiva, puede llevar a cambios sustanciales.

Tanto Rojas como Orellano creen que la mejor forma que tienen los ciudadanos para contribuir ante esta problemática es ajustando los niveles y la forma de consumo: tratar de ser consumidores más sostenibles, desperdiciar menos energías, menos materiales, reducir nuestro consumo en general y usar los bienes de manera más eficiente. También recomiendan usar más el transporte público en lugar del privado, e intentar pasar a una movilidad eléctrica.

Aglomeración de autos, muchos de aplicaciones para transporte de pasajeros, en la Avenida 9 de Julio, en Buenos Aires.
Foto: AFP

Una buena noticia: si se adoptan medidas, los efectos sobre la calidad del aire no tardan en llegar. 

“La contaminación del aire afecta la salud de las personas en dos escalas de tiempo distintas. Por un lado en el largo plazo, con un efecto acumulativo, a lo largo de los años, y por otro lado en el corto plazo, en el transcurso de días, eso quiere decir que un evento de contaminación que puede durar un día nada más, puede afectar en lo inmediato la mortalidad de las personas o la cantidad de hospitalizaciones. Si se adoptaran las medidas que sugiere la OMS, estos umbrales máximos, se podría mejorar la calidad del aire en el largo plazo y el corto plazo. Se vería una mejora ya desde los primeros tiempos. Esto se vio con todos los cierres que hubo por la pandemia de COVID-19 el año pasado”, dice Orellano.

Rojas agrega que el impacto de las medidas para mejorar la calidad del aire podrían notarse rápidamente, ya que los óxidos de nitrógeno y el ozono tienen un tiempo de vida en la atmósfera relativamente corto.

“El impacto sobre otro tipo de contaminación, por ejemplo gases de efecto invernadero, sí toma mucho más tiempo en notarse, porque la vida de esos gases como el dióxido de carbono y el metano son muy largas, muchos años que se demoran en la atmósfera para ser degradados. De manera que desde ese punto de vista sí tenemos que tomar acciones ya para que dentro de muchos años la consecuencia no sea tan mala como podría llegar a ser”, plantea Rojas.


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