Energía, empleo y transición: radiografía del sector que marcará la diferencia - RED/ACCIÓN

Energía, empleo y transición: radiografía del sector que marcará la diferencia

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Oportunidades y desafíos laborales de la transición energética

Energía, empleo y transición: radiografía del sector que marcará la diferencia

Intervención: Victoria Guyot

La Agencia Internacional de Energía publicó ayer su primer informe mundial sobre el empleo en el sector que más emisiones genera y que más transición debe impulsar. En esta edición analizamos sus hallazgos más destacados.

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Intervención: Victoria Guyot

Los diarios del mundo se hacen eco de una noticia histórica. No, claro que no me refiero a un informe sobre el empleo en el sector energético. Diarios, noticieros, programas de radio, redes sociales hoy tienen al fallecimiento de la Reina Isabel II del Reino Unido como acontecimiento protagónico.

Muchas de esas coberturas se centran en los 96 años que vivió y todo lo que históricamente ocurrió tan solo en la vida de una persona que, ni más ni menos, ocupó el trono durante siete décadas. Vio iniciar y terminar el cargo de 15 primeros ministros del Reino Unido, incluyendo el recientemente saliente Boris Johnson, quien hizo de la conferencia climática COP26 una propaganda política ahora algo olvidada. A sus cuatro años vio que comenzaba una competencia deportiva internacional: el Mundial de Fútbol, cuya próxima edición, que iniciará en noviembre apenas dos días después de concluir la COP27, será la primera sin la Reina.

Cuando Elizabeth Alexandra Mary llegó a este mundo en 1926, las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera eran de 306ppm (partes por millón). Este 2022, año de su muerte, las concentraciones alcanzaron las 418.57ppm, superando ampliamente lo que la ciencia había alertado que era el máximo deseable (350ppm).

Los diarios del mundo se hacen eco de una noticia que tiene al Reino Unido como locación preferencial. Reino Unido, cuna de la Revolución Industrial que con el carbón como nuevo mejor amigo del progreso marcó el inicio de un modelo de producción y consumo basado en la explotación de combustibles fósiles. Un modelo que explica esa notable y preocupante diferencia de las concentraciones de CO2 en tan solo la vida de una persona, modelo que intensivamente nos llevó al estado de crisis actual en el que nos encontramos. 

Hoy es ese sector energético el que más emisiones genera (73,2% de las emisiones globales), el que más contribuye al cambio climático, el que más —por ende— puede/debe marcar una diferencia en la acción. Eso supone impulsar y acelerar la transición hacia fuentes más amigables con el ambiente. Pero eso también supone marcar un diferencial respecto del modelo tradicional imperante que tuvo en los distintos colonialismos un temible aliado de explotación, aprovechamiento y desigualdad: tiene que ser una transición inclusiva y justa que no deje a nadie atrás.

En ello, el empleo del sector se vuelve una variable fundamental. Solo podremos impulsar cambios y mejoras en este aspecto de la transición si, primero, conocemos su estado de situación. La Agencia Internacional de Energía (IEA) publicó su primer informe al respecto. Y sobre esta noticia se hace eco esta edición de PLANETA. 

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Imagen: IEA

La primera radiografía sobre el empleo en el sector energético mundial. Esto es con lo que, desde ayer, contamos. El World Energy Employment Report (Informe Mundial de Empleo Energético) ofrece un mapa del estado del empleo en el sector de la energía —en todas sus fuentes— y lo hace de una forma detallada, especificando los datos por tecnología y segmento de la cadena de valor. La edición inaugural ayer publicada nos brinda la primera radiografía de un elemento fundamental en la transición energética: el empleo. Porque, en otras palabras, la transición supone lamentablemente la desaparición de ciertos puestos de trabajo, pero también puede generar (y está generando) otros tantos.

Uno de los primeros aportes del informe es que el empleo en el sector de la energía se recuperó a sus niveles prepandémicos e, incluso, se incrementó por encima de ellos. Cabe recordar que los momentos más crudos del confinamiento durante la pandemia supusieron la suspensión de múltiples actividades que incidieron en el sector. Para 2019 más de 65 millones de personas trabajaban en energía, un equivalente al 2% de la fuerza laboral global.

La industria del petróleo y el gas —fósiles que muchos aún defienden en nombre de la transición— experimentaron algunas de las mayores caídas en sus niveles de empleo durante la pandemia y aún no han logrado recuperarse por completo.

