¿Una oportunidad para la acción climática que necesitan las islas? - RED/ACCIÓN

¿Una oportunidad para la acción climática que necesitan las islas?

 Una iniciativa de Dircoms + RED/ACCION

Los países insulares son los más afectados por el cambio climático ¿Comprendemos la acción que sus comunidades necesitan?

¿Una oportunidad para la acción climática que necesitan las islas?

Foto: Documental Anote´s Ark | Intervención: Julieta De la Cal

Sabemos que los países insulares son y serán los más afectados por los impactos del cambio climático. ¿Conocemos en detalle por qué? ¿Comprendemos la acción que sus comunidades necesitan? ¿Escuchamos sus pedidos? Una edición para profundizar en estos puntos, antes de que sea demasiado tarde.

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Foto: Documental Anote´s Ark | Intervención: Julieta De la Cal

Granada. Grenada. Gwenad. “¿Dónde queda?”, preguntó mi mamá cuando vio que interrumpí la tarde de café buscando el cuaderno, haciendo anotaciones y mirando concentrada el celular. Una noticia había interrumpido el feriado. “En el Caribe”, le respondí. Al mismo tiempo que le respondía, me pregunté si sabía algo más que eso sobre Granada. Claramente no. Pero quizás conocía un segundo dato no menos importante: Granada es un país insular y, como tal, está en alta -muy alta- exposición a los impactos del cambio climático.  

Independizado desde 1974 y ubicado en el sudeste del Caribe, Granada es una isla principal y un conjunto de islas circundantes que se caracteriza por ser uno de los países del continente americano de menor tamaño: abarca una superficie de 340 km2, algo así como casi dos veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires (203 km2). Tiene una población de 113.000 habitantes, un 50% de su superficie urbanizada y destacados ingresos por el turismo.

El agua del mar Caribe y el Océano Atlántico rodean su territorio. En un planeta cada vez más caliente, también lo está poniendo en mayor peligro, especialmente con huracanes más intensos de impactos más dramáticos. Granada genera apenas el 0,01% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEIs).

En este país nació Simon Stiell quien este lunes -feriado en Argentina- fue designado como nuevo secretario ejecutivo de la Convención Marco de Naciones Unidas en Cambio Climático (CMNUCC). Tras desempeñarse como ministro de Resiliencia Climática y Ambiente del país insular, el ingeniero tendrá la desafiante y compleja tarea de liderar el multilateralismo en pos de la necesaria acción climática. 

¿Acaso no habíamos conversado de que lo más factibles era que una mujer ocupara este cargo? Eso era lo que muchos esperábamos por la política de género que promueve el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Pero aquí quizás el diplomático jugó otra carta.

Dos días antes de que se conociera su decisión -que contó con el visto bueno del Bureau de la CMNUCC- Guterres expresaba: “He visto de primera mano el impacto del aumento del nivel del mar, la sequía y las inundaciones. Las pérdidas y los daños debido a la crisis climática están ocurriendo ahora. Necesitamos una respuesta global concreta que aborde las necesidades de las personas, comunidades y naciones más vulnerables del mundo”.

Aún cuando Stiell deberá bregar por el funcionamiento de la política climática internacional sin priorizar ningún interés particular más que el común de acción climática, ¿puede su designación ser una oportunidad para visibilizar la situación de los países insulares?

Si en la edición anterior centramos la conversación en los países más emisores, hoy los invito a poner el foco en los países más perjudicados por esas crecientes emisiones, antes de que sea demasiado tarde: las islas. 

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Kiribati | Foto: Documental Anote´s Ark

“Si es una conclusión inevitable que se verán afectados por el aumento del nivel del mar, sin importar lo que pase, ¿cuál es el punto de un acuerdo ahora?”. “Bueno, ¿cuál es el punto? Necesitamos sobrevivir. Necesitamos vivir. Tenemos el derecho”. Era diciembre de 2015. Era París. Los líderes estaban consensuado un acuerdo histórico para hacer frente al cambio climático. Y un periodista no terminaba de comprender qué sentido tenía luchar por un acuerdo climático para Anote Tong, para el entonces presidente de Kiribati, uno de los primeros países insulares que desaparecerá por el aumento del nivel del mar y uno de los primeros en comenzar a movilizar a sus habitantes rumbo a otros territorios. Kiribati está haciendo eso tan sencillamente complejo que al periodista lo deja perplejo: sobrevivir.

