Un empate con sabor amargo en la final del Mundial climático: lo que dejó la COP27 - RED/ACCIÓN

Un empate con sabor amargo en la final del Mundial climático: lo que dejó la COP27

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Desde Sharm El-Sheikh, un primer análisis sobre los resultados de la conferencia climática.

Un empate con sabor amargo en la final del Mundial climático: lo que dejó la COP27

Fotos: UN Climate Change | Intervención: Victoria Guyot

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Aun con el establecimiento de un fondo para pérdidas y daños, los países vulnerables definieron la COP27 como una oportunidad perdida. ¿Por qué? ¿En qué se avanzó y en qué no? ¿Cuáles fueron los obstáculos y quiénes obstaculizaron? Un primer análisis desde Sharm El-Sheikh sobre los resultados del "Mundial de la política climática".

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Fotos: UN Climate Change | Intervención: Victoria Guyot

¿Todos atentos al Mundial de Fútbol? Quizás deban estar también atentos a esta edición de PLANETA, pues si no se actúa con ambición ante el cambio climático, cualquier futuro Mundial de Fútbol no será posible. No voy a mentir: yo también estuve atenta a algunas noticias en la previa al evento deportivo global. Voy a ser honesta: yo también disfruto el fútbol y todo lo que ello implica durante la competencia internacional. Pero cuando hace 10 años me metí en el mundo de cubrir la política climática internacional, todo aquello que disfruto pasó a tener otra lente: la de cómo podría verse afectado o no en función de nuestra acción o inacción ante el cambio climático. 

Cuando hace dos semanas llegué al “gran” resort egipcio llamado Sharm El-Sheikh, el joven en el control del pasaporte miró mi documentación dos veces y me dijo eufórico:

—¿Sos de Argentina?
—Sí
Ohhhh, Messi
Así es.
Nosotros los apoyamos. Nosotros queremos que Messi gane.
-Gracias. Pero primero concentrémonos en la COP27, luego hablamos del Mundial. 

El pasaporte argentino pone al fútbol como la primera identificación ante cualquier extranjero, a veces incluso hace más amena la conversación en el ingreso a países algo difíciles. Mi frase al joven no fue con mala onda. Acababa de llegar a Sharm El-Sheikh para cubrir la 27° edición de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la COP27. El habitual desafío de comunicar sobre cambio climático tendría ahora uno nuevo: hacerlo a la par de las semanas previas al popular Mundial de Fútbol.

El Mundial de Fútbol y la COP27 son ambos eventos internacionales que reúnen a países en un mismo espacio para competir jugando al fútbol, en el primer caso, y para negociar el actuar en la acción climática, en el segundo. En ambos hay, a su manera, disputas y peleas. En ambos, cada país tiene sus propios intereses, sus propias tácticas, sus propios objetivos. En ambos, todos quieren ganar. En ambos, no todos ganan. En ambos, el ganador no siempre representa lo más justo. 

Si para el Mundial de Fútbol se espera qué artista protagoniza el show de apertura, en la COP27 la que se llevó los mayores aplausos durante los días de Alto Nivel de jefes de Estado fue Mia Mottley. La primera ministra de Barbados —país insular del Caribe vulnerable a los impactos del cambio climático— no tuvo pelos en la lengua en su reclamo por acción climática más ambiciosa: "Los que causan el problema, deben pagar por el problema. Los que se benefician de las soluciones también deben pagar. El interés común que debemos tener es el de mantener vivo el planeta. (...) Hacemos lo que mejor sabemos hacer, que es llegar a un marco multilateral para ver cómo podemos trabajar para llegar a una solución común. ¿Por qué? Porque lo que se necesita no es simplemente hacer que la contaminación sea de tu propiedad, es que nosotros podamos vivir y que tú puedas vivir, porque si los contaminadores ponen la contaminación en tu propiedad, nos van a matar a los dos".

¿Cumplió la conferencia climática con lo pedido eufóricamente por Mottley? La respuesta amerita adentrarnos en el siguiente análisis...

