140 mujeres perdidas y un deber moral que tenemos todos- RED/ACCIÓN

140 mujeres perdidas y un deber moral que tenemos todos

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Buscar a quienes están perdidas es tarea de todos. ¿Cuál es nuestra responsabilidad como comunidad?

Un cartel con los nombres de 140 mujeres desaparecidas.

Imagen: Julieta de la Cal.

¡Buenas tardes! En esta edición quisiera que pensáramos en tantas familias en el país que siguen buscando a sus hijas, hermanas, amigas. Y cuál es nuestra responsabilidad como comunidad.

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Imagen: Julieta de la Cal.

Cada día se pierden en nuestro país entre siete y ocho personas. Es posible que de esas personas el 60% sean mujeres. La estadística tiene un profundo significado: pareciera que a las mujeres, por su condición de mujeres, están expuestas a más peligros.

Nos da mucha esperanza que de cada 10 personas que se pierden, 9 aparecen y aparecen en cuestión de horas o a los pocos días. De manera que cuando alguna familia sufre esta angustia y comienza la búsqueda, primero compartimos esta buena noticia: el 90% de las personas que se pierden aparecen durante las primeras horas.

También es cierto que cada año entre tres y cuatro personas que desaparecen quedan allí, en una suerte de búsqueda eterna. Así es que en este momento 140 mujeres están perdidas. 140 familias de nuestro país buscan desesperadamente, angustiosamente, se acuestan y levantan pensando dónde está alguien que vivió con ellos una vida normal, y un día no aparecieron más.

Hay un deber moral: nuestra comunidad no puede quedarse de brazos cruzados. Hay que continuar la búsqueda. Al principio las redes acompañan, los medios también. Y el comportamiento de las Fuerzas de Seguridad, la Justicia, las fiscalías, es cada vez mejor. Celebramos que hay cada vez más conciencia. Pero, ahora, 140 hijas nuestras, madres nuestras, vecinas nuestras, no sabemos dónde están. Y se han perdido en los últimos 20 años.

Nos acordamos de Florencia Penacci, una joven de Neuquén que llegó a Buenos Aires a estudiar ingeniería. Un mediodía fue a un kiosco y no se sabe nada más de ella. De María Cash, una artista y productora de modas, que fue vista por última vez en un video en el que viajaba aj norte del país. O de Sofía Herrera, una chiquitita que en un camping de la Patagonia, en el extremo sur del mundo, dos familias fueron a pasar un día primaveral. Y con sus tres años, en un lugar descampado, sin nada alrededor, sin posibilidad de ser ocultada por un objeto, no apareció más. O de Guadalupe Lucero, una niña de San Luis que con cinco años salió de una fiesta de cumpleaños familiar y no volvió a aparecer. La lista es enorme. Son 140 historias de vida y 140 familias que siguen buscando. Como un hecho de justicia, no de solidaridad, merecen ser recordadas y hay que seguir buscándolas.

A favor de la esperanza, una historia. Una joven de 24 años desaparece de su casa en el gran Buenos Aires. Se la “traga la tierra”. Meses y años de búsqueda. Y por una serie de coincidencias, investigaciones y personas que se comprometen, seis años después, se la encuentra sana y salva. Es increíble decirlo. Su familia ahora sabe dónde está. Se abrazaron, se miraron. Esa puede ser la realidad de muchas otras familias.

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Posiblemente, alguien que escucha estas historias sabe algo más que sus familias, que la Justicia. El pedido humanitario es que, si alguien tiene un dato de alguna de estas 140 chicas, aun anónimamente, aporte la pista, diga algo que de alguna manera ayude a 140 familias y un país que sigue buscando.

Se pueden aportar datos al 911 o a Personas Perdidas o la Red Solidaria.

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El afiche del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires pidiendo información sobre Betiana.

Esta última semana, quien se perdió fue Betiana, una joven de 38 años. Fue vista por última vez el 7 de febrero, hace exactamente una semana, en Victor Hugo y Beiró, en el barrio porteño Villa Real.  Ese día vestía una calza negra y una musculosa y zapatillas rosas.

Es una mujer de 1,70 metros, tez trigueña y cabello largo castaño. Si sabés algo, comunícalo a la Comisaría Vecinal 10 (su teléfono es 11 5704 2636).

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Edith Grynszpancholc, de frente a la cámara.

Tres preguntas a Edith Grynszpancholc, de la Fundación Natalí Dafne Flexer [Por David Flier]. Esta fundación se aboca desde 1995 a ayudar a niños y niñas que padecen cáncer y sus familias.

