Protagonistas olvidadas: Charlotte Cooper, la primera campeona olímpica - RED/ACCIÓN

Protagonistas olvidadas: Charlotte Cooper, la primera campeona olímpica

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Ganó cinco finales del reconocido campeonato de Wimbledon. Aunque quedó sorda a raíz de una infección a sus 26 años, se convirtió en un ícono del deporte. Recién en 2013 fue incluida en el Salón de la Fama del Tenis Internacional.

Protagonistas olvidadas: Charlotte Cooper, la primera campeona olímpica

Crédito: Wikipedia.

Este año, en los Juegos Olímpicos de París habrá la misma cantidad de atletas varones que mujeres, lo que significa un gran avance en relación a la igualdad de género. Sin embargo, para que las capacidades de las deportistas se reconocieran, primero tuvo que haber una que abra el camino: Charlotte Cooper fue la primera campeona olímpica en 1900, también en París.

Nació el 22 de septiembre de 1870 en el barrio de Ealing a las afueras de Londres. Su padre, Henry Cooper, y su madre, Teresa Georgina Miller, tuvieron seis hijos. Charlotte o Chattie, como le decían ellos, era la menor. Según un artículo de LTA Tennis, su atracción por el deporte fue casi innata.

Sus primeros pasos se dieron en el Club Ealing Lawn, cerca de su casa, donde conoció a sus primeros profesores que la acompañaron en la etapa inicial. Uno de los destacados fue Harold Mahony, quién la ayudó para que mejorar la velocidad de sus golpes. El tenis era aquel deporte que se jugaba con polleras largas y vestidos, lejos de las típicas prendas que se usan hoy. Era, dentro de todo, lo más aceptable para una mujer, aunque todavía había ciertas resistencias dentro de la sociedad. 

Charlotte, por suerte, siempre recibió el incentivo y el apoyo de sus padres. Según un artículo de Mujeres Bacanas, a los 14 años ganó su primer partido en el club. Su reputación no tardó en escalar y lo que empezó como algo meramente de barrio terminó en una escala nacional rápidamente. En 1893, a sus 23 años, ganó el campeonato de Ilkley. De ahí, todo solo iría hacia arriba. 

Tardó dos años en llegar a la famosa competencia de tenis sobre césped en Wimbledon, donde a sus 25 años se consagró campeona, específicamente en el año 1895 cuando venció a Helen Jackson. A partir de ese momento, llegó a jugar ocho finales consecutivas de la competencia, hasta 1902. Ganó en 1896, 1898 y 1901. Las otras, las perdió frente a grandes oponentes.

Jugó ocho finales consecutivas desde los años 1895 a 1902. Ganó cuatro de ellas. Crédito: Meatze.

“Charlotte tenía una movilidad excelente, facilitando de esta manera una estrategia de tenis de ataque basada en un buen servicio y en una gran solidez desde el fondo de pista sin renunciar a definir en la red. Nadie podía cambiar de direcciones y buscar los ángulos como lo hacía ella”, recuerda un artículo de Meatze

Sin embargo, además de su talento indiscutido en el deporte, Charlotte a los 26 años tuvo una infección en el oído que terminó en una sordera absoluta. Esto sucedió tan solo un año después de haber consagrado su primer título en Wimbledon. 

La escucha es una cualidades importante para el tenis, ya que muchos deportistas se guían por el sonido para buscar la pelota. De acuerdo con una nota del Diario AS, Tennys Sandren, un tenista estadounidense, explicó que el jugador aprende mucho de su oponente al escuchar cómo golpea la pelota en función del sonido del disparo. “Usamos mucho nuestros oídos para procesar todo”, afirmó. 

En esta línea, de acuerdo con The New York Times, hay estudios que demuestran que los humanos reaccionan más rápido a un estímulo auditivo que a uno visual. De hecho, una investigación que realizaron los Institutos Nacionales de Salud el año pasado, la reacción promedio ante estímulos visuales está entre 180 y 200 milisegundos, y entre 140 y 160 milisegundos para los auditivos.

"En un deporte en el que el sonido de la pelota al salir de las cuerdas es parte integrante del juego, Cooper conquistó todos sus títulos (Wimbledon) menos uno sin el beneficio del sonido, fundamental para reconocer el ritmo del golpe del adversario", declaró el Salón Internacional de la Fama del Tenis de acuerdo con un artículo de Team GB

A pesar de su sordera, logró hacer historia (más de la que ya había hecho hasta el momento). En 1900, participó de los Juegos Olímpicos que se llevaron a cabo en París. Esta era la primera vez en la historia que las mujeres podían participar. En aquella edición hubo un total de 997 atletas, donde solo 22 fueron mujeres y su participación quedó limitada a deportes propios de la “naturaleza femenina” como el golf, croquet o tenis. 

Cooper logró alzar la medalla de oro al vencer a la francesa Hélène Prévost en la final femenina en singles de tenis. También ganó la final de dobles mixtos junto a Reginald Doherty, un destacado tenista británico. Y, sin saberlo, dejó una huella sin precedentes: fue la primera mujer en consagrarse como campeona olímpica. La primera de muchas que vinieron después y que vendrán en el futuro. Aunque para ella esto significaba un logro profesional, también lo fue en materia de lucha por la igualdad. 

En los Juegos Olímpicos de París, además de ganar la medalla de oro por el single femenino, también la obtuvo por su victoria en el mixto. Crédito: LTA Tennis.

En 1901 se casó con Alfred Sterry, un destacado jugador de tenis, con quien tuvo dos hijos: Rex y Gwen. Luego de sus embarazos, en 1908 volvió a las canchas para nada más y nada menos que obtener su quinto título como campeona en Wimbledon. Además de agregar otra medalla, logró sentar otro un récord: fue la primera mujer que con 37 años y luego de ser madre ganó una final. 

En 1912, seguía siendo una de las mejores del circuito y consiguió jugar la final de Wimbledon con  41 años. Nunca dejó de hacer lo que le apasionaba. Cuando la edad le impidió seguir compitiendo, lo hizo de manera más informal, incluso hasta sus 50 años. Cooper murió en 1966, a sus 96 años. 

Su influencia en el tenis y en el deporte femenino en general es indiscutible. Abrió camino para que las mujeres participaran en el deporte a nivel competitivo. Pero su esfuerzo no fue reconocido como merecía. Recién en 2013 fue incluida en el Salón de la Fama del Tenis Internacional. Además del oro, la medalla que mantiene viva la historia es la memoria.