Que el consensuado Acuerdo de París finalmente tenga en sus páginas el compromiso -o el esfuerzo- del límite de calentamiento por debajo del 1,5°C fue un logro de las islas. La diferencia de calentamiento entre 2°C y 1,5°C se traslada a diferencias de más o menos impactos para todos los países del planeta. Pero para los países insulares es una diferencia entre quedar bajo el agua o tener la posibilidad de sobrevivir. 

Cuando aquí hablo de los países insulares, me refiero a lo que Naciones Unidas ha catalogado como Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (o Small Island Developing States - SIDS). Se trata de 38 estados miembro de la organización y 20 no miembros o miembros asociados que "enfrentan desafíos y vulnerabilidades sociales, económicas y ambientales únicos". Esos estados están distribuidos en tres regiones: el Caribe, el Pacífico y el Atlántico, el Océano Índico y el Mar de China Meridional. El cambio climático representa hoy para sus comunidades una amenaza de supervivencia. Ejemplo de esos estados son los aquí mencionados Granada y Kiribati.

Para profundizar, ¿cuáles son los impactos del cambio climático a los que estos países están más expuestos? Repasemos lo más reciente que nos ha dicho el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). 

  • Aumento del nivel del mar. El aumento del nivel del mar promedio ha aumentado en 0,20 metros entre 1901 y 2018. Esto se explica por dos principales motivos: el retroceso de glaciares y derretimiento de hielos, y la dilatación por el incremento de la temperatura del océano. La tendencia de ese aumento del nivel del mar continúa en ascenso, con un agravante: es uno de los cambios que, por las emisiones pasadas y futuras, ya resultan irreversibles para los siglos y milenios venideros.

    En los próximos 2.000 años, el aumento del nivel del mar se elevará entre dos y tres metros en el escenario de calentamiento menos dramático de 1,5°C. Kiribati se ubica a 1,8 metros sobre el nivel del mar. Un aumento de un metro podría dejar dos tercios de la isla bajo el agua para fin de siglo.

    Esto podría hacernos coincidir con el interrogante del periodista: ¿cuál es el punto de actuar? Por supuesto que hay que actuar. No queda otra que actuar. Aún cuando el elemento de irreversibilidad es inevitable, limitar el calentamiento disminuirá los impactos del cambio climático en general y nos debería, como mínimo, llevar a tomar esta información científica y adaptar mejor, en lo particular, a las islas. En palabras de Tong: “¿Por qué discutir por 1,5°C o 2°C o lo que sea? Creo que es importante hacer eso porque lo que nos va a pasar a nosotros va a ser el destino de los demás que seguirán, eventualmente”. 
  • Eventos climáticos más extremos. Un océano más caliente significa también una serie de cambios en los eventos climáticos que allí ocurren. Las tormentas, los huracanes, los tifones encuentran en ese océano más cálido un escenario perfecto para alimentarse y retroalimentarse, para impactar con mayor intensidad, para generar daños más severos en la infraestructura y en la vida de las personas que allí habitan. Como señala Naciones Unidas, "los huracanes Harvey, Irma, Maria y Nate convirtieron la temporada de ciclones tropicales de 2017 en una de las más mortíferas y devastadoras de todos los tiempos, destruyendo infraestructura de comunicaciones, energía y transporte, viviendas, centros de salud y escuelas".

    Estos impactos repercuten en las dos principales actividades económicas a las que se dedican estos estados: el turismo y la pesca. Si a ello sumamos la degradación y la pérdida de la biodiversidad -incluso por el propio efecto de la acidificación o erosión-, la supervivencia de las comunidades locales corre peligro en todo el sentido de la palabra.

Los países insulares están ya con el agua por los tobillos. Para ellos, la acción climática no es algo a 2050, ni a 2030, es algo que se necesita ya. Para ellos la acción climática significa tener una posibilidad de sobrevivir. ¿Entonces?

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"Pérdidas y daños. Financiamiento ahora!", reclamo en la COP26 en Glasgow | Foto: UNFCCC

“Tenemos que trabajar en mitigación apuntando a limitar el calentamiento a 1,5°C y trabajar en adaptación pensando en un calentamiento de 3°C”. Esto nos dijo una científica climática en una capacitación durante esta semana y confieso que, al escucharla, se me hizo un nudo en la garganta. La honestidad de sus palabras no hacían más que expresar lo que la ciencia evidencia. Su visión no es pesimista, por el contrario: es realista. La mitad de los esfuerzos de la acción climática deberían estar dirigidos a hacer las transformaciones en todos los sectores para reducir las emisiones de forma ambiciosa, sostenida e inclusiva y lograr limitar el calentamiento por debajo del 1,5°C.

