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Qué cambios se aceleraron y qué proyectos surgieron en pandemia para que las universidades sean más inclusivas y motivadoras

Profesoras y estudiantes de cuatro universidades públicas nacionales de distintas provincias proponen transformaciones para crear universidades más inclusivas, expansivas —que van más allá del libro y del espacio del aula—, codiseñadas con los y las estudiantes y con una formación docente renovada. Y cuentan las experiencias que iniciaron durante —o incluso antes— de la pandemia y que van en esta dirección.

La educación debe ser lo primero

La autora considera que la educación es la base de la paz, la estabilidad, la prosperidad económica y el progreso social. Con la pandemia, el cambio climático y los cambios geopolíticos el mundo está en un punto de inflexión que definirá la trayectoria del desarrollo humano para las generaciones futuras. Debemos actuar con urgencia para hacer de la educación una prioridad máxima.

Las prácticas de yoga en escuelas que ayudaron a transitar la pandemia

Las prácticas breves de meditación, especialmente con los más chicos para ayudarlos a relajarse y concentrarse, ya eran una tendencia en aumento. Con la suspensión de las clases presenciales y la falta de contacto personal, fueron una herramienta que mostró beneficios en los estados de ánimo y en el aprendizaje. Existen múltiples iniciativas públicas y privadas en torno a la educación emocional, desde talleres extracurriculares hasta leyes provinciales en Corrientes y Misiones.

Mariana Maggio: “Hay que cambiar el corazón de la propuesta educativa”

La directora de la Maestría en Tecnología Educativa de la UBA conversó en exclusiva con miembros co-responsables de RED/ACCIÓN. Invitada a la sección “Un Café con...”, analizó cómo la virtualidad aceleró algunas transformaciones necesarias en la escuela actual, las prácticas innovadoras que pueden ser incorporadas en las clases y la tensión entre familia y escuela.

Acceso a internet: vital en tiempos de pandemia pero desigual en cuanto a su acceso para estudiar a distancia

Alrededor del país, se calcula que el 19,5% de los estudiantes en el nivel primario no tienen conectividad. Y en el nivel secundario, el 15,9%. Esos porcentajes son aún más altos en villas y asentamientos, y también en las provincias con mayor pobreza. La instalación de antenas como las que se usan en espacios públicos, una de las posibles soluciones.

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Agua, luz y gas son algunos de los servicios que siempre fueron considerados esenciales. Pero hoy hay un servicio que refleja más que nunca la desigualdad: el del acceso a internet.

Aunque muchos de nosotros demos por sentado el hecho de poder estar conectados las 24 horas del día, lo cierto es que para muchas familias, acceder a internet no está garantizado. Esto es lo que se llama la brecha digital: la distribución desigual en el acceso, uso e impacto de las diferentes tecnologías de información y comunicación.

Según la Ley Argentina Digital, promulgada en 2014, el acceso a las comunicaciones y a las telecomunicaciones es un derecho humano. Y además, es un factor clave para acceder a otros derechos. 

En los últimos meses, la pandemia y el aislamiento preventivo implicaron el cierre de escuelas e instituciones educativas. Esto también obligó a los profesores a reinventarse con nuevas maneras de dar clase.

Sin emabargo, a lo largo del país, la falta de conectividad y computadoras hace imposible para miles de estudiantes tener clase de forma virtual y ni siquiera pueden tener acceso a tareas ni a sus docentes.

Alrededor del país, se calcula que 19,5% de los estudiantes en el nivel primario no tienen internet. Y en el nivel secundario, el 15,9%, según un informe del Observatorio Argentinos por la Educación.

La desigualdad, obviamente, también varía por región. En el norte del país es donde la conectividad es aún peor. En provincias como Santiago del Estero hasta un 40% de los hogares de estudiantes primarios no tienen conexión a Internet. CABA tiene el índice más bajo del país con 7,2%.

Este no es un problema nuevo, y hace mucho tiempo que los referentes barriales luchan por su derecho a una democratización en cuanto a internet y tecnología, ya que incluso acceder a través de empresas privadas se les hace difícil.

La falta de tecnología también se ve reflejada en los resultados académicos. En las pruebas PISA la mayoría de los mejores rendimientos en lectura, matemáticas y ciencias fueron en estudiantes que sí tenían acceso a Internet, según datos del Ministerio de Educación.

Y si comparamos con otros países de la región, Chile y Uruguay son los países que mejores resultados tuvieron en las pruebas y también son los que mayores niveles de conectividad tienen, de acuerdo a estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Hace algunas semanas, el juez Andrés Gallardo falló a favor de una demanda presentada por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ). El dictamen obliga al Gobierno porteño a prestar servicios de internet a estudiantes de los barrios populares.

La idea es que esta medida se pueda llevar al resto del país. Mientras tanto, ya hay un protocolo para la vuelta a las clases presenciales. Pero mientras que el acceso a estar conectado no se facilite, la brecha digital, educativa y socioeconómica va a seguir creciendo.

¿Qué medida pueden tomarse para que la conectividad pueda ser más igualitaria?

Según Marcelo Giulliti, abogado de ACIJ, son varias: "En primer lugar, instalar los dispositivos necesarios para poder acceder a la conectividad a internet, como por ejemplo la intalación de antenas como las que se usan en los espacios públicos de CABA o los dispositivos de acceso 4G que permiten el acceso a internet desde dispositivos móviles"

"En segundo lugar requiere que el Gobierno porteño entregue computadoras, tablets, notebook, de manera que puedan acceder a las clases virtuales online y al contenido que brindan los docentes de manera remota", completa Giulliti.

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