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La delegación de Maldivas en el plenario | Foto: UN Climate Change

La alegría de pasar a la final. Dos equipos. Los países desarrollados por un lado. Los países en desarrollo por otro. La COP26 en Glasgow fueron los cuartos de final con un partido que dejó un gusto amargo, muy amargo. Los países desarrollados plantaron defensa en contra de establecer un mecanismo que destinase exclusivamente financiamiento a las pérdidas y los daños ocasionados por los impactos del cambio climático. Fue su victoria. Los países en desarrollo tuvieron que conformarse con la mención del tema en la Decisión final, algo así como al menos haber marcado un gol en el partido, pese a la derrota: el famoso "gol del honor". Pero no todo quedó ahí. Ambos equipos volverían a encontrarse en una siguiente instancia, Sharm El-Sheikh.

La lucha de los países en desarrollo por llevarse una victoria en el "sub-Mundial" de pérdidas y daños no viene de Glasgow. Es una pelea de décadas. Es el resultado de la inacción o la acción insuficiente frente al cambio climático. Pues recuerden el círculo vicioso: no reducimos ambiciosamente las emisiones, no nos adaptamos más y mejor a los impactos cada vez más presentes, sólo estamos teniendo más perdidas y daños por esos impactos. Y los más vulnerables son los que quedan más expuestos.

El pedido por recursos económicos para abordar las pérdidas y los daños es también el resultado de un círculo vicioso. El no cumplimiento por parte de los países desarrollados de la promesa de movilizar 100.000 millones de dólares anuales y de duplicar el financiamiento para adaptación hace que los países en desarrollo pidan lo mínimo. Están perdiendo en todos los otros partidos, al menos quieren ganar en este. Al menos se merecen ganar en este.

"Si los países son impactados, tienen que ser compensados de alguna forma. Pérdidas y daños es acerca de justicia climática. Sin pérdidas y daños, esta COP27 no será una COP exitosa", decía Nabeel Munir, embajador de Pakistán en Corea del Sur.

Tras el partido amargo que fue Glasgow, los países en desarrollo se entrenaron y reforzaron, mucho, su defensa. Llegaron a Sharm El-Sheikh totalmente seguros de que querían irse con un resultado: el establecimiento de un mecanismo de financiamiento para pérdidas y daños. Del otro lado, los desarrollados estaban inmóviles ante ello: no.

Más de 48 horas de debate entre ambos y por la fuerte defensa de los en desarrollo, les permitió a estos hacer el primer gol de la semifinal: por primera vez, el financiamiento para pérdidas y daños era un tema a discutir en la agenda de trabajo de una COP. Fue esa alegría prometedora de cualquier apertura del marcador, pero todos sabían que no se podía quedar en eso. "Ha sido fantástico que se haya incluido el tema en la agenda. Pero hay que avanzar. Hay que cumplir en esta COP", reafirmaba Manuel Pulgar Vidal, presidente de la COP20 y líder de Clima y Energía del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). El partido después se puso mucho más picante.

La defensa de los países en desarrollo estaba tan firme que fortaleció la delantera y empezó a acorralar a los desarrollados. De golpe, el país históricamente más bloqueador del tema, Estados Unidos, hablaba de ello. Del golpe, se lanzaba la iniciativa del Global Shield del G7 para responder a los riesgos climáticos a través de seguros. De golpe, la Unión Europea y sus aliados proponía un mosaico de soluciones que contenga distintas iniciativas ante el problema. Los en desarrollo estaban firmes: "Todo eso es bienvenido, pero no es lo que queremos; todo eso no es un reemplazo de lo que necesitamos".

"En esta COP, tenemos que establecer un mecanismo de financiamiento. Pérdidas y daños no es un debate entre un mecanismo y un mosaico de varias soluciones. Es hacer todo y hacerlo ahora”, decía el ministro de cambio climático de Vanuatu, Ralph Regenvanu, en las horas complejas de la contienda.