La otra mitad de los esfuerzos deben estar dirigidos a adaptarnos más y mejor a los efectos ya presentes del cambio climático y a lo que la científica nos plantea como “prepararnos para un futuro muy difícil”. Ese futuro será primero aún más díficil para los países insulares. De allí que sus reclamos se basan en tres líneas de acción.

  • Financiamiento. Les dije que este año iba a repetir mucho el put the money on the table. Los estados insulares necesitan financiamiento no sólo para reducir su menor (muy menor) contribución al problema sino y, por sobre todo, para adaptarse a los impactos ya presentes del cambio climático. Ese financiamiento viene siendo desigual. Según el último reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD), aún cuando el dinero dirigido a adaptación hace dos años fue en aumento, la mayoría del financiamiento climático movilizado en 2020 se destinó a acciones de mitigación. 

    Como defendía Tong su asistencia a las COPs: "¿Por qué estamos participando en este proceso? Necesitamos la financiación para la adaptación. Necesitamos recursos para poder construir nuestra resiliencia".
  • Pérdidas y daños. EL tema, que necesita del anterior, es decir, que necesita dinero. Se trata de cómo configurar e implementar políticas para hacer frente a las pérdidas y los daños ocasionados por los impactos del cambio climático. Se trata de que los países más contribuyentes al problema asuman su responsabilidad y ayuden a los países menos responsables, pero más afectados.

    Otra de las islas cuya existencia peligra por el nivel del mar, Vanuatu, presentó recientemente un muy interesante plan de acción climática (su NDC o contribución determinada a nivel nacional) con un apartado destinado a pérdidas y daños que demuestra la urgente relevancia que este tema tiene para los países insulares. 
  • Adaptación. Más y mejores políticas de adaptación. Aún cuando el Acuerdo de París buscó incrementar la importancia de esta pata de la acción climática, aún la adaptación sigue relegada en las políticas ante la mitigación. Adaptación para los países insulares va más allá de contar con buenos sistemas de alerta temprana, significa empezar a pensar en cómo movilizar a su población. Como hizo Tong durante su presidencia en Kiribati. Él prefiere no hablar de refugiados climáticos, prefiere hablar de migración con dignidad.

    El IPCC es muy claro al respecto: "Los extremos climáticos y meteorológicos están impulsando cada vez más el desplazamiento en todas las regiones, y los pequeños estados insulares se ven afectados de manera desproporcionada".

    El tema abre un montón de interrogantes que la política climática internacional aún no se ha hecho, o que le escapa: ¿A dónde migraremos a estas personas? ¿Quién se hará cargo de esa acción: el país de origen, el de destino o el más emisor por ser responsable de ese problema? ¿Cómo se acompaña esa migración para que la comunidad no pierda su sentido de pertenencia, para que su nación se mantenga en pie con sus valores y su cultura, aún cuando su superficie esté bajo el agua?

Los tres puntos de acción más críticos para los pequeños países insulares son los que más resistencia tienen por parte de los países más desarrollados, son los que más voces están alzando en la sociedad civil, son los que esperan encontrar su protagonismo en la próxima COP27 bajo la presidencia de un país africano. Y son los que quizás puedan tener un impulso con la designación de un isleño a cargo de la Convención. El tiempo dirá, aunque el tiempo a las islas no les sobra. 

Sermary Tiare con uno de sus hijos en Kiribati | Foto: Documental Anote´s Ark

Si quieren profundizar sobre este tema, desde las voces de sus protagonistas, les recomiendo dos documentales que, en lo profesional y lo personal, me movilizaron un montón y me permitieron comunicar sobre el tema como ediciones como las de hoy.

Anote's Ark sigue la labor que Tong, ex presidente de Kiribati y aquí mencionado, realizó en la lucha por más acción climática, y la de Sermary Tiare, una mujer de la comunidad local que atraviesa la difícil decisión de dejar su hogar con sus hijos. The Island President sigue el trabajo que Mohamed Nasheed también realizó en pos de que la acción climática contemple la urgencia que necesitaban países insulares como el que presidió, las Islas Maldivas.

Seguimos la conversación el próximo viernes.

¡Un saludo!

Tais

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