El punto interesante —u optimista— es que en la recuperación general que tuvo el sector la energía limpia fue la que más contratación de trabajadores realizó.

Antes de profundizar al respecto, quiero aclarar qué entiende la IEA por energía limpia en su reporte y, en consecuencia, que entendemos cuando nos referiremos a ella en esta edición. En su glosario detalla que:

  • En energía: “Incluye la generación a partir de fuentes renovables, combustibles fósiles y nucleares equipados con captura y almacenamiento de carbono —para debatir—; almacenamiento de batería; y redes eléctricas”.
  • En eficiencia: “Incluye la eficiencia energética en la edificación, la industria y el transporte, excluyendo los bunkers de aviación y la navegación doméstica”.
  • En las aplicaciones de uso final: “Incluye el uso directo de energías renovables; vehículos eléctricos; electrificación en edificios, industria y transporte marítimo internacional; uso de hidrógeno y combustibles a base de hidrógeno; captura y almacenamiento de carbono en la industria y captación directa de aire”.
  • En el suministro de combustible: “Incluye combustibles de bajas emisiones, biocombustibles líquidos y biogases, hidrógeno bajo en carbono y combustibles a base de hidrógeno”.

Con esa detallada definición en mente, sigamos conociendo los hallazgos del informe.

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Imagen: IEA

La energía limpia emplea a más del 50% de los trabajadores del sector energético mundial. ¡Vamos! Esta es una hermosa variable para considerar en la transición. Ir hacia un modelo más amigable con el ambiente también genera empleos. El repunte pospandémico que tuvo el mercado laboral en el sector energético ubicó a la energía limpia con una marca prometedora: supera el 50% de participación en el empleo energético total a nivel mundial. Esto se debe principalmente al desarrollo de nuevos proyectos, como la fabricación e instalación de paneles solares.

La generación de energía emplea a 11,3 millones de personas en todo el mundo, 6,8 millones de ellas trabajan en energías renovables. La energía solar encabeza la generación de empleo a nivel mundial por sobre el carbón y la hidroeléctrica. La mayoría de las actividades en solar se refieren a la instalación de paneles. Cuando eso se hace para uso doméstico, en hogares, generalmente es realizado por técnicos que también se dedican a otras actividades, por lo que su dedicación full-time se dificulta, así como su conteo en el mapeo. 

En la industria automotriz, el 10% de la fuerza laboral dedicada a la fabricación de vehículos lo está haciendo en vehículos eléctricos, sus componentes y baterías.

Desglosando el análisis por regiones, ese más del 50% en participación de la energía limpia se evidenció tanto en Europa como en Centro y Sudamérica. En África, Medio Oriente y Eurasia los combustibles fósiles tienen mayoría en el mercado laboral. 

¿Qué pasa, mientras, en la industria de fósiles? Bueno, evidentemente la apuesta que algunos representantes del sector público y privado tienen por el gas como un “recurso para la transición” también se ve en el mercado laboral. El informe de IEA muestra que tanto el sector del gas como el del petróleo están experimento un repunte en el empleo. La infraestructura para nuevos proyectos de gas natural licuado lidera la generación de trabajo en este subsector.

El informe también comparte que algunas empresas de combustibles fósiles, especialmente en el carbón, están capacitando a los trabajadores para puestos en áreas bajas en carbono a medida que se adaptan a la transición. Pero subraya que esto no es algo que ocurra en todos los casos. “Garantizar una transición justa y centrada en las personas para los trabajadores afectados debe seguir siendo un objetivo para los tomadores de decisión, especialmente en el sector del carbón, donde el empleo ha disminuido constantemente durante varios años”, advierte.

De hecho, la mayoría de los trabajadores en la industria del carbón son mineros con actividades geográficamente concentradas para la extracción de materias primas, lo que los expone como uno de los grupos laborales más vulnerables en la transición. En pocas palabras: ¿a qué se dedicarán en un futuro no muy lejano?

¿Cómo es la composición del empleo en todo el sector energético? Es interesante desglosar los datos para entender dónde y cómo hay que trabajar más para que la transición sea justa. De los empleos en energía contados en este mapeo, 1/3 están en el suministro de combustibles (como carbón, petróleo, gas y biocombustible); 1/3 en la generación, transmisión, distribución y almacenamiento; y 1/3 en los usos finales (como la fabricación de vehículos y la eficiencia energética).