El resto del partido fue difícil y contar el minuto a minuto me llevaría tres ediciones más de la newsletter. Pero sí me gustaría destacar cómo los desarrollados buscaron romper la defensa de los en desarrollo. Mientras no aparecía un borrador de la Decisión final, el punteo de temas conversado incluyó el darle circunstancias especiales a África, es decir, reconocer a sus países en mayor situación de vulnerabilidad. Un tema que históricamente ha confrontado a África y América Latina porque los haría competir desigualmente para acceder, por ejemplo, a recursos económicos. Si ello se concretaba, la defensa podía quebrarse.

Otro intento de romper la defensa fue el que la ayuda financiera fuera solo para los países más vulnerables, como los países insulares, dejando afuera a muchos otros países en desarrollo también necesitados de ayuda. Pero la defensa parecía firme, muy firme y unida. Y ello se mantuvo, afortunadamente, hasta el final.

“No creo que el bloque del Sur Global se rompa. Creo que hay una solidaridad de los países en vías de desarrollo y la necesidad es la constitución del fondo para pérdidas y daños”, me subrayaba Francisco Javier Canal Albán, representante del grupo AILAC que reúne a algunos países latinoamericanos. Parecía tener razón…

Todos los intentos por dejar la discusión para más adelante (algo así como suspender el partido o reprogramar su fecha) o generar conflicto entre los países (romper la defensa), resultaron en vano. Horas antes del plenario final que nunca llegaba, los rostros sonrientes comenzaron a aparecer entre pasillos. Era como estar tres goles arriba y esperar que el árbitro tocara el silbato final.

El texto temático que acompaña a la Decisión final de la COP27, el Plan de Implementación de Sharm El-Sheikh, textualmente "decidió establecer nuevos arreglos de financiación para ayudar a los países en desarrollo que son particularmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático en responder a las pérdidas y los daños, incluso centrándose en abordar las pérdidas y los daños proporcionando y asistiendo en movilizar recursos nuevos y adicionales, y que estos nuevos arreglos complementen e incluyan fuentes, fondos, procesos e iniciativas dentro y fuera de la Convención y el Acuerdo de París".

Lo más importante es lo que sigue. Esos nuevos arreglos de financiación incluyen establecer un fondo para responder a las pérdidas y los daños. ¡Histórica victoria para los países en desarrollo! Después de décadas de lucha, había un resultado concreto en financiamiento para las pérdidas y los daños en los países en desarrollo.

Ahora bien, desglosemos un poquito más lo que este marcador significa.

  • Es un fondo, entonces ¿es lo mismo que un mecanismo? Veníamos conversando acerca de que el pedido era por un mecanismo y ahora hablamos de fondo. En la recta final de la conferencia, consulté mucho sobre esta cuestión porque, en el marco de las decisiones de una COP, las palabras importan y mucho. Una experta en temas legales de política climática me explicó que la mayoría de las convenciones ambientales —como la CMNUCC— tienen un mecanismo de financiamiento que actúa como el proceso a través del cual se aportan y desembolsan los fondos. El Fondo Verde del Clima, por ejemplo, fue creado en 2010 bajo el marco de la CMNUCC para destinar fondos a la adaptación y a la mitigación y hoy actúa como una entidad operativa del mecanismo de financiamiento de la CMNUCC y del Acuerdo de París.

    Así, conforme se delineen los detalles de este nuevo fondo para pérdidas y daños, podría también actuar como una entidad operativa de un mecanismo de financiamiento. Eddy Pérez, director de Diplomacia Climática Internacional de CAN Canadá, subrayó ante mi consulta que lo que importaba era definir el principio de lo que eso creado significaba y que sabían muy bien que querían sea bajo el marco de la Convención y no de un grupo de países, y que diera pasos concretos para la movilización de recursos económicos a escala para pérdidas y daños.  
  • Se definió el establecimiento, no está en operación aún. Si mañana se inunda una ciudad en un país en desarrollo por precipitaciones intensificadas por el cambio climático, el país no podrá ir a pedir recursos económicos al fondo en cuestión. Todavía no está puesto en marcha. La Decisión incluye el establecimiento de un Comité de Transición para la operacionalización de los nuevos arreglos de financiamiento y para el fondo que será considerado y adoptado en la próxima COP28 a fines del 2023. Estará compuesto por 24 miembros, 10 de ellos de países desarrollados y 14 de países en desarrollo.

