Con miedo y la sensación de ser vigilado, así son los reencuentros durante la pandemia

Volver a vernos: los reencuentros son emotivos y también están marcados por miedos y la sensación de ser vigilado

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

En gran parte del país se permiten reuniones de hasta 10 personas. Lectores de Mendoza, Córdoba, Entre Ríos, Corrientes y Tierra del Fuego, entre otras zonas, cuentan cómo vivieron ese reencuentro. Y especialistas en psicología analizan las primeras reacciones. ¿Qué expectativa tienen quienes aún viven una cuarentena estricta?

Volver a vernos: los reencuentros son emotivos y también están marcados por miedos y la sensación de ser vigilado

Intervención: Pablo Domrose

Este contenido contó con la participación de lectores y lectoras de RED/ACCIÓN

Hace poco más de 3 meses, un día antes de que comenzara la cuarentena en la Argentina, Chani Guyot especulaba en esta nota sobre los cambios que el coronavirus traería al mundo. Ya hablamos de cómo la pandemia trastocó varios aspectos de nuestra vida: el trabajo, nuestros hábitos, la forma de comunicarnos, hacer un duelo, aprender y hasta de ser pareja y amigos.

Desde el 8 de junio, cuando el Gobierno nacional permitió en el 85% del país –donde no había circulación del virus– las reuniones familiares y sociales de hasta 10 personas, muchos comenzaron a experimentar cómo el COVID-19 reescribe nuestros encuentros cara a cara. 

¿Cómo fueron los reencuentros de quienes forman la comunidad de RED/ACCIÓN? Ante todo, emotivos y felices. Muchos vínculos parecen haber salido reforzados del período de distancia física. Pero también, en ocasiones, se sintió algo “extraño”.

Algunas rarezas

“Fue una sensación rara, hay que acostumbrarse a este nuevo modo de ser y estar en el mundo. Ahora hay que tener un consentimiento con el otro para saludarlo con un abrazo o un beso”, reflexiona Mariela, de 51 años, de Mendoza. Con la flexibilización, salió a tomar un café con dos amigos a quienes no veía desde febrero y con quienes evitaron todo contacto físico.

Su encuentro estuvo marcado por las medidas de bioseguridad que se recomiendan, con algún mínimo cambio, en cada localidad del país que permite las reuniones y los locales gastronómicos: por ejemplo, debió llenar una declaración jurada, en el bar no hubo carta física y solo se permitía ocupar el 50% del espacio, se le hizo un cuestionario de seguridad…

Mantener la distancia, asegurar una buena ventilación de los ambientes y regular el tiempo de interacción son otras medidas que ayudan a disminuir el virus según distintos estudios, como contamos en este video y nota.

“Sin dudas todo esto ha tenido un efecto. El asunto es cómo incorporamos este modo distinto de estar en el mundo y de hacer vínculos. La sensación de pedir permiso para abrazar quita espontaneidad al vínculo. O el hecho de pensar que la otra persona pueda contagiarnos. Nos impone nuevas reglas y modos de contactarnos”, describe.

En la ciudad de Córdoba, Ingrid (27) y su novio fueron a almorzar en la casa de los suegros de ella, donde, para mantener la distancia recomendada, se sentaron en una “amplia mesa que unía living y comedor”.

“Lo más difícil fue el saludo. Habíamos charlado que quedaba a criterio de cada uno hacerlo a la distancia o con beso o hasta abrazos. Para mi sorpresa, primó la distancia”, cuenta del encuentro familiar en el que hubo 8 adultos y 2 niños, se ventiló la casa y no se compartió mate. Como en casi todos los encuentros, abundó el alcohol en gel. 

 “Era tanta la expectativa y la emoción”, que ninguna de las medidas o el miedo al virus hizo mella en el momento.

Itatí (32), de Corrientes, Capital, se reunió con amigos-colegas para festejar el Día del Periodista: en una casa pidieron pizza y empanadas. “El contacto físico fue nulo, pese a que en algunos momentos había ganas de algún abrazo. Fue raro al principio, pero se fue normalizando con el correr de la charla”, cuenta. “El dueño de casa nos recibía con alcohol en gel, como para cortar la emoción”, agrega.

En su caso, el miedo opacó los días siguientes: uno de los participantes de la reunión fue aislado por un caso en su lugar de trabajo. “Hasta que se confirmó que dio negativo en el test estuvimos asustados. Como convivo con personas dentro del grupo de riesgo, decidí no reunirme más”.

“Es normal el miedo, más con tantas noticias que vemos. Lo que hay que hacer es diseñar un plan para enfrentarlo gradual y sistemáticamente”, recomienda Juan Manuel Konig, psicólogo cognitivo conductual, quien insta a que aprendamos a convivir con esta emoción para que no sea determinante en cada reencuentro. “Si solo me animo a asomar la nariz, asomo la nariz. Si me animo a reencontrarme con alguien, lo hago. Voy dando pasitos hasta acostumbrarme. El miedo no se va con un permiso”.

