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Cómo impacta el etiquetado frontal en sectores de menores ingresos: la experiencia de otros países de América Latina

En Argentina, durante el debate parlamentario por la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable se señaló a la iniciativa como poco relevante para personas de niveles socioeconómicos más bajos. Sin embargo, las experiencias de Chile, México, Perú y Uruguay indican que este tipo de medidas beneficia especialmente a personas con menos recursos económicos y educativos.

Cómo será el etiquetado frontal y qué impacto puede tener en la forma de consumir alimentos

En una Argentina en la que el 61,6 % de las personas tiene sobrepeso u obesidad y el 12,7 % padece de diabetes, el etiquetado frontal de alimentos se propone como una medida para prevenir y combatir estas enfermedades. Qué conclusiones se pueden sacar de su implementación en otros países de América latina. Los puntos fuertes (y los débiles) del proyecto de ley local.

Alto en sodio, grasas o azúcar: por qué debe ser obligatorio que los alimentos tengan advertencias nutricionales

Según la Organización Mundial de la Salud, el etiquetado frontal es una de las maneras más efectivas de prevenir la malnutrición. Países como Chile, Uruguay, Inglaterra y Francia ya implementaron el sistema. Después de varios intentos fallidos, un nuevo proyecto de ley sobre el tema ingresó al Congreso con el objetivo de implementar el método en el país.

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Imaginate que estás comprando un yogur o unas galletitas. ¿Cómo elegís cuál comprar? Más allá del precio, probablemente te guíes por lo que ves en el frente del paquete, el color, si la imagen te tienta, si es light o no, etcétera.

¿Lo que hay del lado de atrás del paquete? No nos importa tanto. 

Pero, casi siempre, atrás del paquete es donde está la información más importante: los ingredientes y el valor nutricional de lo que estamos comprando.

Y esto es clave, porque estar al tanto o no de esta información, tiene un impacto en nuestra salud.

Hoy en la Argentina, 4 de cada 10 niños y niñas en edad escolar tienen sobrepeso u obesidad. Y entre los adultos, el número aumenta a 6 de cada 10.

Es una de las tasas más altas de América Latina, y un problema fuertemente vinculado con el nivel socioeconómico. Los chicos de familias más vulnerables tienen un 31% más de riesgo de padecer obesidad.

¿Cuál es una posible solución?

"Nosotros vamos al supermercado y guiamos nuestras compras por el frente del paquete, lo que nos dice un paquete que tiene ahí adentro en forma de alimento. Y es información publicitaria", dice Soledad Barruti, periodista y autora de los libros Malcomidos y Mala Leche. "Si en lugar de ir a información publicitaria, nosotros fuéramos a información verídica, precisa, muy clara y muy concreta, del tipo “alto en azúcar”, lo pensaríamos dos veces".

Esto es lo que se llama etiquetado frontal. Es decir, que los alimentos tengan una etiqueta en el frente del paquete si lo que estás comprando tiene altos niveles de nutrientes críticos, como sodio, azúcares o grasas.

Según la Organización Mundial de la Salud, es una de las medidas más efectivas para prevenir la malnutrición, y países como Perú, Chile, Uruguay, Inglaterra, España y Australia ya implementaron el sistema. Y la evidencia es clara. 

Desde que Chile implementó el etiquetado frontal en 2016, bajó un 25% la compra de bebidas azucaradas y un 17% la compra de postres envasados. Al mismo tiempo, aumentó la capacidad de identificar alimentos saludables y la valoración de la información dada en las etiquetas frontales.

¿Pero qué pasa en la Argentina?

En los últimos años, legisladores de distintos partidos políticos presentaron numerosos proyectos de ley de etiquetado frontal, pero ninguno fue aprobado. El último fue presentado en junio de este año por la diputada nacional Florencia Lampreabe.

"Lo que tiene que hacer un Estado es garantizar una alimentación nutritiva y de calidad para todos y todas", dice Lampreabe. "Lo importante es instalar el tema suficientemente en la sociedad para que se entienda que se trata de una cuestión de salud pública y del derecho de los consumidores a saber qué consumen, y poder optar por alimentos de mejor calidad".

Pero más allá del etiquetado frontal, hay otras medidas necesarias para combatir las altas tasas de sobrepeso y obesidad.

Según Barruti, "hace falta limitar las publicidades y hacer un diagrama de precios diferenciados, entre los comestibles que duran años en las góndolas que no perecen, y los alimentos de verdad que sí lo hacen y que son producidos por productores que viven en condiciones bastante marginales. Hay que generar acceso a la comida de verdad".

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