    El Comité, que se reunirá al menos tres veces al año, servirá como un mecanismo de coordinación que guiará y supervisará la definición de los detalles para la operacionalización de los nuevos arreglos de financiamiento y el fondo, incluyendo su modalidad, su estructura, la gobernanza, sus fuentes de financiamiento (alias cómo se alimentará de dinero el fondo) y cómo podrá complementarse con financiamientos ya existentes.
  • Cómo seguimos. Para nutrir las definiciones que se deben realizar, en 2023 la Convención realizará dos workshops con la participación de distintas instituciones y preparará un reporte de síntesis sobre el financiamiento ya existente para pérdidas y daños y sobre las nuevas e innovadoras fuentes de financiamiento que podrían servir (como canje de deuda por acción climática o impuesto a los contaminadores, tema sobre el cual volveré en la próxima edición).

    Además se invita a agencias de Naciones Unidas e instituciones financieras y bilateralerales, multilaterales e internacionales a aportar sobre cómo ellas podrían participar en el fondo. Holis, Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial 👋🏼
  • Lo que van a seguir peleando los desarrollados. Dos cuestiones que ya pusieron sobre la cancha en esta COP27. Por un lado, definir quiénes deben recibir ayuda económica para pérdidas y daños. Ahí volvemos a la cuestión de "la vulnerabilidad". ¿Es lo mismo Argentina que Vanuatu? ¿Es lo mismo India que Burkina Faso? Por otro lado, qué países deben aportar recursos económicos al fondo. La Unión Europea y Estados Unidos, entre otros, quieren que China —hoy con categoría de país en desarrollo— no sólo no reciba ayuda económica ante un impacto sino que también —por ser hoy el país más emisor— tenga que aportar dinero al fondo. Esta segunda discusión, me temo, podrá ser algo infinita.

Se había ganado la semifinal. Pero la final —los resultados globales de la conferencia climática— no fue con una victoria. Se jugó y peleó suciamente dejando, de nuevo, un sabor amargo. Veamos por qué... 

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Foto: UN Climate Change

Una final sin ganadores o con algunos especialmente contentos. “Estamos aliviados de que finalmente hayamos cumplido con el fondo para pérdidas y daños. Finalmente hemos cumplido con justicia climática. Esta es una COP definitoria en ese sentido (…) Muchas veces durante la semana pasada y esta semana nos recordaron la devastación en todo el mundo debido al cambio climático y al aumento del nivel del mar. Sin embargo, no hemos respondido lo suficiente a ello elevando la ambición en mitigación. Esa es nuestra profunda pena y decepción. Y ha convertido a Sharm El-Sheikh en una oportunidad perdida para que sea una COP verdaderamente exitosa”.

Las palabras de Seve Paeniu resonaron en un plenario final de la COP27 casi vacío de delegaciones y con rostros agotados. El presidente egipcio de la COP no pareció tener mucho agrado por ellas. La pregunta que cualquiera podría hacerse era por qué el miembro del Parlamento de Tuvalu, por qué un representante de una isla a punto de desaparecer, no estaba 100% contento con el resultado de la COP. Es decir, en la COP que históricamente se había establecido un fondo para pérdidas y daños, Paeniu no estaba contento. Y no era el único.

