Entre balances, pandemia y autoexigencia, llegamos quemados al Año Nuevo: cómo cuidar nuestra salud mental en el final del 2021- RED/ACCIÓN

Entre balances, pandemia y autoexigencia, llegamos quemados al Año Nuevo: cómo cuidar nuestra salud mental en el final del 2021

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Cuando se acercan las Fiestas también suele aumentar la ansiedad ante reuniones y cosas que queremos completar antes de que llegue enero. Y esto impacta en nuestro bienestar, especialmente luego de otro año desgastante, con teletrabajo, restricciones y nuevas cepas del coronavirus. Especialistas explican en esta nota a qué señales prestar atención y dan consejos para manejar el estrés de estas fechas.

Una mujer busca llegar a la cima de un árbol de Navidad.

Ilustración: Victoria Guyot.

Diciembre es uno de los meses totalmente caóticos y las variables estresantes son muchísimas. En la gran mayoría de los casos, pensamos en las fiestas y gastamos más plata, pensamos en regalos y en la organización de Año Nuevo, por dar algunos ejemplos. Y a eso, se le suma los famosos “balances”. Es decir, qué se logró hacer, qué no y, por lo general, nunca estamos del todo satisfechos. Diciembre pasa factura y el resultado de esto es tener estrés, fatiga o ansiedad. Pero muchas personas, a esta altura del año, se encuentran con su salud mental muy afectada. Muchos desarrollan lo que se conoce como “síndrome del trabajador quemado” o “burnout”.

¿Cómo podemos cuidar nuestra salud mental en estas fechas festivas?

En noviembre del 2021, el portal de búsqueda de empleo Bumeran hizo una encuesta sobre sus usuarios argentinos. El hallazgo más contundente fue que el 80% de ellos manifestó tener síntomas de burnout o síndrome del trabajador quemado. Esta cifra es la más alta de la región.

¿Qué es el burnout?

Carolina Quantin, médica psiquiatra especialista en ansiedad, explica: “El burnout o síndrome del trabajador quemado consiste en un estrés laboral crónico que tiene como característica un estado de agotamiento no solo emocional, sino también físico y mental, con una actitud distante frente al trabajo, una despersonalización, un desinterés, una motivación muy pobre y una sensación de ineficiencia, de no hacer adecuadamente las tareas. A eso se suma la pérdida de habilidades para la comunicación, además del aislamiento”.

Por su parte, María Teresa Calabrese, médica, psicoanalista y psiquiatra, especialista en enfermedades psicosomáticas, señala: “Algunos dicen que tiene que ver también con una adicción al trabajo. Son personas que se excedan en su impulso al trabajo. Hay exceso de responsabilidad. También tiene que ver con baja autoestima, temor a perder el trabajo. Entonces, son personas que exceden lo que se demanda”.

Graciela Filippi, profesora de psicología del Trabajo en la UBA y presidenta de APSILA (Asociación de Psicología Laboral Argentina), dice: “La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo considera un fenómeno ocupacional que resulta del estrés crónico en el lugar de trabajo. ¿Qué significa estrés crónico? Yo lo asimilo como un auto que uno aprieta el acelerador, frena, va andando. Pero cuando ponemos el acelerador a fondo durante mucho tiempo, el auto se puede fundir o se quema. Podemos decir, entonces, que las organizaciones tienen la responsabilidad de generar ambientes de trabajo saludables para evitar que esto suceda”.

Esta nota se desprende de un episodio de FOCO, el podcast de RED/ACCIÓN.

¿Cómo se distingue el cansancio, la fatiga y el agotamiento del síndrome de burnout?

“En general, el síndrome de desgaste no aparece de forma brusca, sino lenta, pasan semanas y meses, y la persona no se da cuenta. Sí se da cuenta el medio. En cambio, la fatiga tiene que ver con cosas puntuales. Si uno tiene una semana o un mes muy sobrecargado, después está cansado, agotado y es entendible”, explica Calabrese.

Por otro lado, Quantin señala: “Si yo freno y puedo desconectar mi cabeza de lo que es el trabajo, descansando, por ejemplo, un fin de semana, y al retomar las tareas me siento bien, motivado, no estoy tan cansado. Y después me canso por una jornada un poco agitada, eso nos puede pasar a todos. Ahora, si esa fatiga se vuelve crónica, el estrés se hace extenso y no puedo desconectarme los fines de semana, trastornos en el sueño, cefaleas, contracturas, ahí tengo que prestar atención y pedir ayuda porque ya estoy entrando en una patología que es el burnout”.

El Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Facultad de Psicología de la UBA hizo un estudio sobre la salud mental de la población argentina en noviembre del 2021. Los principales hallazgos fueron que el 12,5% de la población presentaba riesgo de padecer un trastorno mental. El riesgo de la población general se ha incrementado en relación a otros años en los que se hizo el estudio. Estas son, en gran medida, consecuencias de la pandemia, algo que se definió en muchas ocasiones como un “estresor multidimensional”.