En términos geográficos, más de la mitad del empleo energético se realiza en la región de Asia-Pacífico. Sólo China representa el 30% de la fuerza laboral mundial en energía. La IEA hace una lectura sobre los datos: “Esto refleja la rápida expansión de la infraestructura energética en la región y el acceso a mano de obra de menor costo que ha permitido el surgimiento de centros de fabricación que atienden tanto a los mercados locales como a los de exportación, especialmente para baterías y vehículos eléctricos y solares”. Mano de obra de menor costo. Ahí hay algo para considerar, y cambiar. 

En términos de actividades, el 45% de los trabajadores del sector se desempeñan en ocupaciones altamente calificadas. Pensar la hoja de ruta para la descarbonización es también pensar en cómo formar a los presentes y futuros trabajadores en esas actividades calificadas que requerirá (y ya requiere) la transición, especialmente en lo que hace al desarrollo de innovaciones.

¿Qué pasa con la igualdad de género en el sector? Mmm, no estamos muy bien. La participación de las mujeres en el sector energético es baja, muy baja. Las mujeres solo representan el 16% del empleo en energía. Es en las empresas eléctricas donde hay mayor participación de las mujeres, frente a los menores porcentajes en la energía nuclear o el carbón.

Si bien no hay grandes diferencias en esta desigualdad respecto de la industria de combustibles fósiles y la energía limpia, las nuevas empresas de energía limpia comienzan a mostrar una mayor participación de mujeres como fundadoras o directoras. La brecha aún es enorme. Las oportunidades de empleo que la transición energética suponga deberán ir acompañadas de políticas de género para que estas oportunidades sean iguales para las mujeres del sector. 

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Foto: AFP

Las optimistas proyecciones. La IEA, que recordemos abarca todas las fuentes de energía y no solo las más amigables con la acción climática, es contundente respecto de cómo continuará la situación en el mercado laboral del sector energético: 2022 marcaría un hito en la velocidad con la cual crecería el empleo en el sector.

De hecho, en todos los escenarios futuros que analiza la agencia, el empleo de energía limpia continuará la tendencia de crecimiento, compensando la disminución de empleos que se produzca en la industria de combustibles fósiles. Para ello, será fundamental garantizar el desarrollo de capacitaciones necesarias para que los trabajadores puedan encontrar en la transición otra oportunidad de empleo. La transición energética no solo debe ser un beneficio en reducción de emisiones sino que también debe beneficiar a la mayor cantidad de personas posible.

“Aprovechar esta oportunidad requiere trabajadores calificados. Los gobiernos, las empresas, los representantes laborales y los educadores deben unirse para desarrollar los programas y las acreditaciones necesarias para cultivar esta fuerza laboral y garantizar que los trabajos creados sean trabajos de calidad que puedan atraer una fuerza laboral diversa”, expresó Fatih Birol, director ejecutivo de la IEA.

Ahora bien, el optimismo no exime de los desafíos que todo esto supone. La agencia destaca los elevados costos de los insumos, las presiones inflacionarias, las dificultades de contratación y cadenas de suministro como importantes desafíos que se profundizan en algunas regiones y en algunos subsectores. Cómo el sector público y privado responden a la recuperación económica ante la pandemia y la guerra en Ucrania será fundamental en el escenario energético más próximo y en las oportunidades de empleo que genere.


El informe que vio su primera edición ayer, en coincidencia con una fecha en que todo el mundo miraba para otro lado, se publicará anualmente para actualizar la radiografía del empleo energético y ofrecer información útil a los tomadores de decisión en la política y la industria. Su objetivo es que conozcan el impacto laboral de la transición energética, sus oportunidades y desafíos y para que dicha transición, que marcará una enorme diferencia, se realice de forma justa. 

Pueden leer el informe —en Inglés— aquí

Más allá de todos los acontecimientos de estos días, para mí septiembre significa —o vuelve a significar, luego de la pandemia— Nueva York, Naciones Unidas y una semana climática. La próxima edición ya me encontrará en el norte del continente donde, definitivamente, el sector energético y la transición serán tema de debate. Y yo se los contaré en PLANETA.

¡Buen fin de semana!

Un saludo,

Tais

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