"Cada grado de temperatura y cada mínimo dióxido de carbono adicional en la atmósfera amenaza nuestra existencia. ¿Por qué tratamos de abordar las pérdidas y los daños? Porque hemos fallado en la mitigación y la adaptación", sentenció Aminath Shauna, ministra climática de Maldivas. El representante de Palau fue más duro: "Aún si llegamos a 1,5 muchas islas pequeñas ya no existirán. Y no queremos esa victoria hueca si tenemos que cambiar la financiación para pérdidas y daños por menos ambición en mitigación".

¿Qué pasó? ¿Pasamos a la final con pérdidas y daños, pero perdimos la final? La respuesta es más compleja que en un partido de fútbol. Porque en verdad remite a eso que decía Mottley al principio: el resultado global de la COP27 significa o terminará significando una derrota para todos, no sólo para algunos pocos. Aun con una victoria histórica para su lucha, los países más vulnerables se fueron disconformes de Sharm El-Sheikh por tres motivos concretos. Y cabe destacar que fue una disconformidad también compartida por países desarrollados, como la Unión Europea y Reino Unido. Veamos cuáles son.

  • Mantener vivo el 1,5 pero sin hacer nada nuevo. La COP27 pateó fuera del arco a la hora de mejorar la ambición en la mitigación —en la reducción de emisiones— para lograr ubicarnos en la senda de limitar el calentamiento por debajo del 1,5. Muchas críticas se hicieron a lo que el Programa de Trabajo de Mitigación debía incluir a este respecto y hubo muchas voces encontradas sobre cada cuánto actualizar o no los compromisos climáticos —las NDCs—. Sobre el último punto, algunos quieren ir más allá del ciclo de cinco años que fijó el Acuerdo de París y que la actualización sea anual o bianual; otros dicen que sólo los más emisores —que son los que marcarán la gran diferencia— deberían tener una actualización más frecuente. Por ahora, todo sigue igual, mientras la crisis climática se agrava.

    El 1,5 quedó en juego también por otras dos cuestiones.
  • El año peak de emisiones. Los países más vulnerables, la Unión Europea y Reino Unido, cada uno de forma separada, habían pedido que el año pico en el que se alcance un máximo de emisiones para que luego comiencen a descender debía ser 2025. Lo decidido en Sharm mantiene 2030 como la fecha calendario y dejó un gusto a poco respecto de cómo el ser más ambiciosos en la mitigación se está haciendo realidad o está siendo —en el vocabulario de la presidencia egipcia— implementado.

    Y eso no es prometedor si, encima, aún no nos animamos a hablar del problema con nombre y apellido...
  • Decilo, pero no lo digas. Glasgow había marcado un precedente, había dado un ganador que nunca antes había salido victorioso del Mundial climático. Por primera vez en la decisión de una conferencia climática se mencionaba a los combustibles fósiles. Mencionaba la reducción gradual del carbón y la eliminación progresiva hasta su fin de los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles (todavía nadie me sabe decir qué es un subsidio ineficiente). Sharm tenía que ir por más. Pero no lo fue.

    Desde el inicio de la conferencia, la sociedad civil y distintos países —desde los más vulnerables hasta India, sí India— habían pedido por una reducción gradual no sólo del carbón sino de todos los combustibles fósiles. Algunos fueron un poquito más allá en ese pedido: que no sea reducción gradual (phase-down) sino una eliminación progresiva hasta su fin (phase-out). El texto final de Sharm marcó la misma jugada que Glasgow, sólo que esta vez no le significó una victoria.

    En palabras de Harjeet Singh, director de Estrategia Política Global de CAN International: "Paradójicamente los dos temas sobre los cuales no se quiere conversar en esta COP son los combustibles fósiles, es decir, la causa; y pérdidas y daños, la consecuencia de la inacción".

    Cualquier fondo para pérdidas y daños quedará corto, insuficiente e ineficiente si no se actúa con ambición en salir del actual modelo basado en la explotación y producción de combustibles fósiles. Más aún si a ello se le suma que, al hablar de la transición energética, la decisión de la COP menciona —al igual que ya coqueteó en Glasgow— "fuentes de bajas emisiones" que peligrosamente podrían llegar a incluir al gas natural, a los combustibles fósiles con captura de carbono y/o la nuclear.