Además, otro factor presente en los reencuentros poscuarentena es la sensación de ser vigilados.

“Uno de los invitados me dijo que cerrara la cortina, por si, pese a que ya estaba permitido, alguien nos denunciaba. Hay una especie de vigilancia social”, destaca Cecilia, de Río Grande (Tierra del Fuego) al hablar del primer cumpleaños de su hijo. Un festejo que dividió en dos días distintos (uno con familiares y otro con amigos) para evitar la concentración de gente.

El cumpleaños del hijo de Cecilia.

En esa línea, Mariela, de Mendoza, observa que “si alguien camina en el parque sin barbijo es mal mirado”.

El verdadero sabor del reencuentro

Pero los testimonios de reencuentros poscuarentena exhiben algo que parece pesar más que las medidas de bioseguridad, los miedos o cómo otros nos miran: un vínculo fortalecido. 

“Muchos en la cuarentena se replantean cuáles son sus vínculos esenciales. Te das cuenta de que había mucha gente a la que dedicabas tiempo y energía, pero que no es la que está ahí si te tiene que cuidar”, analiza el Konig sobre su experiencia con sus pacientes. (En esta nota, contamos cómo la cuarentena nos hizo rever prioridades).

Algunos comentarios que recibimos de nuestros seguidores de Instagram.

Este replanteo se traduce en que prima la calidad por sobre la cantidad de vínculos. Y en charlas más íntimas y cercanas.

“No paramos de hablar. La cuarentena fortaleció vínculos que me hicieron sentir contenida. Ahora siento que puedo compartir cuestiones más profundas”, dice Melina (25), de Gualeguaychú, luego de reencontrarse con otras 5 amigas en una casa.

Allí, como en varios encuentros “nadie tocó el celular”. También, como en otros casos, el grupo olvidó tomarse fotos: “Significa que lo pasamos bien”, analiza con risas.

Paola (24) se juntó con 3 amigos. “Me di cuenta de qué tan importante son los vínculos, más allá de una red social o una llamada. Hablamos algo del coronavirus, pero no dejamos que fuera el tema central”, cuenta. Evitar la pandemia fue el gran desafío de varias charlas.

“La cuarentena realzó algo que ya sabía: no importa el tiempo que pase, mis amigos son los mismos de siempre”, destaca Pablo (32), otro periodista de la capital correntina.

Alan (15) de Ushuaia, tras ir al cumpleaños de una amiga, dice: “No te das cuenta cuánto extrañás hasta que volvés a ver a tus seres queridos”.

“Nos sentimos muy contentos de volver a estar juntos. Fue como en el templo, pero en una casa”, dice Lisy, de Palmira (Mendoza), quien organizó una reunión en una casa con unos pocos miembros de su iglesia. Para ella era un reencuentro importante: se había sentido sola sin la contención de este grupo.

Lisy se reunió con amigos de su iglesia.

¿Y los que esperan?

“Qué afortunado”, me dijo una amiga de Capital Federal cuando comenté que me juntaba con familiares y amigos, algo permitido en Entre Ríos, donde vivo. Otro amigo del AMBA me contó: “Estoy con muchas ganas de juntarnos con amigos”.

En el conurbano bonaerense, Gran Córdoba, Resistencia, Río Negro y Trelew anhelan el regreso de las reuniones y miran lo que pasa el resto del país, tal como todos mirábamos hace un par de meses lo que pasaba en China o luego en Europa.


“Sería bueno preguntarme si estos encuentros que tengo tantas ganas de retomar son lo que quiero en mi vida. La cuarentena permite descubrir muchas cosas tapadas en la vorágine”, reflexiona Konig.

Mientras se mantiene la cautela donde hay circulación del virus (abundan ejemplos, como el multitudinario asado en Loncopué o el baby shower en Necochea, de lo que puede pasar cuando no se actúa con prudencia), se puede aprovechar la oportunidad de trabajar en nuestros vínculos de cara al reencuentro, repensando cuáles y cómo priorizarlos.

Cecilia, después de “estar cortando clavos” para ver si podía festejar el cumpleaños de su hijo, notó que “lo material pasa a un segundo plano porque se valora muchísimo más compartir con tus afectos”.

Con ese espíritu, Ingrid repasa su almuerzo cordobés: “Fue como si el tiempo no hubiese pasado: volvimos a marzo, pero con el frío de junio y el locro de por medio. Pero lo que sí cambió es el respeto y el valor al vínculo, al reencuentro: se notaba en el ambiente que todos lo habíamos extrañado. Que no se iba a hablar de esos temas que pueden traer discordia, como la política. El clima fue llevando a hablar del valorar a la familia, la posibilidad de juntarse, de la importancia del cuidado personal, pero sobre todo social”.