“La pandemia, sí, nos trajo más estrés, y también el burnout tiene más que ver con el tema del teletrabajo. El tema de la pandemia en sí y el estar permanentemente atento de quién está enfermo o no enfermo, de si tengo los síntomas, genera más estrés y ansiedad”, comenta Filippi.

“El burnout es más producto del teletrabajo, que hizo que la gente trabajara más tiempo que el necesario, que estuviera aislada, aunque estuviera en comunicación con los demás a través de la cámara, de que tuviera que tomar decisiones y manejarse con autonomía que por ahí no le resulta fácil hacerlo. Y esto fue contribuyendo de tal forma que nosotros estamos elaborando un test, con el profesor Marola, donde aparte de los síntomas tradicionales del burnout, estamos agregando dos nuevos. Uno, las relaciones interpersonales, que tiene que ver con el acoso laboral. Y el otro, el tema de la tecnología, cómo la tecnología puede generar burnout”, agrega.

Foto: AFP.

Formas de cuidar la salud mental

¿Con qué herramientas contamos para cuidar nuestra salud mental en todo este contexto? El estudio de la UBA que mencionaba, por ejemplo, encontró que la actividad física, la meditación, la práctica del yoga y la actividad religiosa se asocian a una menor sintomatología psicológica. ¿Qué otras cosas pueden ayudar?

“Para evitar llegar a esto, primero hay que tener registro de que nos ocurre esto, para poder frenar y tener ciertas actitudes que mejoren nuestra calidad de vida y que eviten llegar a esto. Por ejemplo, respetando los horarios de trabajo. Si no lo puedo terminar hoy, lo terminaré mañana y no será una catástrofe ni el fin del mundo. Delegar espacios familiares, de cenas y salidas los fines de semana. Brindar tiempo a las personas para realizar algún hobbie. Juntarse con amigos, familia y comunicarse con el entorno”, recomienda Quantini.

Filippi explica: “En estas cuestiones existen tres estrategias. Una es la prevención primaria, que es conocer de qué se trata para saber estar alerta. Si me pasa y me estoy metiendo en eso, dar el grito a tiempo. La prevención secundaria es cuando está instalado, pero no hace daño. Pero la tercera, que es la prevención terciaria, es cuando ya tengo daño, ya tengo síndrome de extrañamiento, de distancia social, de cinismo, como que no me importa nada. Eso ya son cuestiones que hay que tratar de manera psicológica y psiquiátrica”.

Calabrese señala que “lo mejor es tomar conciencia de que esto está pasando, de que uno está sobrepasado y tomarse tiempos de descanso y tiempo de hacer cosas placenteras, y no todo el tiempo estar trabajando. Es muy recomendable hacer ejercicios físicos, hacer actividades recreativas del tipo que sean, hacer esos cortes y no enfrascarse todo el tiempo en el trabajo”.

La psiquiatra también aclara que “si las medidas preventivas no alcanzaron y la persona se encuentra en un agotamiento, en una situación de desgaste como las que describíamos, lo mejor es hacer una consulta psicológica, no clínica. Las personas, por lo general, van al médico clínico. El médico clínico les receta un ansiolítico. Y entonces, aquí no ha pasado nada, me duermo y no me doy cuenta de lo que me pasa”.

Harry Campos Cervera, psiquiatra y psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina, hace hincapié en la importancia de poder manejar y moderar las expectativas de nuestros objetivos:  “Bajar la expectativa en los objetivos es lo que va a permitir no sentirse estresados porque a veces, cuando la exigencia y las expectativas laborales son extremas, y uno quiere hacer todo, y fin de año es una época de balance de todas estas realizaciones, y muchas veces las personas llegas a estos balances agotados. Más todavía en esta época, en la cual genera preocupación la aparición de una nueva cepa justo cuando parecía que la pandemia estaba terminando”. En este contexto, dice Campos Cervera “aparece una nueva hipótesis de conflicto a través de una nueva variante del virus, y esto genera un agotamiento extremo ya en relación a la pandemia, que va provocando síntomas. Estos síntomas a veces se manifiestan por no seguir los cuidados que hay que seguir o abandonarse a la suerte de lo que ocurra”.

El psicoanalista aconseja: “Las mejores maneras de prevención son bajar las expectativas de querer hacer absolutamente todo, tener un descanso adecuado, practicar actividad física, tener una alimentación adecuada (que en esta época del año se ve alterada) y no querer cumplir con todas las metas que no se pudieron cumplir en estos tiempos”.

“Lo que tenemos que entender es que fin de año es un fin simbólico del año, pero entre el 31 de diciembre al 1 de enero hay una diferencia de un día, las cosas continúan y van a seguir de igual forma que siempre. Es decir, no dejarnos llevar por este simbolismo del “fin”, en donde no estamos absolutamente obligados de terminar todo o encontrarnos con todas las personas con las que no pudimos encontrarnos durante el año”, cierra Campos Cervera.

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