    "La influencia de la industria de los combustibles fósiles se encontró en todos los ámbitos. Esta COP ha debilitado los requisitos para que los países hagan compromisos nuevos y más ambiciosos. El texto no menciona la eliminación gradual de los combustibles fósiles y hace escasas referencias a la ciencia y al objetivo de 1,5 grados. La Presidencia egipcia ha elaborado un texto que protege claramente a los petroestados del petróleo y el gas y a las industrias de los combustibles fósiles. Esta tendencia no puede continuar en los Emiratos Árabes Unidos el próximo año”. Laurence Taubiana, ex presidenta de la COP20, ya nos ubica en esa jugada que no puede repetirse en la COP28 en 2023.

"Cuando damos una acreditación, no sabemos si esa persona utilizará la acreditación para hacer lobby o en representación de una institución u organización", fue la respuesta que el representante de la presidencia de la COP dio ante la denuncia de Global Witness de que hubo más de 600 lobbistas de la industria de los combustibles fósiles participando en la conferencia e incluso buscando bloquear las negociaciones.

Si me preguntan si hay algún ganador absoluto con el resultado de esta conferencia siguen siendo ellos, los países desarrollados. Ahora bien, ellos siguen sin ver lo que nos decía Mottley: "Lo que se necesita no es simplemente hacer que la contaminación sea de tu propiedad, es que nosotros podamos vivir y que tú puedes vivir porque si los contaminadores ponen la contaminación en tu propiedad, nos van a matar a los dos".

La COP27 dejó la amargura de un empate o de la reiterada derrota ante los mismos (la industria de los combustibles fósiles). La COP27 hizo historia con el establecimiento de un fondo de financiamiento para pérdidas y daños que no terminará siendo histórico si no se incrementa la ambición en la reducción de emisiones y si no se sale, con nombre y apellido, de los sectores que más emisiones generan.

Un fondo para pérdidas y daños es esencial, pero no es una respuesta si la crisis climática borra del mapa a un pequeño estado insular o convierte a todo un país africano en un desierto. El mundo todavía necesita un gran salto en la ambición climática. La línea roja que no debemos cruzar es la línea que lleva a nuestro planeta por encima del límite de temperatura de 1,5 grados. Para tener alguna esperanza de mantenernos en 1,5 debemos invertir masivamente en energías renovables y acabar con nuestra adicción a los combustibles fósiles.

António Guterres, secretario general de Naciones Unidas

Apenas 30 minutos después del cierre del plenario el domingo, emprendí el regreso desde Egipto. En el control del pasaporte en Sharm El-Sheikh, un señor miró mi identificación:

  • Argentinaaaaa, Messiiiii
  • —Sí, hoy empieza todo. 

Hizo un gesto con su mano señalándose y luego señalándome y dijo algo que, aún en el árabe que no sé, fue muy obvio.

  • Apoyamos a Messi.
  • —Gracias. Ahora sí, veamos qué pasa. 

Las COPs no terminan cuando el martillo toca la gran mesa del plenario. En verdad el trabajo ahí recién empieza. Si la COP27 buscaba ser la conferencia de la implementación, lo en ella consensuado debe regresar a cada uno de los países para ponerse en práctica. Es algo así como que cada parte se lleve un poquito de la Copa, pero no puede dejarla en una biblioteca como un mero anuncio logrado, debe hacerle honor con acción. 

El Mundial de Fútbol y la COP27 tienen una fecha de cierre. La acción climática no. Debe ser constante, sostenida, ambiciosa, urgente y justa. Sólo así podremos seguir disfrutando una competencia deportiva. Sólo así la representante de Maldivas podrá hacer realidad lo que dijo en la plenaria: "Quiero seguir viviendo en Maldivas".

Continuamos con una segunda parte del análisis este viernes porque aún tenemos mucha más COP27 por analizar.

¡Un saludo!

Tais

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