—¿Por qué la fundación hace tanto eje en los aspectos emocional y lúdico en familias que afrontan un caso de cáncer infantil?
—De pronto, de manera imprevista, inesperada, surge la necesidad de comenzar el tratamiento rápidamente y en paralelo hay que manejar situaciones como la angustia, el miedo y el shock de la noticia. Las familias lo describen como si tuvieran que transitar un camino con precipicios a ambos lados, el camino es muy angosto y aparece la sensación de “es demasiado difícil, no voy a poder”. En la medida en que estas emociones son compartidas, escuchadas, respetadas y acompañadas van descubriendo recursos saludables para hacer frente a esta situación. Parecería que el camino se va ensanchando y se hace menos angustiante el recorrido. Desde la Fundación consideramos una parte fundamental de nuestro trabajo mejorar la calidad de vida y aliviar el sufrimiento, no solo del niño/joven en tratamiento sino también de todo su entorno. Es por eso que brindamos apoyo emocional a niños y jóvenes, padres, hermanos y abuelos, asesoramiento a escuelas. Entendemos que la palabra y el juego son herramientas fundamentales para que el tiempo del tratamiento sea un tiempo de descubrimiento de formas de afrontamiento saludables en las que la alegría y el humor no están ausentes. De a poco, el hospital y los equipos se van transformando en ambientes amigables y de salud, no solo desde lo físico, sino desde una integralidad que incluye también lo emocional, social y espiritual.

—¿Cuáles son los principales desafíos que afronta hoy una familia en donde hay un caso de cáncer infantil en cuanto a coberturas, diagnósticos, tratamientos?
—Los problemas de acceso que enfrentan las familias de los niños con cáncer son similares en cada uno de los subsectores: público, obras sociales y seguridad privada. La mayor dificultad es la demora en el cumplimiento o la falta de cumplimiento de sus obligaciones, lo cual influye negativamente en las posibilidades de curación y sobrevida de los niños con cáncer. Las demoras en la entrega de medicación y en obtener el permiso de traslados y alojamientos, junto con el desafío de la organización familiar para cumplir con las exigencias del tratamiento, son parte de los desafíos que enfrentan las familias. También es necesario agilizar el acceso a diagnósticos certeros y que los tratamientos contra el cáncer infantil, hoy estandarizados en Argentina, sean de acceso en múltiples lugares y no solo en centros especializados en oncología pediátrica.

—¿Qué consejo darías al familiar de un niño o niña con cáncer? ¿Y a los amigos de esa familia que quieren ayudar?
—Lo primero que debería reconocer la familia de un niño diagnosticado con cáncer es su propia vulnerabilidad y buscar o aceptar toda la ayuda posible. Asimismo, la gente a su alrededor debe estar atenta a las necesidades de esta familia y colaborar, por ejemplo, cuidando a los demás hijos, ayudando con compras o haciendo trámites. Por supuesto, es bueno para las familias contar con el apoyo de las organizaciones de ayuda al niño con cáncer, que existen en todo el país y trabajan en Red para lograr llevar adelante los mejores servicios de ayuda a las familias. Por otro lado, que confíen en sus médicos, que también trabajan en forma conjunta para proveer los mejores tratamientos. Aún así, si fuera necesario, pueden solicitar una segunda opinión en otro Centro de tratamiento.

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Afiche de la campaña Ponete la Camiseta.

Mañana es el Día Internacional Contra el Cáncer Infanto-Juvenil. Por ello, como cada año, la Fundación Natalí Dafne Flexer realiza la campaña "Ponete la Camiseta", cuya misión es expandir el mensaje sobre la concientización de esta enfermedad. Para ello, se invita a que este martes todos usemos la camiseta de la campaña o una prenda blanca, en señal de apoyo a los niños y niñas con cáncer y sus familias.

Si querés apoyar la iniciativa y adquirir alguna de las camisetas, podés entrar al sitio de la campaña. Este año, además, las camisetas cuentan un código QR que redirige directamente al mismo.

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Dos personas parapléjicas caminando con andadores.
Foto: NeuroRestore - Jimmy Ravier.

Hay muchas actividades humanas que pueden ayudar a las personas en sus dificultades. Y, sin dudas, la ciencia es una. Y a veces nos da grandes alegrías y esperanzas, con innovaciones que cambian vidas.

En este caso, la noticia es que tres pacientes parapléjicos han logrado pararse, caminar y hasta nadar o andar en bicicleta gracias a implantes que estimulan la región de la médula espinal (que tienen dañada) y activa sus músculos en la zona del tronco y las piernas.

Por supuesto, habrá que seguir avanzando en la cuestión. Pero es maravilloso pensar que, incluso cuando parecía perdida, sigue habiendo esperanza para muchas personas.


Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mando un gran abrazo.

Juan